Los cuatro días en que Oruro se hace único por su Carnaval

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Existen algunos días, en que el Carnaval devocional de Oruro llega a su pináculo festivo, demostrando a todo el mundo su importante y justo reconocimiento como “Obra Maestra”.

Necesario es que el visitante; sin excluir al orureño, conozca el valor simbólico, festivo, cultural, espiritual y social, en torno a estos días, pues se puede caer en confusiones y malos entendidos acerca de esta magna celebración.

EL PUEBLO PEREGRINA

Sábado de Entrada en honor a la Virgen del Socavón

Es el día más importante de toda la festividad, es cuando salen a relucir los mejores bordados, partituras musicales, espectaculares caretas y sincronizados pasos coreográficos a cargo de los conjuntos folklóricos, todo en loor de la Virgen del Socavón.

El sentido simbólico de este día, esta lleno de espiritualidad. Un comienzo y un final asemejan a la Entrada con la vida misma, que recorre su cause normal, lleno de incertidumbres, penas, alegrías, gozos, cansancios entre otros, con un fin único, llegar a contemplar la luz y la belleza en donde todos nos hacemos iguales, y donde el tiempo se cumple llegando a la plenitud íntima entre el Creador y su creación, cara a cara, teniendo a María como intercesora.

Los danzarines llegan al Santuario, llenos de sentimientos encontrados y es donde lo intangible se muestra en toda su integridad, y se siente y ve desde el momento en que el danzarín, de rodillas, se acerca donde su Madre, con la fatiga encima pero firme en su fe y su promesa.

Todos los miembros del conjunto, no darán la espalda a la Virgen en ningún momento, la verán siempre hasta que se retiren por completo del lugar santo.

En otrora, el Sábado de Peregrinación iniciaba pasado el medio día, y culminaba alrededor de las 20 horas, dando lugar a demostraciones nocturnas en diferentes lugares de la urbe. Hoy en cambio, inicia a primeras horas de la mañana y tiene una duración de más de 24 horas.

Esta peregrinación, la encabezan las autoridades civiles, religiosas y de organización, mientras el pueblo se acomoda en “graderías” instaladas alrededor de la ruta. Cada conjunto porta su estandarte con la imagen de la Virgen, los nombres de los pasantes y el nombre de la fraternidad.

Los pasantes, directivos y miembros de la cofradía, son los que encabezan cada conjunto, juntamente con el “cargamento”, un vehículo adornado con una selecta platería en honor de nuestra Señora.

El sábado, ningún danzarín puede sacarse la careta, ni hacer demostraciones coreográficas para alguna autoridad o público, ya que la finalidad de cada danzarín es llegar a los pies de la Virgen, pues es ella quien inspira la danza y la música. Lamentablemente, el juego con agua y el exceso de bebidas alcohólicas, empañan algunos aspectos de este y otros días de la fiesta.

EL PUEBLO FESTEJA

Domingo de Corso

Este día se iniciaba con el saludo de “El Alba”, una retreta en honor a la “Estrella de la mañana”, la Virgen. “Las bandas de música interpretaban plegarias y dianas en los primeros rayos de sol -como cuenta Estanislao Aquino- y luego proseguían con interpretaciones de cada conjunto, invitando al gozo general del pueblo siempre en honor de la ‘Mamita’. Este saludo se ha perdido en el paso del tiempo, ya que la Entrada del sábado se extiende hasta más de las 8 de la mañana del domingo. Habrá que repensar en rescatar esta tradición.

El domingo es el día del Carnaval, pero sin perder a esencia devocional. Los conjuntos vuelven a hacer su ingreso, adornados con globos, serpentinas y mixturas, invitando a una algarabía y disfrute del folklore.

Hace algunos años, primero se realizaban misas devocionales en la mañana, respetando el día el Señor, procesiones con los pasantes y en algunos años, saludos a las autoridades del departamento.

EL PUEBLO SE DESPIDE

Lunes de Kacharpaya: Día del Diablo y del Moreno

En el atrio del Santuario y el Campus Mariano, se instalan arcos de platería, aunque esta tradición corre el riesgo de perderse, por comerciantes inescrupulosos que se asientan donde caen. Cada conjunto, una vez terminada la Santa Eucaristía, pasa por estos arcos a son de dianas, petardos y cohetillos, mientras el sacerdote bendice a los “que hicieron el arco”.

Posteriormente, los danzarines van bailando hasta su sede o local, para la realización de la fiesta, y el pasante agradece a los danzarines por haber bailado esa gestión.

Luego se realiza el “Déjame”, pasando la Imagen de la Virgen y el estandarte a una nueva pareja, que pasará la fiesta de la Virgen el próximo año.

Nuevamente por la tarde, los conjuntos suben al Santuario para despedirse de la Virgen. Un Siervo de María los acoge, reza con ellos y los bendice, para luego invitarles a pasar por última vez por al altar principal donde se encuentra la imagen de la Virgen.

Ya en la noche, los conjuntos tendrán sus respectivas fiestas y recepciones sociales, acompañadas de bebidas, comidas y grupos musicales que animan el festejo.

Años atrás, el “Déjame” se lo realizaba a media noche, despidiendo al carnaval actual y esperando el venidero.

EL PUEBLO COMPARTE

Martes de Ch’alla

El festejo carnavalero se traslada a la intimidad de los barrios y hogares, donde los orureños se encomendarán también a la Pachamama (Madre Tierra).

La gente rocía (Ch’alla) alguna bebida tradicional invitando y compartiendo con la Madre Tierra y además “t’ikancha” (adorna) con serpentinas, mixturas, confites, flores de “tani-tani” o con algún “alcance” los muebles, la casa, lo carros y demás pidiendo la duración y el beneficio de los mismos en todo el año.

Pero también las personas se “t’ikanchan”, deseándose buenos augurios y “buenas horas”, procediendo a servirse un plato tradicional orureño y sirviéndose chicha, cerveza o algún “traguito”.

En este día las personas muestran sus talentos, interpretando coplas picarescas con charangos, guitarras, concertinas o acordeones, o con simple música de amplificación, festejando y compartiendo con el hermano y la naturaleza.

Fuente: LA PATRIA