Después de diez días de intenso ajetreo sindical en las calles de todas las ciudades del país, pero principalmente en la Sede de Gobierno, tras poner en vilo al esquema gobernante, este último impuso sus condiciones y logró un acuerdo que no satisface a la gran mayoría de los bolivianos. Cuestión de tácticas, aplicación de una estrategia particularizada por la convocatoria a los “movimientos sociales” y el uso de la vara sindical para medir consecuencias, tranquilizó a unos y dejó frustración en otros.
La propuesta gubernamental del incremento salarial del 10 por ciento es la que rige actualmente con el añadido de un punto más, posiblemente dos, que no influirán de manera sustancial frente a la necesidad de cubrir la inflacionaria canasta familiar que sigue en las nubes, mientras en tierra firme, la realidad muestra que los salarios no compensan el desequilibrio de la inflación.
Hay una suerte de hechos que posiblemente son valederos a la hora de compulsar las acciones, más de una semana de paros y convulsión minó la resistencia de los trabajadores movilizados, la dura acción policíaca que lastimó la humanidad de dirigentes y periodistas, afectando inclusive movilidades de la prensa, la amenaza de una confrontación entre bolivianos, ha pesado para que finalmente se acepte un punto más en el salario y se dejen las acciones de presión para retornar a la normalidad. Hay algunos sectores que no admiten el acuerdo, pero resultaría imprudente pretender profundizar la resistencia, cuando ya no hay condiciones para ese efecto.
Una vez más han quedado heridas en el movimiento sindical y habrá cicatrices que se borrarán, especialmente en los procesos de análisis sobre la conducta de dirigentes, de gobernantes, de ministros y de aquellos que por su lealtad y disciplina sindical fueron aporreados sin clemencia por policías que excedieron en sus atribuciones y vulneraron los derechos ciudadanos.
Quedan totalmente insatisfechos, los jubilados del país, esos trabajadores que durante más de treinta años aportaron con su fuerza corporal, su capacidad intelectual y su voluntad de servicio a empujar el carro del desarrollo nacional y que ahora viven limitados rígidamente por ridículas rentas que no alcanzan para cubrir las necesidades de supervivencia y que no tendrán un incremento de justicia y equidad. Se espera que la sensibilidad oficial mejore la situación de los ex trabajadores que dieron todo su esfuerzo y aportaron en el marco de las leyes vigentes, para gozar de una renta digna y equilibrada.
El máximo organismo de los trabajadores determinó suspender todas las medidas de presión y retomar las actividades regulares. Los mineros ya lo hicieron anteriormente y en cierto modo rompieron el esquema de unidad con el resto de los trabajadores. Todavía hay resistencia en el magisterio y habrá problemas en el próximo pago de salarios, cuando se descuenten por días no trabajados, a maestros, funcionarios de salud y de otros sectores que se sumaron a las movilizaciones.
De momento son más los perdedores, quienes ganaron, son apenas los pocos que gobiernan sin sentir el peso de la crisis y según dicen en ciertos corrillos… algunos dirigentes que buscan fines prorroguistas. Ése es el final de otra larga jornada que enfrentó a trabajadores y gobierno.
Fuente: LA PATRIA
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