Lunes 25 de abril de 2011
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Editorial y opiniones
Lecturas para la reflexión
La voz de la Sublime Gloria
25 abr 2011
Fuente: LA PATRIA
Una definición hermosa, hermosísima de Pedro como testigo, junto a Santiago y Juan, del momento en que el Padre dio honra y gloria a Jesús: “Cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: este es mi Hijo amado, mi predilecto”.
El apóstol, piedra de la Iglesia, se ha empeñado en explicar que esa voz suprema, él la escuchó; no es una fábula: “Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacen muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en sus corazones”.
Juan, también presente allí, proyecta este pasaje al momento de la gloria final:
- Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin”.
Fuente: LA PATRIA