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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 La mayordomía en el Socavón - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
La fiesta patronal cristiana de cada comarca y de los gremios, en la América Hispana tiene su origen inmediato, en la península Ibérica. Los españoles como parte de su carga cultural llegaron con sus propias costumbres y tradiciones, las mismas con el tiempo se hicieron parte de la realidad local en todo el ámbito donde les tocó establecerse.
En la ciudad de Oruro, en el último siglo, la fiesta más importante es la de la Santísima Virgen de la Candelaria, más conocida como del Socavón. Dicha fiesta ha heredado de los primero hispanos que llegaron a estas tierras algunas de sus instituciones, desde luego con nuevas responsabilidades que el medio exigía. En España el responsable o cabeza en la organización de la fiesta ha sido y todavía sigue siendo el “mayordomo”. Generalmente los mayordomos son un hombre y una mujer, de ser posible solteros, su responsabilidad es contratar los músicos y si es en mayo preparar el árbol o ramada, el arreglo del templo, si es con danzas, organizar a los grupos de baile, así, una infinidad de ocupaciones y preocupaciones.
La fiesta de la Virgen del Socavón de Oruro, hasta hace unos años atrás, tenía su mayordomía, un matrimonio responsable de varias de las actividades de la fiesta que se realiza todos los años en los días del carnaval. Este cargo o institución no era muy conocido por ser el menos publicitado. A los pasantes de la fiesta se los apreciaba por el conjunto o comparsa que presentaban en la entrada de ceras y cargamentos, como la mayordomía no participaba de la entrada, nadie reparaba en ellos. Las responsabilidades eran diferentes a la de los pasantes.
Como todo responsable de una fiesta, los mayordomos del Socavón tenían sus invitados para las diferentes actividades que se desarrollaban, en una de esas ocasiones, la mesa de once, se elegía a los futuros responsables de esta institución. Los recientemente elegidos mayordomos invitaban a la velada en honor de la Virgen del Socavón a su domicilio particular a los pasantes de cada uno de los conjuntos, en los primeros sábados de mes. Las veladas eran la ocasión para que las personas con mayor experiencia les den consejos adecuados a su rol de pasantes y mayordomos.
Iniciados en la responsabilidad, debían coordinar sus actividades con los sacerdotes encargados del santuario del Socavón o el cura párroco de Oruro, especialmente en el arreglo del altar de la Virgen, incluida la sagrada imagen. Como en el santuario había damas piadosas para el arreglo, la mayordomía les atendía con algún refrigerio. La semana anterior al último convite, el arreglo era con mayor esmero, y la atención a las damas y otras personas que cooperaban podía ser con un almuerzo u otra forma de convite. De la misma, forma, la mayordomía debía encargarse del arreglo de los muebles y del aseo del templo en los días de la fiesta. A mediados del siglo XX, con la llegada de los Frailes Siervos de María como custodios del Santuario y de la sagrada imagen, se hicieron algunos cambios en las responsabilidades de la mayordomía.
El honor de la mayordomía, en el pasado, era ser el único responsable del cuidado y conservación del santuario. Al margen de esa labor, los mayordomos participaban de la fiesta en roles que no podían cumplir los pasantes ni cabecillas.
La noche víspera de San Juan, en la plaza o el atrio del templo del Socavón, se preparaba una fogata donde estaban invitados los cabecillas de los novenantes y cualquier miembro de cualquier comparsa, en esta ocasión la atención era de canelitas con singani, para complementar el calor de la fogata. La ocasión era propicia para que los viejos bailarines, y pasantes de tiempos pretéritos, den consejos útiles a los jóvenes.
El 2 de agosto, hacían su mesa ritual a la waka del Socavón. En la ofrenda al sapo participaban los que ya cumplieron el rol de mayordomo y parientes cercanos. El rito en sí no pasaba del sahumerio y algún consumo de bebidas alcohólicas en cantidades moderadas, no por el costo, sino, porque los mayordomos eran parte del santuario.
