La muerte, indudablementedebe ser el temor más grande de los hombres; sin embargo - siendo inevitable - creo que hay circunstancias en la que uno puede decir: muero feliz)
• Por: Eduardo Campos Velasco
Cuando la muerte toca nuestras puertas, seguro sentimos el infinito valor de la vida…tan efímera, tan frágil; pero a la vez, tan hermosa. Vivir - como fuera –creo que es una bendición; vivir mucho, ya es un premio; vivir feliz, creo que es la aspiración que todos tenemos para nuestra existencia, pero que no siempre la podemos conseguir. Entonces, cuando la muerte viene a recogernos, es posible que la asumamos – también – con felicidad.
En pasados días, hemos lamentado el fallecimiento del Lic. Lino Rocha Céspedes, presidente del comité cívico de Oruro. Por supuesto que se trata de una pérdida muy sentida para la comunidad orureña. Nos deja, uno de los hombres que culminó su vida, haciendo lo que consideraba su mayor responsabilidad, defender los intereses de su tierra.
Lino Rocha, pertenece a esa generación de ciudadanos orureños que nunca se conformaron con la suerte de Oruro y aún, en las peores circunstancias, optó por enarbolar las banderas de la defensa de los intereses regionales. Él, fue uno de esos ciudadanos, que asumió la difícil tarea de comenzar todo de nuevo, cuando para tantos otros, es tan simple irse de ella.
Lino Rocha, casi al final de su vida, tomó la decisión de hacer lo que no se atrevieron muchos hombres de las nuevas generaciones y arriesgando incluso su salud, decidió asumir la dirección de una institución bastante malograda, el Comité Cívico de Oruro. Desde allí, Lino Rocha se planteó recuperar la institucionalidad perdida y enarbolar las viejas aspiraciones orureñas de hacer factible nuestra región en el contexto nacional e internacional. Por supuesto que se trataba de un emprendimiento difícil y complejo, pero, nada lo amilano - hasta la muerte - por reivindicar aquello que es una responsabilidad de todos.Que distinta su actitud en relación a aquellos otros que hicieron del comité cívico, un trampolín para sus pretensiones personales y políticas.
Por eso es sentido su fallecimiento, porque él, nos volvió a convencer de que más allá de los intereses personales, particulares, por mas legítimos que fueran; hay un conjunto de aspiraciones colectivas que forman parte también de nuestro futuro individual, familiar, social.
Para Lino Rocha, hacerse cargo del Comité Cívico, más que un premio, fue una responsabilidad; misma que la asumió, cuando probablemente ya no le correspondía hacerlo; pero no se “corrió”, como se dice; asumió la complicada tarea de re-aglutinar a las instituciones y sectores de la sociedad orureña, convencido que sólo la unidad puede dar la fortaleza necesaria para impulsar el desarrollo colectivo.
Lino Rocha, olvidando su familia, su tiempo, su propia vida, le dedico largas horas a reuniones y gestiones que con seguridad contribuyeron al deterioro de su salud. Sin embargo, también, es evidente que lo hacia con mucha felicidad, sabiendo que hacia lo correcto.
Por eso considero que él, antes de dejar esta vida, sintió esa infinita felicidad de haber hecho lo que tenia que hacer, lo que su conciencia y compromiso con Oruro, le dijeron que estaba bien.Con las disculpas de los hijos y familiares de don Lino, me atrevo a decir que él murió feliz.
Paz en la tumba de Lino Rocha Céspedes, que su ejemplo sirva para que las nuevas generaciones de orureños, sepan que la defensa y el amor por la tierra en la que uno nace – pese a todo - siempre tiene premio. La felicidad eterna.
(*) Asambleísta Departamental - UN
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