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Domingo 17 de abril de 2011

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Cultural El Duende

Rosario Q. de Urquieta:

Recordando a Julio de la Vega Su palabra telúrico/humana y sensual

17 abr 2011

Fuente: LA PATRIA

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Segunda y última parte

El trópico será para el poeta no sólo el hábitat o la atmósfera telúrica que le brinde su aire y colorido sino será, sobre todo, la razón tangible que motiva a recibir la herencia con nostalgia, pero con fidelidad.

Aquí la selva me penetra

Y mis brazos son ramas Y soy un árbol del anhelo

Soy una cabaña de madera rústica

Techada con hojas de palmera

Con todas las urgencias habitándome

(Reencuentro sinfónico del hombre y su trópico)

La euritmia que ofrece al oído la lectura de los poemas y la recurrencia en el uso de términos musicales como allegros, molto vivace, sinfonías, rondó, etc., nos advierten del conocimiento y sensibilidad musical del poeta. Percibimos que a través del proceso de la elaboración de la metáfora sostenida se logra un ritmo poético que nos da la sensación de escuchar un río que discurre sin tropiezo pero que en la fuerza de su corriente subyace una incontenible rebeldía.

La obra poética de Julio de la Vega tiene renovadas tendencias dentro de la Segunda Gesta Bárbara: sentido de la vida, formas, modos, concepciones ideológicas que transitan hasta el límite, a veces, indefinible. Su espíritu innovador, inconforme, transgresor, insurgente en una realidad demasiado lógica para el dolor, encuentra en el surrealismo de André Bretón el verbo nuevo en sus viejas raíces.

La razón desbocada

El equilibrio roto como vidrio molesto

Y el verbo nuevo en sus viejas raíces

Decía cosas que brotaban de lo hondo

Y hacia lo hondo iban

Como alga soltada de sus anclas marinas

Igual que un pez que sube

A desvestirse de agua

( Homenaje a André Bretón)

Sabemos que la influencia del surrealismo ha sido generadora de una expresión nueva en la literatura y en el arte del siglo XX. Unir poesía y revolución para cambiar el mundo, proclama André Bretón y lo confirman los precursores Rimbaud, Apolinaire, entre otros muchos. Para el surrealismo no hubo más horizonte que el de la transformación completa tanto en literatura, en el arte y en la vida. Sobrepasar lo real por medio de lo imaginario y lo irreal con exclusión de toda lógica o preocupación moral o estética y en esas concepciones y aguas nadó algo de la producción de Julio de la Vega.

El lenguaje que utiliza Julio de la Vega no es un juego de palabras por la palabra por el contrario, está entrañablemente ligado a su posesión frente a la realidad desde donde expresa los temas eternos del hombre. Lo sencillo, lo profundo de la vida y el mundo en un claro compromiso social.

¿Qué noche de Walkirias han nacido?

Qué brujo

¿Qué fauno desbordado, en qué momento

Escribió sobre sus rubios vientres

El amor sin amor, como castigo?

***

Las prostitutas de París pueblan la noche

Detrás de sus senos

Está la historia de París

Bajo sus faldas se oculta todo el dolor del mundo

(Las prostitutas de París)

Su poesía también tuvo su registro en la llamada poesía social, con versos que expresan su solidaridad para el explotado y oprimido para aquel transeúnte ignorado, anónimo que habita en la esquina cortada de la inexistencia.

Para el poeta, la muerte física no es la única ni definitiva enajenación de la vida sino aquella muerte diaria, cotidiana que destina al hombre a un estado infrahumano de subsistencia, ahí es donde el poeta sufre y desde ese dolor brota su palabra de solidaridad.

Que me permitan caminar la noche

(porque es igual que caminar la vida)

Y amanecer por todos los poblados

Hollando las bahías

Inscribiendo las cumbres

Y cuando arañe las fronteras

Me encuentre

ante cortinas de papel

(Canción de los Derechos Humanos)

En esos versos podemos percibir un deseo y una voluntad de contribuir a que el hombre se afirme en su derecho de ocupar el mundo sin fronteras, ideologías ni colores. Julio de la Vega pide: luz para todos / cuando mire el católico o mire el sintoísta / y cuando mire un hombre equivocado / no toquen las espaldas a su equívoco. Se confirma así, que la función social del poeta debe armonizar individuo y sociedad, individuo y naturaleza entre Dios y el pueblo.

En suma, la obra poética que ha dejado Julio de la Vega es consecuente con principios, valores y concepciones que ha vivido, de ahí que sea poesía de honda verdad expresada con emocionada reflexión en versos de un ritmo que es la palpitación misma de su sangre más allá de lo concreto, más allá de la muerte, más aquí de la vida porque el arte nos permite volver a vivir.

Rosario Quiroga de Urquieta.

Escritora y poeta cochabambina.

Fin

Fuente: LA PATRIA
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