Las imágenes difundidas el viernes reciente, a través de los medios de comunicación, respecto al accionar de las “fuerzas del orden”, reprimiendo a maestros marchistas y también queriendo obstaculizar la labor de los periodistas desplegados hasta el sector de La Apacheta, motivaron comentarios adversos hacia los hombres de verde, que haciendo ostentación de fuerza y armamento atentaron contra la integridad de bolivianos que encontraron en las movilizaciones sociales un espacio para protestar en demanda de un mejor incremento salarial.
Esas imágenes captadas en Bolivia, un país donde se vive un “proceso de cambio” dieron la vuelta al mundo, mostrando a esos hombres con botas recubiertas de material duro, probablemente metal, aseguradas con hebillas y cubiertas con rodilleras, luciendo cascos para proteger su integridad y en esta oportunidad para camuflar su identidad agresora, portando así sea un palo (tolete) o un lanza gases, para “poner orden”.
Pero así como actuaron estos señores, el viernes desenmascararon la peor cara de quienes atenidos al uniforme que les da cierto rango de autoridad, atentan contra los derechos humanos de ciudadanos bolivianos, que esperanzados en las movilizaciones reclaman por mejores días para ellos y sus familias.
Qué dolor el que sintieron los manifestantes, que a diferencia de sus agresores no iban vestidos como robots o héroes de películas norteamericanas, concretamente el conocido robocop, (mitad hombre, mitad máquina). Pero, más que el dolor físico, está el dolor de la desesperanza, cuando a través de la brutalidad se quiere silenciar el hambre y el anhelo de mejorar aún sea mínimamente un pobrísimo salario insuficiente para satisfacer las necesidades básicas.
Queda la duda sobre las imágenes que fueron captadas por el colega del diario Página 7, pues éstas permanecen bajo poder de los hombres de verde quienes a golpes y bajo amenazas sustrajeron el testimonio gráfico de los acontecimientos de La Apacheta ¿Qué pudo captar el reportero gráfico que no quieren que se vea?
¿Qué pasaba si un periodista agredía a un uniformado?, con seguridad que a esta hora el trabajador de la prensa estaría lamentado su exabrupto detrás de las rejas de una fría carceleta, situación lejana de la se encuentran aquellos “robocops altiplánicos”, quienes validos de sus armas, con absoluto abuso de autoridad y atenidos a su accionar en grupo, redujeron a los marchistas de La Apacheta, pero, no consiguieron su objetivo de borrar las huellas de su reprochable actitud, pues ahí, a pesar de su intento de silenciarnos, estaban los periodistas y reporteros gráficos para mostrar al resto de los bolivianos y al mundo cómo operan las “fuerzas del orden”.
(*) Periodista
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