Durante el reciente Primer Seminario Internacional “YPFB Gas y Petróleo”, ante una pregunta puntual de la prensa, el ministro del ramo afirmó que es imposible vender gas natural a Chile porque el Gobierno actual respeta la decisión expresada en la cuarta pregunta del Referéndum del Gas, convocado bajo la Presidencia de Carlos Mesa en julio de 2004, “de no vender ni una molécula de gas” al vecino país.
La respuesta “de memoria” del ministro puede justificarse por querer zafarse del acoso periodístico, pero la realidad es otra y otras son las razones por las cuales no es posible, en la actualidad, vender gas a Chile.
En primer lugar, no existe un gasoducto por el cual se podría exportar gas a Chile. Antes de pensar en un contrato habría que pensar en un proyecto de gasoducto, con todas las dificultades técnicas y económicas que implica esa empresa. Tampoco se podrían utilizar los gasoductos argentinos, como subrepticiamente se hizo en algún momento por parte de Enarsa: el envío de gas a la Argentina está al máximo de la capacidad del ducto y las ansiadas ampliaciones del GIJA están atrasadas, como de costumbre.
Tampoco existe una solicitud de empresarios o del Estado chileno para comprar gas boliviano. Sobran “declaraciones de interés”, como la que hacemos cuando asistimos a un concurso de reinas de belleza. Pero de negociar contratos, ni sombra. El tema recurrente en esa clase de negocio es la confiabilidad, una materia prima muy rara en nuestro país, desde siempre. Confiabilidad de suministro, de reglas, de imparcialidad de la justicia, que no se adquiere con declaraciones, por demás ambiguas, como las que siguen repitiendo las máximas autoridades del Estado y del sector.
En realidad, el ministro de Hidrocarburos ocultó la razón más importante: no podemos vender lo que no tenemos. Aunque hubiere compradores en Chile y resultare factible, para el tamaño de ese negocio, la construcción de un gasoducto desde el Chaco hasta posiblemente el megapuerto de Mejillones, al presente no sobra gas para exportar, con base en el informe de Ryder Scott al 31/12/2009, que, por cierto, sigue sin publicarse. Evidentemente se ha declarado la comercialidad del campo Aquío, pero su potencial ha generado contradicciones entre los que saben (los operadores) y los que declaran. En todo caso, la próxima certificación de reservas dará el verdadero potencial de ese campo y de otros que se podría descubrir pronto.
Conociendo estas poderosas razones, el ministro ha buscado una explicación falsa. La IV pregunta del Referéndum del año 2004 no prohibió la venta de gas a Chile, sino ratificó el acuerdo del pueblo boliviano “con la política del Presidente Mesa” para utilizar el gas como un medio para obtener una salida libre y útil al océano Pacifico. Carlos Mesa, quien actuó responsablemente con esa temática, ineludible en ese entonces, ya no es Presidente y existe hoy otra política de relacionamiento con Chile, aunque es siempre más difícil entender en qué consiste.
Por tanto, con esos antecedentes, el Referéndum de 2004 no es ningún obstáculo para una eventual exportación de gas a Chile, si el país y el Gobierno lo estimaran oportuno y si, además, se dieran las condiciones para un tal emprendimiento.
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