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Domingo 20 de marzo de 2011

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Cultural El Duende

EL MUSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

Las nuevas formas musicales

20 mar 2011

Fuente: LA PATRIA

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La etapa desarrollada entre 1330 y 1420 (Ars Nova) fue el tránsito al contrapunto practicado por la escuela francoflamenca del siglo XV. Su máximo representante fue el francés Guillaume de Machault con su Misa completa además de motetes en francés y latín, lays, virolays, rondós y baladas. Le siguieron Andrieu, Grimache, Tapissier, Jean Carmen o Césaris y Grenon. Mientras el motete adquiría predicamento en Francia, en Italia triunfaba el madrigal. Sus cultivadores fueron Pietro Casella y el ciego florentino Francesco Landino o Landini.

Las reglas de la Ars Nova fueron establecidas por Philipe de Vitry. Las imitaciones la enriquecieron con floreos, notas de paso, síncopas y apoyaturas. De su parte, el lay presentó una sucesión de melodías, el virolay, escrito para una sola voz, tenía concomitancias con la danza, el motete se caracterizó por su refinamiento polifónico y las baladas simultaneaban dos textos diferentes. Italia practicó el madrigal prodigando vocalizaciones que significaron el antecedente del bel canto tres siglos después; la balada comprendía tres estrofas, seguidas de un estribillo con dos voces a un instrumento, y la cacica impuso una forma de canon cuyos textos describían placeres cinegéticos.

Los compositores no fueron meros constructores de artificios matemáticos, combinaron su habilidad técnica con soplos de inspiración y novedad. Así aparecen las melodías denominadas superius, altus, tenor y bassus ornados con melismas y floreos cautivadores. Jacob Obrecht mostró inclinación hacia las armonías ondulantes y Josquin des Prés puso de relieve el color ligado a la idea de tonalidad.

Así es como se establecen dos períodos musicales: el primero está sometido al Ars Nova hasta que la monodia concede mayor participación a los instrumentos y, el segundo, más allá de la mitad del siglo, donde la música se hace más flexible, personal y sensual, cobrando relevancia la música a cappella. En esta etapa, Guillaume Dufay cobra relieve por la construcción de contrapuntos para cuatro voces. Gilles Binchois resalta por sus canciones con gracia melódica y finura armónica. Johannes Ockeghem se consolida con su obra Deo gratias para 38 voces. También brillan Pierre de la Rue, Antonie Brumel, Loyset Compère y Eléazar Genet (Carpentras).

Instrumentos más utilizados

Cuerdas punteadas: arpa diatónica, salterio triangular o rectangular, laúd, bandola y guitarra. Cuerdas frotadas: vihuela de mano, fidula, rabel, lira y rota. También están el monocordio, el clavicordio (échiquier o clavicémbalo) y la chifonía. Entre los instrumentos de viento se conocen la trompa, corneta, trompetas, flauta de pico, travesera y flauta de Pan. De lengüeta: la chirimía (precursora del clarinete), la bombarda (precursora del oboe) y la cornamusa o zampoña.

Destacan ampliamente el órgano y los instrumentos de percusión como las castañuelas, platillos, tambores y timbales. Las campanas van asociadas diatónicamente a los carillones.

Fuente: LA PATRIA
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