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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 De la democracia al control total del poder - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Resultan demasiadas las coincidencias o por demás evidentes las prácticas que, casi en forma simultánea y sólo con diferencias de forma, desde diversos puntos geográficos del planeta se emitan críticas contra la estructura y funcionamiento del Poder Central y su “proverbial” dominio sobre los dos restantes poderes del Estado, como resultado de una acción abierta, constante y decidida de imponer una “política de control total” contraria a la centenaria práctica del sistema democrático que, en criterio de pensadores de todos los tiempos, “con todos sus defectos, constituye el mejor y más apropiado para la administración de un Estado”.
No sólo Europa, sino que la propia Organización de Naciones Unidas y varios estudios del interior del país, expresan un “sonoro cuestionamiento” al funcionamiento de los poderes Legislativo y Judicial bolivianos, cuyas autoridades supuestamente comprometidas con el cumplimiento de la Constitución Política del Estado y su economía jurídica, las violan sin un “mínimo de vergüenza” ante la absorta mirada de la sociedad y del mundo, sin observar el elemental principio del sentido común.
No olvidemos que, el avance tecnológico y el constante flujo de información a través, no sólo, de los medios de comunicación, sino de todos los sistemas alternativos, tanto los gobiernos como la humanidad en general, se informan inmediatamente de lo que ocurre en otras latitudes. Un ejemplo de aquello, es el despertar democrático que se da en los países árabes, cuya población civil no sólo aspira libertad, sino alternabilidad e inclusión para la administración de los Estados y, a partir de la elección de sus gobernantes, pretende la vigencia de sistemas democráticos acordes con la realidad del mundo. No se trata de derrocar gobiernos para sacar de esos países a la llamada “izquierda islámica”, sino poner en vigencia y funcionamiento un proceso de evidente transformación hasta hoy negado por el poder dictatorial de una sola persona y por décadas.
La sociedad boliviana es pesimista frente al funcionamiento de los tres poderes del Estado, debido a la suspensión del ejercicio de fundamentales principios constitucionales, como son la “separación, coordinación y cooperación” (Art. 12 de la C.P.E.), que significa en buen romancero, “independencia de poderes”. Un informe de Naciones Unidas ha observado “la sumisión” a la cual se halla sometido el Poder Judicial que, de hecho, constituye el instrumento que facilita y garantiza el cumplimiento de la Constitución y las leyes del país.
Un análisis y evaluación sobre la “Calidad de la Democracia en Bolivia 2010”, trabajado por la Asociación Boliviana de Ciencia Política (ABCP), que cuenta con el respaldo de la Fundación Alemana: Konrad Adenauer Stiftung, observa al hablar sobre “la injerencia y/o intromisión del Órgano Ejecutivo en sus ámbitos de trabajo” que “la Asamblea Legislativa Plurinacional no pueda ejercer una función esencial en democracia: el debate pluralista y libre de los temas de agenda…” y el “Órgano Judicial carece de independencia y es controlado por el Órgano Ejecutivo lo que, de hecho, demerita su trabajo y agiganta sus defectos estructurales: retardación de justicia, corrupción y parcialización”.
Para graficar el fenómeno que afecta a la vigencia de la democracia en Bolivia, la sociedad observa que la justicia boliviana mantenga su ritmo de abandono en la administración de los procesos comunes, acelere los casos instaurados a instancias del Ejecutivo, sea cual sea su naturaleza, hasta lograr que “los imputados sean encarcelados” para luego “archivarlos en las gavetas del olvido”. En esta eventual práctica, son los fiscales quienes ejercen “la fuerza del poder político”, mientras que los jueces sólo cumplen con lo escrito en los llamados “requerimientos del Ministerio Público”.
En pleno Siglo XXI, la sociedad todavía observa con resignación que la “vanidad empuja al hombre vulgar a perseguir un empleo expectable en la administración del Estado, indignamente si es necesario; sabe que su sombra lo necesita”. Para muchos es la única oportunidad y para pocos, esa actitud es despreciable, como despreciable es el “cortesano de la mediocracia, que triunfa humillándose, reptando, a hurtadillas en las sombras, disfrazado, apuntalándose en la complicidad de innumerables similares”, de acuerdo con las definiciones que plantea el pensador y filósofo, José Ingenieros. Olvidemos por el momento, al hombre de méritos, al digno, al excelente y al justo, porque no es su tiempo.
(*) Periodista
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