Domingo 03 de abril de 2011
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Y qué haremos cuando venga el mar,
cuando se abran los diques de los Andes
y los salares regresen a su cuerpo infinito.
Los Aimaras levantaron las montañas
como las olas levantan a los barcos.
Los Aimaras le dieron nombre a las olas
y así fue que Illimani pasó a ser el nombre
de todos los barcos más grandes.
¿Pero qué haremos cuando regrese el mar
y el Potosí reviente en corrientes de plata,
cuando El Chaco
se limpie de tantos ecos de guerra?
Los weenhayek aman y veneran
el recuerdo de la brisa
y en Tiahuanaco
existe un puerto inmemorial
que espera el regreso de su flota de piedra.
¿Por qué no habría
–entonces–
de regresar el mar?
¿Qué mar no quisiera
regresar al lugar donde amó
por primera vez?
Fabricio Estrada. Honduras.
Fuente: LA PATRIA