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Sábado 28 de mayo de 2011

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Revista Tu Espacio

Siestas

28 may 2011

Fuente: kidshealth.org

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“Siesta” es una palabra de pocas letras, pero para muchos padres es una de las palabras más importantes de su vocabulario. Una buena siesta a menudo marca la diferencia entre una tarde agradable y otra para olvidar. También puede ayudar al niño a hacer más llevadera la transición a la hora de acostarse por las noches.

¿Por qué es tan importante hacer la siesta? El sueño es un requisito muy importante para tener buena salud y, para que los niños pequeños duerman lo suficiente, suele ser necesario que duerman un rato durante el día. Con el acelerado desarrollo físico y mental que experimentan los niños durante la primera infancia, las siestas proporcionan al cuerpo y a la mente el tiempo de descanso que necesitan para crecer y reponer fuerzas.

Desde el nacimiento hasta los 6 meses: Los lactantes necesitan dormir aproximadamente de 16 a 20 horas cada día.

De seis a 12 meses: Los bebés de esta edad suelen dormir unas 11 horas por la noche, echando dos cabezadas, de una duración total de tres a cuatro horas, durante el día.

Primera infancia (de uno a tres años): Los niños de esta edad suelen necesitar entre 10 y 13 horas de sueño, incluyendo una siesta de entre una y tres horas por la tarde.

Etapa preescolar (de tres a cinco años): Los preescolares duermen como promedio entre 10 y 12 horas por la noche, haciendo una siesta por la tarde. La mayoría dejan de hacer la siesta cuando en torno a los cinco años de edad.

Etapa escolar (cinco a 12 años): Durante la etapa escolar, los niños necesitan dormir entre 10 y 12 horas por la noche. Algunos niños de cinco años siguen necesitando hacer la siesta. Si no pueden hacer la siesta regularmente, pueden necesitar acostarse antes por las noches.

La clave para que un niño duerma bien a la hora de la siesta puede residir en algo tan sencillo como ayudarle a desarrollar lo antes posible una buena rutina tanto a la hora de acostarse por las noches como a la hora de hacer la siesta durante el día —y adherirse a ella. Durante la etapa de la lactancia, fíjese en pistas como ponerse inquieto y frotarse los ojos y, si las detecta, acueste a su hijo cuando parezca tener sueño pero no se haya dormido todavía. Así le enseñará a conciliar el sueño por sí mismo. Poner música suave, dejar la habitación en penumbra y contarle un cuento o cantarle una nana a la hora de acostarlo también pueden ayudarle a hacer la transición de la vigilia al sueño, aparte de ser formas de tranquilizar al pequeño.

Durante la primera infancia y la etapa preescolar puede ser más difícil adherirse a la rutina de echar una cabezada durante el día. Aunque a muchos niños de corta edad les sigue encantando hacer la siesta, otros no querrán perderse ni un minuto de acción y lucharán con todas sus fuerzas contra el sueño incluso aunque se les estén cerrando los ojos. Con este tipo de niños, lo mejor es dejarse guiar por el sentido común. No permita que la hora de la siesta se convierta en una batalla —no se puede obligar a un niño a conciliar el sueño, pero se puede insistir en que necesita un tiempo de tranquilidad. Deje que su hijo lea libros o juegue tranquilamente en su habitación. Si su hijo deja de hacer la siesta, considere la posibilidad de adelantar la hora de acostarlo por las noches.

A muchos padres les preocupa que el hecho de que sus hijos hagan la siesta durante el día pueda interferir con su patrón de sueño nocturno, dificultando que concilien en sueño por las noches (y, si la siesta se hace al final de la tarde, esto puede ocurrir). Pero, antes de eliminar completamente las siestas en un intento de que su hijo llegue a las noches agotado para que concilie mejor el sueño, considere lo siguiente: Los niños que han descansado por la tarde se tranquilizan más deprisa por la noche que los que están completamente agotados. Los niños que se acuestan por las noches demasiado cansados suelen estar demasiado activados, nerviosos e inquietos, les cuesta mucho tranquilizarse para poder conciliar el sueño y son más proclives a despertarse a media noche.

Fuente: kidshealth.org
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