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Domingo 29 de mayo de 2011

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Revista Dominical

Mamá eres el mejor regalo que Dios nos dio

29 may 2011

Fuente: LA PATRIA

El origen de uno mismo está en la madre, no antes • Por: Dehymar Antezana - Periodista

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Desde que son niñas, parecería que son entrenadas a propósito para lo que serán en el futuro, madres.

Los padres les regalan muñecas y cocinas de juguete. Algo que quizás el destino hizo para ellas. Pero, no solo eso, si tienen hermanitos menores, tiene que dedicarse a su cuidado y con el paso del tiempo estarán listas para enfrentar un adorado tormento, los hijos.

Ante esto, creemos que Dios ha pensado en todo, porque les ha brindado mucha fortaleza, no solo espiritual; sino también física porque hacen más de lo que deberían hacer, el trabajo de un verdadero “súper héroe”.

El ser madre no implica sólo haber engendrado, porque no se trata de traer niños al mundo si no se les dará el cuidado que merecen, el cariño y el amor que debería manifestarse en una situación normal.

El significado de la palabra madre va más allá y se expresa desde el momento en que nacemos, porque ni bien nos tiene en sus brazos, las lágrimas se le juntan en los ojos de felicidad y de alegría, al ver hecho realidad el designio de Dios, sangre de tu sangre, por eso manifestamos que el origen de uno mismo está en la mamá, no antes. Pese a los prejuicios de la sociedad que cuestionan que el origen de una persona está en sus antepasados, pero no es así, porque no estuvimos presentes.

Al tenernos en sus brazos recibimos el regalo más maravilloso que puede tener un ser humano, como es el amor maternal, indescriptible, placentero y que ningún billete en el mundo podría cubrir su costo.

Es ella, en la gran mayoría de los casos, que se encarga de nuestro cuidado, con ella damos los primeros pasos y en su rostro se puede observar la felicidad de que el niño indefenso va asimilando las tareas mundanas para su surgimiento.

Pero el camino de la madre, no es sólo color de rosas, es solo el principio de una difícil tarea cuya meta será ver a sus retoños realizados. Este pedregoso recorrido se manifiesta, cuando el hijo se enferma de pequeño, la mamá no escatima ningún esfuerzo para cuidar a su tesoro, corretea para salvarle la vida, se trasnocha sin pensar en el sueño y está muy pendiente de cualquier quejido que tengamos, para asistirnos en forma inmediata.

La madre tiene que atender el hogar, no solo al marido que en muchas ocasiones y por el simple hecho de que trabaja, deja de lado sus obligaciones con el hogar. Pero la progenitora, así trabaje al igual que el hombre, debe encargarse de los quehaceres de la casa.

Debe cocinar, lavar, planchar, ordenar la casa, cuidar a los hijos e incluso a las mascotas, y asumir su responsabilidad en el trabajo, cualquiera sea este. No solo de oficina, sino de labores sacrificadas; muchas veces, soportando el intenso frío o el sofocante calor por vender en la calle, por lavar ropa en alguna casa o ser obrera para construir grano a grano el desarrollo de la nación.

Su único fin para esto, mantener a sus hijos y verlos felices, cumplir con sus deseos y darles la mejor vida posible.

Y más dificultoso se hace este camino, cuando el infeliz marido abandona el hogar y deja toda su responsabilidad a la madre, quien debe asumir el papel de mamá y papá. A veces, los tragos amargos de la vida deben soportarlo en silencio, sin que los hijos se enteren. Debe sufrir sola las frustraciones que el destino le trazó.

Nunca adopta el papel de mártir, por el contrario, siempre demuestra una fortaleza envidiable, que puede con su labor, vencer a cualquier ejército que se le ponga encima. Hay que alguien haga algo a sus retoños, porque se convierte en una leona dispuesta a matar por defender lo suyo.

Muchas veces la madre no es comprendida por el hijo, porque este no le da el valor que debería darle. Muchas veces, los hijos solo saben exigir y exigir, no se dan cuenta del sacrificio que hace la madre por complacer. Esa tarea no la comprendemos hasta que crecemos y en muchos casos no se la comprende nunca.

Sólo cuando ella está ausente percibimos que su presencia realmente fue importante, porque solos no sabemos ni en dónde estamos parados.

Así es la madre, que con cariño se le llama mamá o mami, tan linda, generosa, desinteresada, valiente, dinámica, hacendosa y adopta todos los poderes de un “súper héroe”; es realmente increíble, lo puede hacer todo, absolutamente. Hasta las cosas imposibles para ella son muy fáciles y al despertar del letargo vemos su obra.

Por eso le decimos a Dios, muchas gracias por el regalo que nos dio.

EL DÍA DE LA MADRE

El día de la madre en Bolivia, se celebra en homenaje a las Heroínas de la Coronilla. Según la historia escrita por Carlos Mesa Gisbert, José de Mesa y Teresa Gisbert, después de la batalla de Guaqui y de su triunfo en Amirata, Goyoneche se dirigió a Cochabamba, y de allí a Chuquisaca y Potosí, con la finalidad de detener a los argentinos que estaban formando el segundo ejército auxiliar.

Para ello mandó a Picoaga a la fortaleza de Cotagaita, de donde salió para enfrentar a los patriotas, comandados por Díaz Vélez en enero de 1812, venciéndolos nuevamente en Suipacha.

Después de ese triunfo Goyoneche pensaba en avanzar hasta Salta, pero tuvo que cambiar de planes al saber que Cochabamba se había levantado nuevamente.

Para entonces Esteban Arze había coordinado con los jefes patriotas de Chayanta, Sica Sica y Tapacarí, obstaculizando seriamente el movimiento de las tropas realistas. En 1811 ya había un movimiento guerrillero de proporción.

El encuentro entre las tropas de Goyeneche y Arze tuvo lugar en Pocona, en mayo de 1812. Arze fue vencido y Goyeneche avanzó hacia Cochabamba, que preparaba la resistencia con muy escasos recursos.

Se intentó un pacto con el militar realista, pero éste pedía que le entregaran a los cabecillas.

El pueblo se negó a hacerlo, especialmente las mujeres que se atrincheraron en la colina de San Sebastián, en el lugar conocido como “La Coronilla”. Goyeneche entró en Cochabamba el 27 de mayo, quebrando totalmente la heroica resistencia. Las tropas realistas se dieron al saqueo y los principales jefes revolucionarios fueron ejecutados.

En esa batalla se probó el valor de la mujer boliviana, el valor de las madres que no solo ofrendaron su vida por los hijos, sino por su patria, a la que tanto amaron.

Fuente: LA PATRIA
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