Vecinos de unidades educativas denuncian contaminación acústica

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En el transcurso de los últimos días, varios colegios de la ciudad realizaron una serie de fiestas con diferentes motivos, actividades que causaron el reclamo aireado de vecinos de estas unidades educativas por el excesivo uso de decibeles (unidad relativa empleada en acústica y telecomunicaciones para expresar la relación entre dos magnitudes, acústicas o eléctricas, o entre la magnitud que se estudia y una magnitud de referencia), que en realidad más que sonido se convierte en un ensordecedor ruido, provocando contaminación acústica, con graves daños nerviosos que seguramente se verán a la larga.

Una serie de ciudadanos, vecinos de establecimientos educativos principalmente del casco viejo, se apersonaron a instalaciones de LA PATRIA, para hacer conocer su molestia y preocupación, tomando en cuenta por ejemplo que en algunos casos tienen a personas mayores o niños pequeños, que por supuesto necesitan tranquilidad.

“En mi casa retumban, los muebles, la cristalería, yo tengo un bebé que necesita dormir, además del alto volumen que nos irrita, el tiempo que duran estas famosas fiestas exceden las cinco horas, la verdad es insoportable”, denunció un vecino, notoriamente estresado, uno de los efectos de la contaminación acústica, añadiendo que el ruido se puede percibir a varias cuadras a la redonda.

Los parámetros que establecen acciones tan comunes como el hecho de conversar con otra persona señalan que se registra 50 decibeles (dB), asimismo una calle con mucho tráfico alcanzaría los 70 dB y por ejemplo en el interior de una discoteca padeceríamos hasta 110 dB, a partir de los 140 dB el oído humano comienza a sentir dolor.


Estudios desarrollados sobre este conflicto, que paradójicamente azota a poblaciones del Tercer Mundo, datan de hace 3 años atrás en el caso de la sede de Gobierno, indican que la contaminación acústica causada por una serie de ruidos en la urbe paceña puede ocasionar sordera permanente en las personas o traumatismos auditivos, porque el oído humano sólo puede resistir cierto nivel de decibeles según el tiempo de emisión de un sonido fuerte.

Los datos más frescos de estudios en la ciudad de Oruro datan del pasado 2004 con preocupantes resultados reflejados en un 34.5 por ciento de la población, que está expuesta a niveles de ruido provenientes de la contaminación acústica, producto del tráfico vehicular y por supuesto de actividades como las que nombramos, considerados inaceptables por las normas de calidad ambiental internacional establecidos por la Organización Mundial de la Salud, que fija el límite permitido en 65 decibeles.

Fuente: LA PATRIA