Cuánta iniciativa se necesita para triunfar en el arte

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Esta vez será Ron Mueck quien nos subvierta el cotidiano. En efecto, no estamos preparados para enfrentar lo imprevisible y, es con frecuencia, el arte el medio capaz de mostrarnos la vida siempre desde un ángulo inesperado. En este caso la fórmula no es extraña, se trata simplemente de una sumatoria: escala + lo real-real (el llamado, hiperrealismo). El resultado –como apreciarán– es asombroso. Si recuerdan, los viejos impresionistas se plantearon la revolución de pintar los rasgos preeminentes de un personaje o situación, haciendo befa del realismo – ya en la época tomado por los daguerrotipistas. Pero con el hiper se llega al límite de la percepción de lo real, haciendo que éste por su propio poder, por su exceso, nos impacte. Al final, no somos otra cosa también que animales de escala, de ahí que las elefantiasis y las hipertrofias nos impresionen visualmente, y todo aquello que salga del canon, llámense gigantes o enanos.

Lo jach’a y lo jisk’a tocan nuestra vulnerable condición paramétrica y nos invitan a pensar acerca de lo real y de los tamaños paridos por Pacha. Ser demasiado nos asusta y ese asombro genera un efecto autorreflexivo acerca de nuestra condición humana. Igualmente, y de manera metafórica, también los tamaños y la representación de lo real juegan en el imaginario, crecer desmesuradamente con la imaginación a la manera de Escher, Borges o Zappa ¿no serán también producto de un juego de escala y de representación de lo que “bonachonamente” consideramos como real?

En fin, vayamos al grano como dicen los dermatólogos, y apreciemos el trabajo de este escultor, probablemente, más grande que sus personajes.

Edwin Guzmán Ortiz.

Poeta y escritor orureño.

Fuente: LA PATRIA