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Hijo del alma
¡Tu flotas sobre todo,
Hijo del alma!
De la revuelta noche
Las oleadas,
En mi seno desnudo
Déjante el alba;
Y del día la espuma
Turbia y amarga,
De la noche revuelta
Te echa en las aguas.
Guardiancillo magnánimo,
La no cerrada
Puerta de mi hondo espíritu
Amante guardas;
Y si en la sombra ocultas
Búscanme avaras,
De mi calma celosas,
Mis penas varias,–
En el umbral oscuro
Fiero te alzas,
Y les cierras el paso
¡Tus alas blancas!
Ondas de luz y flores
Trae la mañana,
Y tú en las luminosas
Ondas cabalgas.
No es, no, la luz del día
La que me llama,
Sino tus manecitas
En mi almohada.
Me hablan de que estás lejos:
¡Locuras me hablan!
Ellos tienen tu sombra;
¡Yo tengo tu alma!
Ésas son cosas nuevas,
Mías y extrañas.
Yo sé que tus dos ojos
Allá en lejanas
Tierras relampaguean,–
Y en las doradas
Olas de aire que baten
Mi frente pálida,
Pudiera con mi mano,
Cual si haz segara
Leer más
De estrellas, segar haces
De tus miradas!
¡Tú flotas sobre todo,
Hijo del alma!
Mi reyecillo
Los persas tienen
un rey sombrío;
Los hunos foscos
Un rey altivo;
Un rey ameno
Tienen los íberos;
Rey tiene el hombre,
Rey amarillo:
¡Mal van los hombres
Con su dominio!
Mas yo vasallo
De otro rey vivo,–
Un rey desnudo,
Blanco y rollizo:
Su cetro –un beso!
Mi premio –un mimo!
¡Oh! Cual los áureos
Reyes divinos
De tierras muertas,
De pueblos idos
–¡Cuando te vayas,
Llévame, hijo!–
Toca en mi frente
Tu cetro omnímodo;
Úngeme siervo,
Siervo sumiso:
¡No he de cansarme
De verme ungido!
¡Lealtad te juro,
Mi reyecillo!
Sea mi espada
Pavés de mi hijo:
Pasa en mis hombros
El mar sombrío:
Muera al ponerte
En tierra vivo:–
Mas si amar piensas
El amarillo
Rey de los hombres,
¡Muere conmigo!
¿Vivir impuro?
¡No vivas, hijo!
He vivido: me he muerto
He vivido: me he muerto: y en mi andante
Fosa sigo viviendo: una armadura
Del hierro montaraz del siglo octavo,
Menos, sí, menos que mi rostro pesa.
Al cráneo inquieto lo mantengo fijo
Porque al rodar por tierra,
El mar de llanto no asombre.
Quejarme, no que quejo: es de lacayos
Quejarse, y de menores, y de damas,
Y de aprendices de la trova, manos
Nuevas en liras viejas: –Pero vivo
Cual si mi ser entero en un agudo
Desgarrador sollozo se exhalara.–
De tierra, a cada sol mis restos propios
Recojo, presto los apilo, a rastras,
A la implacable luz y a los voraces
Hombres, cual si vivieran los paseo:
Mas si frente a la luz me fuese dado
Como en la sombra do duermo, al polvo
Mis disfraces echar, viérase súbito
Un cuerpo sin calor venir a tierra
Como montaña muerta que en sus propias
Inanimadas faldas se derrumba.
He vivido: al deber juré mis armas
Y ni una vez el sol dobló las cuestas
Sin que mi lidia y mi victoria viere:–
Ni hablar, ni ver, ni pensar yo quisiera!
Cruzados ambos brazos como en nube
Parda, en mortal sosiego me hundiría.
De noche, cuando al sueño a sus soldados
En el negro cuartel llama la vida,
La espalda vuelvo a cuanto vive: al muro
La frente doy, como jugo y copia
De mis batallas en la tierra miro–
La rubia cabellera de una niña
¡Y la cabeza blanca de un anciano!
Fuente: LA PATRIA