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Domingo 01 de mayo de 2011

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Cultural El Duende

Gonzalo Rojas

01 may 2011

Fuente: LA PATRIA

Gonzalo Rojas. Lebu, 20 de diciembre de 1917 – Santiago de Chile, 25 de abril de 2011. Uno de los mayores poetas de la actualidad. Perteneció a la llamada “Generación de 1938”. Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992. Premio Cervantes, 2003. Ha publicado casi cincuenta libros, entre los que destacan: La miseria del hombre (1948); Contra la muerte (1964); Oscuro (1977); Transtierro (1979); Críptico y otros Poemas (1980); Obra selecta (1997); Concierto(2004); Las sílabas (2006); Poesía Esencial (2006) y Con arrimo y sin arrimo(2010).

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Carta del suicida

Juro que esta mujer me ha partido los sesos,

Porque ella sale y entra como una bala loca,

Y abre mis parietales y nunca cicatriza,

Así sople el verano o el invierno,

Así viva feliz sentado sobre el triunfo

Y el estómago lleno, como un cóndor saciado,

Así padezca el látigo del hambre,

así me acueste

O me levante, y me hunda de cabeza en el día

Como una piedra bajo la corriente cambiante.

Así toque mi cítara para engañarme, así

Se habrá una puerta y entren diez mujeres desnudas,

Marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen

Unas sobre otras hasta consumirse.

Juro que ella perdura porque ella sale y entra

Como una bala loca,

Me sigue a donde voy y me sirve de hada.

Cítara mía, hermosa…

Cítara mía, hermosa

muchacha tantas veces gozada en mis festines

carnales y frutales, cantemos hoy para los ángeles,

toquemos para Dios este arrebato velocísimo,

desnudémonos ya, metámonos adentro

del beso más furioso,

porque el cielo nos mira y se complace

en nuestra libertad de animales desnudos.

Dame otra vez tu cuerpo, sus racimos oscuros

para que de ellos mane

la luz, deja que muerda tus estrellas, tus nubes olorosas,

único cielo que conozco, permíteme

recorrerte y tocarte como un nuevo David

todas las cuerdas,

para que el mismo Dios vaya con mi semilla

como un latido múltiple por tus venas preciosas

y te estalle en los pechos de mármol y destruya

tu armónica cintura, mi cítara, y te baje a la belleza

de la vida mortal.

Dos sillas a la orilla del mar

La abruma a la silla la libertad con que la mira

la otra en la playa, tan adentro

como escrutándola y

violándola en lo abierto

de la arena sucia al amanecer, rotas las copas

de ayer domingo, la abruma

a la otra

la una.

Palo y lona son de cuanto fueron

anoche en el festín, palo y lona

las dos despeinadas que a lo mejor bailaron blancas

y bellísimas hasta que la otra

comió en la una y la una

en la otra por liviandad y vino Zeus

y las desencarnó como a dos burras

sin alcurnia y ahí mismo

las filmó hasta el fin del Mundo tiesas, flacas,

ociosas.

Enigma de la deseosa

Muchacha imperfecta busca hombre imperfecto

de 32, exige lectura

de Ovidio, ofrece: a) dos pechos de paloma,

b) toda su piel liviana

para los besos, c) mirada

verde para desafiar el infortunio

de las tormentas;

no va a las casas

ni tiene teléfono, acepta

imantación por pensamiento. No es Venus;

tiene la voracidad de Venus.

De la liviandad

Volviendo sobre una línea de Cortázar, las mujeres

cómo recaen. Man Ray

hizo la foto: lomo largo

con todas las vértebras preciosas a la vista y ella cayendo

flexible en el encantamiento, flaca

la pelirroja, lista

para la otra pasarela del placer, los tirantes

por allá, las medias disparadas, y algo más lejos

en la otra punta de la alfombra los dos

zapatos altísimos sin nadie muertos de amor, tristísimos

y viudísimos de ella pidiéndole frenéticos que no,

que su cuerpo blanco no, que no se entregue

a la usurpación, que vuelva

como en el tango, que

no. -Cierren

finas las cortinas.

Del sentido

Muslo lo que toco, muslo

y pétalo de mujer el día, muslo

lo blanco de lo traslúcido, U

y más U, y más y más U lo último

debajo de lo último, labio

el muslo en su latido

nupcial, y ojo

el muslo de verlo todo, y Hado,

sobre todo Hado de nacer, piedra

de no morir, muslo:

leopardo tembloroso.

Fuente: LA PATRIA
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