Una ley no nace de la nada. Cuando se la presenta a consideración de los legisladores viene acompañada por la “exposición de motivos”, o sea su origen y justificación. Ese documento que debería servir de base para la consideración de la ley, generalmente es ignorado y se pierde en el legajo de los antecedentes de la norma.
No pasa lo mismo con los decretos supremos, en los cuales la “exposición de motivos” se queda anclada al texto de la norma, bajo la forma literaria de los “considerando”, un género literario generalmente aburrido y técnico.
No es ese el caso del Decreto Supremo 861 del 1 de mayo de 2011 (“Que elimina el 21060”, añade presuntuosamente el título). Se trata de una muestra más del estilo literario propio de los letrados del Palacio, los cuales han elevado ese árido género literario a alturas líricas insospechadas. Ya lo hicieron hace cinco años con el D.S. 28701, pero con el D.S. 861 se han superado.
En efecto, por el primero de los 11 “considerando”, descubrimos que la crisis económica vivida por el país durante el gobierno de la UDP fue obra del “sabotaje productivo empresarial” y de la presión “de demandas salariales de algunos sindicatos”; lo cual, aparte la referencia subliminal a “algunos” actores del reciente conflicto social, nos obliga a reescribir la historia económica de Bolivia. ¡Curiosa reivindicación de la UDP por parte de un gobierno que se ha cuidado en todo momento de diferenciarse de esa infausta experiencia! Tal vez los letrados no habían aún nacido por entonces.
El segundo considerando declara expeditivamente anticonstitucional el D.S. 21060, una marca de fábrica ya experimentada con el D.S. 28701, y enumera, en siete grupos, todas las fechorías de ese decreto. Obviamente sería ocioso reclamar que se cite la sentencia constitucional que avala esa afirmación, desmentida, en el fondo, por la parte resolutiva del mismo decreto. Lo curioso es que, más adelante, el cuarto considerando, se retracta y atribuye la relocalización a la crisis de los precios de los minerales, en un marco social descrito con imágenes dignas de un documental de guerra.
La historia siguiente, hecha en realidad de avances y retrocesos en torno a la aplicación del D.S. 21060, es liquidada sumariamente, mediante otro “considerando”, como obra de “gobiernos antipopulares”, elegidos, sin embargo, libremente y con gran mayoría parlamentaria. Pero, se sabe, el pueblo también se equivoca y no es bueno obedecerle siempre.
Siguen unos cuantos “considerando” que acuden al género literario del “panegírico”, ensalzando las estacas clavadas por el actual gobierno en el corazón del D.S. 21060, el cual, sin embargo, se resiste a morir, mimetizado en leyes que tienen injertos de sus células estaminales. De modo que, “en el diálogo permanente con la COB” (los paceños hemos visto otra película, por cierto) el Gobierno ha decidido obedecer al pueblo, enterrar el 21060 y comprometerse, mediante una Comisión, a revisar aquellas leyes que la nueva CPE obliga de todos modos a adecuar.
¡Lástima que eso de la Comisión sea la única caída prosaica de ese excelso ditirambo! Motivo de una llamada de atención a la pluma -sospecho- de un ministro de verso florido, vuelos pindáricos y multas inclementes.
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