Como era de prever, la mayoría de los Legisladores aprobó el Reglamento para la designación de quienes serán los próximos candidatos a Magistrados en las elecciones del mes de octubre y lo hicieron ante un pueblo absorto que no sabe quién fue Montesquieu, ni quién es la Diputada Paco ni el Senador Tupa.
Lo único cierto es que después de un ejercicio esforzado de levantamiento de manos y de muchas horas de calentamiento de curules, ya están abiertas las inscripciones para quienes aspiran a ser candidatos a Magistrados de entre los cuales los mismos legisladores elegirán a aquellos por los que el pueblo de Bolivia votará para que sean los principales Magistrados que administrarán la Justicia.
Al saber que ya está abierto el libro de inscripciones en el Palacio Legislativo, me visitó mi comadre Macacha, alentada por el hecho de que el cincuenta por ciento de los magistrados a elegir deberán ser mujeres, por lo cual me dijo: “Si salgo elegida por los votos de los cochabambinos dejaré de vestir como chola y vestiré la toga…”
Como siento mucho afecto por mi comadre, traté de desanimarla diciéndole que todo sería un fraude electoral ya que –de acuerdo a mi experiencia de vida– “Jalisco y el Movimiento al Socialismo nunca pierden… y si pierden arrebatan”, como dice la canción ranchera mexicana.
Sin embargo, mi heroína cochabambina se hallaba ilusionada ante la idea de inscribirse en la Asamblea Legislativa como Candidata a magistrada por considerarse capaz para ser Magistrada y en especial Presidente del Tribunal Supremo Constitucional.
Ante mis fallidos intentos de convencerla de que era mejor para ella de verla continuar con su esforzado trabajo de prestamista al por menor, que intentar administrar justicia, dije a mi comadre: “Está bien, comadre, empecemos a llenar la solicitud de inscripción y redactemos juntos ese primer requerimiento”, poniéndome frente a mi máquina de escribir.
Lo primero que le pregunté a mi comadre fue: “¿A quién dirigiremos su pedido de inscripción?” Respondiendo Macacha: “Será pues al presidente de la Asamblea Legislativa…” Comenzando la carta por dirigirla a Don Álvaro García Linera, Presidente de la Asamblea Legislativa, y renglón seguido escribí: “Compañero Alvarito”, tratamiento que no gustó a Macacha porque nunca había sido ella su compañera.
Como estos socialistas son tan especiales, Macacha me dijo que pusiera: “Querido Hermano Alvarito”, pero nos pareció muy familiar, quedando en que nos dirigiéramos al Camarada Álvaro.
Ahí quedó la redacción de la carta pues mi comadre Macacha no pudo continuar con su dictado, después de lo cual se enfadó conmigo porque yo era incapaz de escribir para ella una carta tan sencilla que pudiera conseguir su inscripción para Candidata a Magistrada y Presidenta del Supremo Tribunal Constitucional, terminando por amenazarme con recurrir a su admirador el Dr. Parihuancollo quien por haber nacido cerca de Orinoca y haber actuado junto a Evo en la “Banda Imperial de Oruro” ya había sido invitado a ser candidato a Magistrado hacía un mes. Es que todas las mujeres son muy difíciles, aunque sean tus comadres.
PAULOVICH
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