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Ritualidad y devoción minera en la “Ch’alla” al Tío de la Mina
05 mar 2011
Fuente: LA PATRIA
Por: Etzhel Arturo Llanque Ferrufino - Comunicador Social
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Cada viernes, un día antes del majestuoso Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, en la entrañas de la minas del departamento, los trabajadores mineros, aún mantienen la tradicional ch’alla al “Tío de la Mina”, para que la deidad continúe ofreciendo fortuna para la explotación del mineral en peligrosidad de las oscuras entrañas de los parajes y galerías de los socavones mineros.
El pago del tributo, tal como sucedió en el pasado, sigue siendo con el sacrificio de llamas blancas, que después de ser degolladas, su sangre y entrañas son ofrecidas al dios de la profundidad, con el cual sus creyentes buscan que los proteja de las desgracias en su trabajo, como la caída de piedras, alguna explosión inoportuna o la caída de una mazmorra de mineral, porque el “Tío”, es el amo y señor de las riquezas de las profundidades.
En la ciudad, tal como en la época de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), los mineros cooperativistas de Itos (zona Sud) y San José (zona Noroeste), ofrecen cada viernes entre dos a cuatro llamas blancas, para su posterior sacrificio. Las llamas según los mineros, deben ser las más blancas posibles en señal de purificación.
El “Tío” es conceptuado por la cosmología andina minera, como el amo y señor de las profundidades, muy diferente al diablo católico, porque el mismo cuida a sus creyentes. El mismo es parte del Carnaval de Oruro, como también varios autores sugieren que él es una reinterpretación del hombre andino con el dios de los Urus que fue Wari o Huari, como otros sugieren que también está ligado con el semidios “Supay”.
RITUAL
En el ritual al “Tío”, la sangre cumple un rol importante, tal como otras culturas precolombinas y del mundo, la misma que es regada sobre las rajaduras en las rocas para que las vetas no se pierdan. Asimismo, se riega sangre sobre la nueva maquinaria adquirida por los mineros para que tenga un buen funcionamiento.
Además, varios mineros se disponen a pintarse con la sangre, para que la suerte y la fortuna los acompañe en el presente año.
Las cuadrillas llevan al monumento del “Tío”, en el interior de la mina, la tradicional serpentina, mixtura, el cigarro, trago -alcohol y cerveza-, la sangre del sacrificio en un recipiente y finalmente una pequeña “mesa de ofrenda” para compartir con la deidad, invitándole los objetos y conversando con él.
Mientras un minero adorna al “Tío de la Mina”, con la serpentina, aprovecha para pedirle que lo favorezca, mientras otro le invita un cigarro, colocándolo en su boca y le deja una lata llena de cerveza en su mano.
A otra cuadrilla, le es encomendada recoger las vísceras de la llama, como también el cuero dejado luego de su degollamiento, la cabeza y las patas, para que los entierre en los nuevos sectores donde se realizarán nuevas explotaciones.
La cuadrilla cava una zanja de un metro de profundidad para introducir primero el cuero de la llama junto para después colocar sus vísceras, con el objetivo de “rearmar” al animal colocando su cabeza, una vez terminado el ritual, pasa rápidamente a ch’allar con cerveza y regarla con coca, pidiendo al “Tío de la Mina”, recibir el sacrificio para la buena fortuna de la cooperativa minera y sobre todo evitar que en el nuevo año, existan accidentes.
Esta tradición es importante para los mineros, porque en pleno siglo XXI, en la época de la cibernética y el mundo de las computadoras, los trabajadores aún temen por los castigos que pueda ocasionar la deidad sobre-natural, que para su entender, el “Tío” puede darte mucho como también quitarte todo en cualquier momento sí no lo atiendes.
NOTA
El trabajo está basado en la monografía, Discurso Religioso del Relato de la Diablada, en el Carnaval de Oruro, 2006 del suscrito autor.
Igualmente, se agradece a los mineros cooperativistas del departamento, por compartir parte de su historia oral con el presente trabajo.
Fuente: LA PATRIA
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