Los agentes encubiertos que en algún momento podrían ser descubiertos están trabajando aceleradamente en desmontar todo un aparato irregular que todavía funciona en el organismo policial y que en los próximos días podría ser objeto de su desmantelamiento total, de acuerdo a las apreciaciones del ministro de Gobierno, Sacha Llorenti.
Señalamos el hecho porque la autoridad remarcó públicamente a través de los medios de comunicación que “a la gente no le sorprenda que en las próximas semanas aparezcan más casos de corrupción en la Policía”, lo que demostrará que el sistema de operativos y dispositivos está funcionando correctamente.
El problema de la corrupción era conocido desde hace mucho tiempo, aunque sólo de manera eventual salían a flote algunos casos aislados, precisamente por la situación especial que se presentaba en la organización policial que escondía y muy bien, los problemas irregulares cometidos por sus funcionarios.
Por supuesto que para la ciudadanía no es ninguna novedad la existencia de alta corrupción en la Policía, pues muchos casos, así hayan sido minimizados por los mismos efectivos, saltan a la vista cuando el ciudadano común asiste a los recintos policiales con toda una suerte de gestiones. Allí es donde se entera de manera directa que algunos casos se agilizan “aceitando al guardián”, aparte de otras circunstancias en las que por supuesto está de por medio el pedido directo de soborno o la exacción.
Lo interesante es saber que en el organismo policial no todo es malo, se trata de una minoría que le hace daño a la institución y que debe ser erradicada bajo el cuestionamiento directo de autoridades superiores que han decidido atacar el mal y cortarlo de raíz. Puede ser una lucha frontal contra un determinado poder interno, pero al develarse más y más casos de corrupción se conoce a los “operadores” que hacen escarnio con el prestigio institucional, por tanto su alejamiento y las sanciones correspondientes son soluciones que pueden disminuir el contagioso mal que carcome la estructura institucional policial.
No podía ignorarse que los problemas comienzan allí donde se maneja dinero, como el caso de las divisiones de identificación y licencias de conducir o donde se hacen diferentes investigaciones, esos son sectores vulnerables en materia de control efectivo de los recursos que se manejan y las condiciones en que se desenvuelven los funcionarios. El corte de esos servicios puede tener efecto positivo, siempre y cuando su cambio corresponda realmente a organismos privados de responsabilidad limitada, que recauden y rindan cuentas como corresponde, percibiendo una justificada utilidad por el trabajo prestado.
Es importante hacer una referencia, que ojalá sea oportuna para neutralizar esa idea que se activó inmediatamente, el Presidente anunció que los servicios de identificación personal dejarían de ser administrados por la Policía y pasarían hipotéticamente al Registro Civil, podría ser una alternativa, pero tal parece que no es la mejor al existir dudas sobre la independencia de ese organismo que si bien puede registrar bajo índice de corrupción administrativa no se salva de la presión que sobre su esquema ejercita el partido gobernante, por tanto con peligrosa implicancia en el manejo del registro de ciudadanos.
Son problemas que deben ser analizados bajo la lupa de la imparcialidad, para no caer en el error de querer salvar el plato fuerte… que muy condimentado puede caer del sartén a las brasas.
Fuente: LA PATRIA
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