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Domingo 17 de abril de 2011

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Cultural El Duende

Carlos Bousoño:

La poesía como contemplación de un contenido psíquico tal como es

17 abr 2011

Fuente: LA PATRIA

El poeta y crítico literario español Carlos Bousoño realiza un estudio acerca de la teoría de la expresión poética, hacia una explicación del fenómeno lírico a través de textos españoles, afirmando que la poesía, por ser un arte temporal a diferencia de las artes plásticas, resulta más fiel que estas últimas a un aspecto esencial de la vida, y, por consiguiente, sólo en este sentido es superior a ellas

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Los que nos preocupa en el presente estudio es averiguar qué cosa hace el poeta cuando se expresa como tal. Para ello, la definición del acto poético debe abarcar todos los casos posibles, tanto los que históricamente se han dado como los que en el futuro puedan presentarse. Y nuestra afirmación inicial será: poesía es la comunicación establecida con meras palabras, de un conocimiento de muy especial índole: el conocimiento de un contenido síquico tal como es, o sea de un contenido síquico como un todo particular, como síntesis única de los conceptual-sensorial-afectivo. De lo que se trata es de indicar escuetamente el papel que en la comunicación poética representa lo que comúnmente se ha llamado placer estético. Y es que la expresión adecuada que para esa comunicación se requiere se acompaña, secundariamente, de un desprendimiento de placer en el que coinciden autor y oyente o lector. Este desprendimiento placentero que toda expresión lleva consigo hasta la puramente conceptual, no poética, es paralelo al desprendimiento de, por ejemplo, la risa que la expresión cómica efectúa. El placer en este caso, parece venir de nuestra visión de lo que se adecúa rigurosamente a la vida, y que por eso nos salva, en cambio, según Bergson, la risa nace de lo contrario: de contemplar una inadecuación con respecto a tales exigencias.

Es probable que algunos términos usados en nuestra definición, tales como comunicación, conocimiento, tal como es, podrían resultar confusos. Por lo pronto diré que la palabra conocimiento, sinónima aquí de lo que otros tratadistas denominan percepción, recuerdo tranquilo, distancia psíquica, etc., quiere dar a entender que la poesía no es, sin más, emoción a secas, sino percepción de emociones, evocación serena de impresiones y sensaciones.

Lo que se comunica no es, pues, un contenido anímico real, sino su contemplación. Los contenidos anímicos reales sólo se sienten; pero la poesía no comunica lo que siente. Si el poema comunicase lo que siente, cuando el autor escribiese que le dolían las muelas, le dolerían las muelas al lector; cuando escribiese que estaba enamorado, el lector se enamoraría. El cómico absurdo al que llevan tales ideas dice a las claras la infinita distancia que media entre contemplar y vivir, entre poesía y realidad, o, más ampliamente, entre lenguaje y realidad. Pues el lenguaje no poético tiene de común con el poético este carácter contemplativo y se diferencia de él exclusivamente en la índole de lo contemplado. El lenguaje no poético contempla uno solo entre los ingredientes sintéticos del contenido anímico, el ingrediente genérico, el concepto, mientras a través de la poesía contemplamos el contenido anímico tal como es, en su aspecto de todo particular. Y, en efecto, nuestra representación de los objetos posee contextura de bloque infragmentable, pese a su posible análisis en tres ingredientes, como el que Dámaso Alonso ha realizado. Nuestro modo de registrar la realidad, según éste, comprende: a) las diferencias individualizadoras de esa realidad (recibidas sensorialmente); b) la adscripción a un género (operada intelectualmente); c) la actitud del hablante ante esa realidad (descargada afectivamente).La persona que ve en la fruta que alguien come un gusano, y grita: ¡un gusano! parte de la sensación individualizadora (blancuzco, determinados movimientos ondulados, etc.), la adscribe al género gusano, y expresa su repugnancia personal y su deseo de que otra persona no la coma.

Todos estos elementos (sensoriales, conceptuales, afectivos) están en la representación interior del hablante, pero en forma de unidad, que si, por medios puramente verbales, logra ser comunicada tal cual es (en su tripartición sintética), se nos manifestará como poesía.

Claro está que en un poema puede predominar uno sólo de los tres componentes, y hasta, de hecho, quedar tan reducido uno de ellos o quizá los otros dos (salvo si es el concepto el único superviviente, en cuyo caso no se produce la expresividad) que en la práctica sea como si no existiesen. En estos versos de Rubén Darío:

Padre y maestro mágico, liróforo celeste,

que al instrumento pánico y a siringa agreste…

En este otro de Góngora:

infame turba de nocturnas aves

y en este de Racine:

la fille de Minos et de Pasiphaë

Es lo sensorial lo que cobra un papel decisivo. Otras veces será el elemento sentimental el que se ponga de relieve; y con más frecuencia una mixtura dual: lo afectivo-sensorial, lo conceptual-afectivo, etc. En cambio, la poesía no puede consistir únicamente en conceptos, pues lo conceptos, en cuanto tales, ostentan un sentido genérico que se opone a nuestra definición de la poesía como contemplación espiritual de un contenido anímico particularizado. Naturalmente, cabe una poesía que dé importancia al pensamiento y hasta mucha importancia. Mas, ese pensamiento poético ha de estar empapado de afectividad (Quevedo, Unamuno) o de sensorialidad (ciertas composiciones del “Cántico” de Guillén, por ejemplo), de modo que el conjunto sintético que se obtenga, la criatura no descuartizable, sea única, no universal en el sentido en que lo es el concepto a secas (la universalidad de la poesía tiene, no hace falta decirlo, otra significación).

La expresión contenido anímico tal como es alude igualmente a la naturaleza fluyente de los estados de alma. La palabra contenido, en la definición propuesta, no significa lo mismo que en otras posibilidades de su empleo: verbi gratia, cuando decimos: el contenido de una jarra. Al referirnos al contenido de una jarra, pensamos en algo estático, inmutable; en cambio, un contenido psíquico está en perpetua mutación; es un constante devenir, algo incesantemente movedizo, fluyente, aunque nuestra experiencia de la realidad interior pretenda insinuar lo contrario. Se trata de una ilusión de nuestros sentidos, como ha demostrado Bergson. El poema imitación o como expresión de lo que ocurre en el alma del hombre, consistirá también en un fluir, más o menos evidente, de estados de conciencia cambiante que se desenvuelven en el tiempo.

La poesía, por ser un arte temporal a diferencia de las artes plásticas, resulta más fiel que estas últimas a un aspecto esencial de la vida, y, por consiguiente, sólo en este sentido es superior a ellas.

Fuente: LA PATRIA
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