El “asunto libio” ya ha pasado hasta el atrevimiento más inaceptable. La comunidad internacional ampara un asunto de abierta intervención en un proceso de guerra civil abierta entre libios. Qatar se ha constituido en la potencia que expone todo su poderío político y económico para reducir a uno de los pocos países musulmanes que ha sabido dar dignidad a sus pueblos, si se considera su diversidad étnica conformada por árabes y bereberes. Está descaradamente dando armas a los rebeldes, supuestamente revolucionarios, que pueden tener condiciones para ser el nuevo poder de Libia, pero que no lo han ratificado en los hechos.
Lenin, el gran revolucionario ruso, nunca dijo que el cambio era obligatorio, o sea que la gente, la pobre, la de clase media o la rica, debía cambiar a la fuerza, sino por convicción, ya que la idea noble es el único combustible humano que permite transformar duraderamente la sociedad. Lo demás solamente conduce inexorablemente a la dictadura y, en caso extremo, al totalitarismo en la peor acepción del término, como el que ahora atormenta a Bolivia, Venezuela y Ecuador. Estos países viven procesos horribles, parecidos a la peor indignidad.
Y Gadafi no es un santo, pero ningún corrupto, quizás sus hijos, tiene su idea razonable de un país diferente, ahora que lo entiendan ya resulta diferente, lo que no significa que él esté equivocado, simplemente distinto y por esto no necesariamente malo, solamente un dictador parecido a tantos de Latinoamérica.
El pensar que los árabes van a ser abiertamente democráticos, como traducen mal entendidos de las ideas de Mahoma, el personaje de la religión musulmana, sin incurrir en más manifestaciones, que en el año 622 de nuestra era, la cristiana, se ratificó sobre su filosofía de un nuevo Dios: Alá . Él hablaba del bien al igual que Cristo, pero no creía auténticamente en la bondad del ser humano, porque ese ser es malvado.
Gadafi fue un laico convencido, sin ser perfecto, porque nadie lo es, ni tendría que serlo en la idea del bien humano, con sus errores que vienen en toda obra humana. Ahora es pertinente referirse a lo que hizo en Libia y finalmente se analice. A él le están arruinando por su propuesta antiimperialista, la que en realidad no les afecta mucho después de la caída del Muro de Berlín, instancia que igual deteriora la constitución del nuevo orden mundial favorable a la política de los “halcones” de Estados Unidos, los que responden a los intereses de ciertos grupos que detentan el poder en Washington.
Como se tergiversa artificialmente la vida de Mahoma es conveniente reflexionar sobre sus ideas. Él fue un Profeta fundador del Islam, era él que negociaba con los bienes de su rica esposa Jadiya. Tuvo que huir porque se alejó de una fuerza mítica inmensa radicada en Dios.
En La Meca su poder y prestigio crecieron, en el año 622, cuando tras una profunda crisis divina tuvo que huir, dando origen a la “hégira”, lo que dio comienzo a la era musulmana, la de Mahoma. Y Gadafi, en la idea de Mahoma, no siempre aceptada, tiene cuatro enemigos: Estados Unidos, Italia, Inglaterra y Francia, los declarados, porque hay otros ocultos. ¿No obstante la Guerra Civil, ya declarada, y porque así lo es, de Libia, permite hablar de otras situaciones? Todo se debe a algo fundamental: el petróleo en el tercer mayor exportador del mundo de hidrocarburos. Si La Comunidad Europea está realmente interesada en los derechos humanos por qué no interviene en Siria donde la situación es grave con centenares de muertos, pero lo peor es lo que ha pasado en Ruanda con cientos de miles de víctimas, incluidas especies animales invalorables. Estados Unidos no dijo nada. En realidad no le importa.
(*) Politólogo
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