En los primeros días del mes de septiembre, los pasantes de las diferentes comparsas visitaban a la mayordomía llevando el plato de muestra de las masitas para el rodeo. Los pasantes a partir de la fiesta de la Santa Exaltación de la Cruz, debían proceder a “rodear” a los danzarines, a los que preparaban los cargamentos a los padrinos de ceras (cirios) para la entrada, a los que erigían los arcos para la procesión y otros. El Rodeo es el contrato ritual entre el pasante y los devotos de la Virgen del Socavón para participar de la fiesta.
Si bien la mayordomía tenía como principal atribución el cuidado y mantenimiento del santuario, era también cabeza de los pasantes y cabecillas. En la fiesta determinaba el orden de las misas y procesión tomado en cuenta el prestigio del matrimonio que hacían de pasantes, y la importancia del gremio en la sociedad local. A los novenates les asignaba el lugar en orden de antigüedad. El rezo del santo rosario de los novenantes estaba determinado por la mayordomía no tanto en el día como en la hora. La falta del sacerdote era suplido por el mayordomo para dirigir las oraciones.
Un aspecto social, probablemente nunca ejercido, era velar que el día de la fiesta los pasantes sea un matrimonio con todas las bendiciones de la Iglesia. Hipotéticamente podría haberse dado el caso de que una pareja concubina reciba, en un determinado gremio, la fiesta de la Virgen del Socavón sin haber cumplido con el sacramento del matrimonio. Los mayordomos, junto con los padres de la pareja eran quienes planificaban la ceremonia en un día mucho antes que se realice la fiesta.
En la visita de parte de los pasantes al Santuario, más conocida hoy en día como el convite, los mayordomos debían darles la bienvenida en la puerta del templo. Con el tiempo eran los sacerdotes quienes recibían a los pasantes, sus invitados y en especial a los danzantes. La bienvenida como costumbre está presente hoy en día. Como no hay en la puerta quien dé el abrazo de llegada, son los mismos devotos danzantes quienes mutuamente se dan la bienvenida, no debe extrañar que conjuntos, sin estar concientes del pasado, entran abrazados a los pies de la Virgen del Socavón, especialmente el día de la entrada.
En la navidad, pasantes y mayordomía, mandaban celebrar misas por el niño Jesús. Los pasantes ofrecían a los niños de su barrio un chocolate con buñuelos, el mayordomo erigía un arco con frutas en la puerta del templo del Socavón, este arco tenía principalmente peras, fruta de la época, sin faltar desde luego, unos panes y la phasankhalla. Los niños de barrios donde no había un pasante, se congregaban en la plaza del Socavón y pasada la procesión se apoderaban de todo lo que tenía el arco. Igual que los pasantes la mayordomía ofrecía a los pequeños su chocolate con buñuelo. En ambos casos la atención a los niños no era gratis, ellos debían adorar al niño Jesús bailando. Se atendía con un almuerzo a los niños adoradores organizados por la mayordomía.
En los días previos a la fiesta, los arreglos del templo, los mobiliarios, debían ser revisados cuidadosamente. Existía la costumbre de que devotos de la Virgen, paguen por esos arreglos o donaban bancos, candelabros, manteles de altar y vestimentas para la sagrada imagen con el nombre de “obrar”. Así las personas se “obraban” a la actual Patrona del Folklore Nacional. Todas esas “obras” debían ser rigurosamente registradas por la mayordomía en un cuaderno anual.
El domingo anterior a la fiesta, las visitas a la Virgen por los pasantes y cabecillas eran recibidas con un abrazo a los principales personajes de la comitiva. La mayordomía indicaba qué lugares ocupar en el templo y todo el ritual, facilitando de esta manera la labor del sacerdote.
