Al comprobar que me va mal en todo hasta hoy no me aumentan de sueldo, mi esposa se demora en enviarme sus remesas, que mi comadre Macacha anda muy rara conmigo desde que le apareció un admirador que saldrá magistrado, no tuve más remedio que admitir que pesa un kencherío sobre mí. ¿Quién me pudo haber kenchachado…?
En la primera que pensé como autora de este malfario fue en mi comadre cochabambina, y cuando ella vino a visitarme le dije de sopetón y sin preámbulo alguno: “Usted me ha kenchachado, comadre, y ahora mismo me tendrá que hacer el desembrujo, o publicaré en la prensa mundial que usted es una bruja y anda en tratos con el Diablo”.
Ella se puso pálida, se santiguo tres veces y farfullando me dijo que ella no sabía de embrujos porque era devota de la Virgen de Urkupiña y de la Virgen del Socavón.
Advertí sinceridad en sus palabras pero llevado por mi desesperación le dije que había comprobado la desaparición de uno de mis calzoncillos y que yo sabía que esa prenda era utilizada por las hechiceras para embrujar, “kenchachar” a otra persona, para poder dominarla totalmente.
Negó vehementemente ese accionar demoniaco y me propuso que consultáramos mi caso con uno de nuestros amigos yatiris para encontrar una solución al kencherío que cada día me hacía más pobre y más infortunado en el amor.
Elegimos a Wayruru y nos dirigimos a su consultorio que compartía con Calimán y Titirico quienes por un tiempo largo se hallan cumpliendo labores oficiales en la Asamblea Legislativa escogiendo candidatos a Magistrados para las próximas elecciones. O sea que Wayruru está ahora solo en el Consultorio de Adivinación Política y Sentimental de El Alto.
Teniendo a mi comadre cochabambina por testigo le declaré mis desventuras económicas y sentimentales que me condujeron a la creencia de estar kenchachado y mi deseo de que él, como yatiri, procediera a mi desembrujo para volver a ser feliz y adinerado y, sobre todo, afortunado en mis relaciones con las damas porque hacía años que no me comía ni una chancha atada.
El sabio yatiri sonrío ante mis comentarios y me dijo: “Usted don Paulino Huanca, está sufriendo lo que nosotros los yatiris de Orinoca llamamos “la maldición de Orinoca” que es la que cae sobre todos los opositores a este gobierno democrático y que actualmente están sufriendo como el ex Prefecto de Pando que ya cumplirá tres años de prisión preventiva en Chonchocoro; la maldición la sufre el ex Prefecto de Tarija, señor Cossío, refugiado en el Paraguay; el Prefecto del Beni que sufre de encarcelamiento en su propia casa donde deberá continuar trabajando y pagar una fianza de 80 mil bolivianos; el ex Prefecto de Cochabamba, refugiado en los Estados Unidos; el ex Ministro de Gobierno de Banzer, señor Guillermo Fortún; el ex Alcalde de Potosí que está enjuiciado; el ex Alcalde de Sucre que anda perseguido; el Gobernador de Santa Cruz quien fue baleado por un atracador, y muchos más a quienes persigue el kencherío. Usted debe considerarse un afortunado. Usted no está kenchachado aunque tiene a su lado su comadre Macacha, quien ya le ha dicho muchas veces: mientras yo esté a su lado, nada le faltará…”
PAULOVICH
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