Sábado 28 de mayo de 2011
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Como no podía ser de otra forma dedicaremos este pequeño pero importante espacio a las MADRES, seres sublimes y amorosos.
Para muchos MADRE es el femenino de Dios. Y en verdad, al referirnos a las mamás, lo hacemos con un gran sentimiento de amor, porque no hay ser más sublime que ellas, a quienes Dios les dio el don de saber amar con toda su alma, pero también de tener que ser rigurosas al momento de corregir algún error, de presentir el peligro y prevenirlo.
La mamá desde que nos concibe lo reconoce y lo acepta, pese a todo lo que esto implica, pues, existen grandes cambios, tanto físicamente como psicológicamente.
Al dar a luz sufre un gran dolor que desaparece y se olvida al tener a su pequeño fruto en sus brazos. Las madres dejan de ser ellas para pensar por sus hijos y ver a través de sus ojos, dejan de comer, de dormir y mucho más por atenderlos. Están ahí cuando se enferman o se accidentan, para curarlos con dulzura.
Fuente: LA PATRIA