El viernes anterior al día de la fiesta, es probable que en el pasado, se haya dado una ofrenda a la waka del lugar. No tenemos evidencia de esa ceremonia que en la segunda mitad del siglo XX se realizaba por todos los pasantes.
El día de la entrada, la mayordomía hacia arreglo de todos los bancos para que los pasantes con sus respectivas comparsas puedan ingresar al templo después de recibir la bienvenida. Las ceras o cirios eran recibidos por los ayudantes de la mayordomía. Los cargamentos se bendecían en su presencia.
Las vísperas, cantadas en latín por el sacerdote, en presencia de los pasantes y su comitiva era el capítulo primero de uno de los evangelios. Terminada la ceremonia la mayordomía instalaba algunos bancos del templo en la plaza del Socavón para iniciar la verbena y la quema de fuegos pirotécnicos. Los fuegos pirotécnicos eran donados por los padrinos nombrados en el rodeo. En el centro de la plaza, que en el pasado no estaba pavimentado, se prendía una fogata para calentar a los asistentes en la noche fría. Después de acompañar a la mayordomía por algunas horas, los pasantes se retiraban a sus respectivas sedes de fiesta.
La imagen símbolo de la mayordomía, se velaba en un local continuo al templo, en el lado Norte. La velada era con algunas bebidas calientes, algo de coca y cigarrillos. Las personas que velaban junto la Virgen en determinados momentos iban a departir con otras de la verbena. De la misma manera los que estaban en la verbena entraban al local a ofrecer sus plegarias la Virgen del Socavón.
La fogata era el centro de la verbena para servirse algunos ponches y departir charlando entre viejas amistades. Con un buen acopio de leña la fogata permanecía viva toda la noche. Las calderas u otros recipientes se mantenían calientes en las brasas, de manera que el ponche y otros licores tengan la temperatura adecuada para los consumidores de la ocasión.
El qalapari gracias a la fogata debía estar listo en la madrugada. En la tradición orureña se dice que antiguamente en la madrugada de la fiesta se ofrecía de parte de los pasantes un plato de qalapari a los que habían estado en la verbena y a los más madrugadores. Lo cierto es que los pasantes no tenían tiempo para este menester, era la mayordomía que ofrecía en la plaza del Socavón el apetecible plato. En la fogata desde su inicio se colocaban piedras rodadas de río, las que se calentaban hasta llegar a una alta temperatura, ya en la madrugada, los encargados de preparar el plato, en un cántaro echaban la harina de maíz junto con algunos otros aditamentos comestibles y suficiente agua. Con alguna pala metálica o algo parecido, retiraban las piedras calientes de la fogata e introducían al cántaro para de esta manera se dé la cocción a los ingredientes del qalapari. Las personas presentes a la hora de servir la delicia, se deleitaban con el plato madrugador.
Después del alba musical en la plaza del Socavón, y con los danzarines ya disfrazados, se habría la puerta del Santuario, los pasantes con su comparsa llegaban para la primera visita del día de la fiesta a la Virgen. Después de cumplir con la sagrada imagen, visitaban a la mayordomía en el ya citado local. Los mayordomos agradecían la gentileza con una copa de licor. Cerca de la mitad del siglo XX se ha agregado una tercera visita a la prefectura del departamento, retribuida con una botella de cerveza. Estas visitas hoy en día ya no se practican.
La misa de la mayordomía era el día lunes o tercera de la fiesta, con su procesión y seguida de una mesa de once. En este banquete se nombraba a los futuros mayordomos y en horas de la noche se hacia el déjame o cambio de mayordomos. Los inventarios y otras obligaciones de la transición debían esperar algunos días.
Eso era la mayordomía hasta que se amplió el templo del Socavón y se construyó el Centro Mariano. No teniendo un lugar para atender las obligaciones del cargo y local para recibir las visitas en su calendario ritual, desapareció de la fiesta de la Virgen del Socavón.
Fuente: LA PATRIA
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