Domingo 13 de marzo de 2011

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La evolución del sistema democrático boliviano ha sido una de sufrimiento e interrupciones durante numerosos periodos de gobiernos autoritarios. Desde el inicio de la Era Republicana, dos generaciones han sido las que han impulsado a la construcción de la democracia en el país denominado Bolivia: La generación del 38 y la del 78. Es cierto que ambas son dignas de criticismo en varios aspectos, pero el aporte democrático de éstas es innegable. La primera, entre otros, aseguró el sufragio universal con la revolución del 52, la segunda revivió a la democracia después de violentas dictaduras y creó condiciones para alcanzar estabilidad política y la evolución del sistema político durante 20 años.
En el año 2004, después de la trágica Guerra del Gas, Carlos D. Mesa implementó (consciente o inconscientemente) un nuevo instrumento que debería haber enriquecido a la cultura democrática boliviana: Instituciones de Democracia Directa (IDD). Es de relevancia mencionar que la implementación de éstas ya había sido postulada en el 2002 durante una sesión de Congreso pero no fue aplicada porque tenía que ser ratificada durante la siguiente legislatura; que se iniciaría después de las elecciones de junio de 2002. Se podría concluir entonces que el MAS, y sus movimientos sociales, tuvieron una participación muy limitada en este proceso. Más aún, el actual presidente Morales, en un principio, estuvo en contra de la implementación de las IDD.