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Domingo 17 de abril de 2011

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Revista Dominical

Bicentenario de un carnaval patrimonio de la humanidad

17 abr 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Ma. Teresa Rivera de Stahlie • Presidenta de la Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericana en Madrid y Orureña de nacimiento

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Fundada en 1606 con el nombre de Villa de San Felipe de Austria, la ciudad de Oruro, capital folklórica de Bolivia, se convierte, todos los años en Carnaval, en un grandioso escenario de colorido y esplendor que atrae a turistas de todo el mundo.

Kullawadas, Tobas, Caporales, Suri-Sicuris, Llameros, Zampoñeros, Morenos, Incas y muchos otros grupos desfilan bailando en una extraordinaria y grandiosa “cabalgata” donde lucen los más ricos y variados atuendos. Cada grupo, cada baile, tiene su propia música y su propia historia enraizada en algún aspecto de culturas ancestrales, y todos bailan en honor a la Virgen de la Candelaria, denominada Virgen del Socavón por ser la patrona de los mineros.

Ya en el Siglo XVIII, Arzans de Orsúa y Vela había comentado las excelencias de los bailes que pudo admirar en la Colonia, y en épocas recientes, personalidades como el novelista y narrador cubano, Alejo Carpentier y el músico y compositor francés, Olivier Messiaen, ensalzaron la riqueza y variedad del folklore boliviano. El Carnaval de Oruro es una plataforma que corrobora estas afirmaciones y que justifica plenamente el título de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, recibido en el año 2001 por la Unesco.

Durante todo un año, hábiles y diestros artesanos preparan los atuendos y complementos que lucirán los bailarines en los Carnavales de Oruro, y sin quitar mérito alguno a los demás conjuntos que son tradicionales en este suntuoso desfile, la atracción mayor la constituye sin duda La Diablada, que es de una presentación imponente y única, no solo en su atuendo sino también en su baile.

Los faldones con monedas (antiguamente eran monedas de plata), las pañoletas bordadas, las botas con espuelas, los guantes, el corpiño bordado, y la careta, feroz y artesanalmente bella, cada una diferente a la otra, de la que cuelgan largos cabellos rubios, hace del conjunto del disfraz, algo realmente único. El diablo de Oruro no tiene parangón con ningún otro en el mundo, y es insuperable e irrepetible.

La coreografía de su baile y sobre todo los atléticos saltos, exige de sus componentes una excelente forma física. Los bailarines se preparan durante meses ensayando para el esfuerzo que será el bailar durante días en una altura considerable, (Oruro está a 3.706 mts. de altitud) algo equivalente a danzar durante días en la cima más elevada de “Les Diablerets” en Suiza.

La jerarquía mayor del infierno está representada en La Diablada. Satanás y Lucifer son los únicos que lucen sendas capas bordadas. Forma parte del conjunto la figura de la “chinasupay” o diabla, con careta provocativa y apariencia lujuriosa. Otras figuras como un cóndor, que tiene que ver con leyendas ancestrales propias de Oruro, y un oso cuya tarea es divertir, tampoco pueden faltar.

La figura del Arcángel Gabriel de rostro severo y con una espada en la mano, como buen guardián del cielo, es importante porque es también el jefe de la comparsa y el que marca los cambios coreográficos y las figuras a realizar.

Los diablos se despojan de sus caretas sólo para rendir homenaje a su patrona, la Virgen del Socavón, ante cuyo altar se postran de rodillas. Curioso, emotivo e impactante resulta ver a todo el “infierno” arrodillado, en un acto de fe y humildad, ofrendando a la Patrona, todo su arte, esfuerzo y resistencia.

La figura original de la Virgen se remonta a unos 400 años atrás cuando la imagen fue encontrada, pintada en un tapial -según el relato de José Bravo Rivas. La primera capilla data de la segunda mitad del Siglo XIX con ampliaciones en los años 90, años en que fue consagrada como Santuario. En el año 2000, la Virgen fue coronada en su nuevo altar por el Nuncio Apostólico de Su Santidad el Papa Juan Pablo II.

Los cargamentos de plata son otra curiosidad del Carnaval de Oruro. Cada comparsa es precedida en el desfile por una enorme cantidad de automóviles adornados con platería, en un verdadero despliegue de riqueza de la ciudad minera por excelencia.

El Domingo de Tentación marca el final del Carnaval, algo así como el “entierro de la sardina” en España, con un desfile donde nuevamente se dan cita, la música, los bailes, pero también la expresión de fe.

Este año de 2011, marcó el bicentenario del Carnaval de Oruro, una grandiosa festividad folklórica que une la fiesta a la devoción de un pueblo cargado de historia, mitos, leyendas y religiosidad.

Fuente: LA PATRIA
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