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Invitado


Domingo 15 de mayo de 2011

Portada Principal
Cultural El Duende

José Martí

15 may 2011

Fuente: LA PATRIA

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Hijo del alma

¡Tu flotas sobre todo,

Hijo del alma!

De la revuelta noche

Las oleadas,

En mi seno desnudo

Déjante el alba;

Y del día la espuma

Turbia y amarga,

De la noche revuelta

Te echa en las aguas.

Guardiancillo magnánimo,

La no cerrada

Puerta de mi hondo espíritu

Amante guardas;

Y si en la sombra ocultas

Búscanme avaras,

De mi calma celosas,

Mis penas varias,–

En el umbral oscuro

Fiero te alzas,

Y les cierras el paso

¡Tus alas blancas!

Ondas de luz y flores

Trae la mañana,

Y tú en las luminosas

Ondas cabalgas.

No es, no, la luz del día

La que me llama,

Sino tus manecitas

En mi almohada.

Me hablan de que estás lejos:

¡Locuras me hablan!

Ellos tienen tu sombra;

¡Yo tengo tu alma!

Ésas son cosas nuevas,

Mías y extrañas.

Yo sé que tus dos ojos

Allá en lejanas

Tierras relampaguean,–

Y en las doradas

Olas de aire que baten

Mi frente pálida,

Pudiera con mi mano,

Cual si haz segara

De estrellas, segar haces

De tus miradas!

¡Tú flotas sobre todo,

Hijo del alma!

Mi reyecillo

Los persas tienen

un rey sombrío;

Los hunos foscos

Un rey altivo;

Un rey ameno

Tienen los íberos;

Rey tiene el hombre,

Rey amarillo:

¡Mal van los hombres

Con su dominio!

Mas yo vasallo

De otro rey vivo,–

Un rey desnudo,

Blanco y rollizo:

Su cetro –un beso!

Mi premio –un mimo!

¡Oh! Cual los áureos

Reyes divinos

De tierras muertas,

De pueblos idos

–¡Cuando te vayas,

Llévame, hijo!–

Toca en mi frente

Tu cetro omnímodo;

Úngeme siervo,

Siervo sumiso:

¡No he de cansarme

De verme ungido!

¡Lealtad te juro,

Mi reyecillo!

Sea mi espada

Pavés de mi hijo:

Pasa en mis hombros

El mar sombrío:

Muera al ponerte

En tierra vivo:–

Mas si amar piensas

El amarillo

Rey de los hombres,

¡Muere conmigo!

¿Vivir impuro?

¡No vivas, hijo!

He vivido: me he muerto

He vivido: me he muerto: y en mi andante

Fosa sigo viviendo: una armadura

Del hierro montaraz del siglo octavo,

Menos, sí, menos que mi rostro pesa.

Al cráneo inquieto lo mantengo fijo

Porque al rodar por tierra,

El mar de llanto no asombre.

Quejarme, no que quejo: es de lacayos

Quejarse, y de menores, y de damas,

Y de aprendices de la trova, manos

Nuevas en liras viejas: –Pero vivo

Cual si mi ser entero en un agudo

Desgarrador sollozo se exhalara.–

De tierra, a cada sol mis restos propios

Recojo, presto los apilo, a rastras,

A la implacable luz y a los voraces

Hombres, cual si vivieran los paseo:

Mas si frente a la luz me fuese dado

Como en la sombra do duermo, al polvo

Mis disfraces echar, viérase súbito

Un cuerpo sin calor venir a tierra

Como montaña muerta que en sus propias

Inanimadas faldas se derrumba.

He vivido: al deber juré mis armas

Y ni una vez el sol dobló las cuestas

Sin que mi lidia y mi victoria viere:–

Ni hablar, ni ver, ni pensar yo quisiera!

Cruzados ambos brazos como en nube

Parda, en mortal sosiego me hundiría.

De noche, cuando al sueño a sus soldados

En el negro cuartel llama la vida,

La espalda vuelvo a cuanto vive: al muro

La frente doy, como jugo y copia

De mis batallas en la tierra miro–

La rubia cabellera de una niña

¡Y la cabeza blanca de un anciano!

Fuente: LA PATRIA
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