Cuando niño, mi sobrino Yamandú Ploskonka me dijo: Tío hemos desfilado esta mañana, ¿ahora los chilenos nos devolverán el mar? Al vecino que más odian los peruanos es al chileno por la pérdida de la provincia de Tarapacá. En cambio Bolivia estando en el corazón de Sudamérica, nuestro odio a los vecinos se ha transformado en admiración.
Admiramos a los chilenos por su patriotismo; a los peruanos por su gusto a la música de Sabia Andina y de los Kjarkas y otros conjuntos bolivianos, además por su destreza en apropiarse de nuestro folklore, claro las malas costumbres se aprenden rápido. A los brasileros al llevarse silenciosamente la goma, la castaña y actualmente el oro de los afluentes que hacen al Río Madera y por los dos tubos de un metro de diámetro, por donde raudales de gas natural barato fluyen desde Tarija para alimentar la industria de Sao Paulo, admiramos al Paraguay, país de naranjas y soya en ¡Como nos ganan en mejorar su estándar de vida! A los argentinos por el tango y su labia al pretender continuar como paladines de la cultura del continente latino.
Luís Rojas C. escribe: Indudablemente el mayor pecado de la Cancillería boliviana ha sido siempre creer en la sinceridad de la diplomacia chilena, Chile sólo habla del mar, cuando de Bolivia le interesa algo y el no perjudicar el flujo de aguas dulces; pero sólo con palabras.
Por el año 1899, Chile le propuso al Perú, repartirse el occidente boliviano, ofrecerle para la Argentina, Tarija y el Gran Chaco y completando la colonización, el Oriente al Brasil, esto escribe desde Caracas, Mario Padilla en “Mar para Bolivia” en 1991. El Perú no aceptó esa propuesta pero en 1991 Chile insistió y calificó a Bolivia de “absurdo geográfico”.
Antes, apenas ocupada Antofagasta en 1879, mientras nosotros estábamos carnavaleando; Chile le propuso alianza al Perú para pelear contra Bolivia y como el Perú no aceptó, teniendo a los chilenos hasta Lima; en alrededor de mediados del mismo año, le hizo la misma propuesta a Bolivia, para luchar contra el Perú.
Nuestro Presidente debería imitar a Sebastián Piñera, de que La Moneda no está disponible para considerar el tema marítimo, escribe Antonio Bazoberry Q. en un artículo de periódico el 20/07/2010; pienso que podría ser así: El Palacio Quemado, no está disponible para mendigar una salida soberana al mar; sabiendo que la Constitución Política chilena prohíbe ceder territorios. José Gramunt de Moragas escribe, que la cuestión marítima es política pero también es económica.
Distinguidos compatriotas me permito reiterar lo que escribí hace varios años atrás. Dios bendiga a los pueblos de Chile, Perú y Bolivia: No necesitamos que nos regalen ningún corredor menos en esa tierra de Tarapacá, que geológica y geográficamente es estéril, ventosa escarpada al Oeste y llana al Este hasta el mar, que no permite construcciones de un puerto, solicitamos un convenio comercial: Aguas dulces por aguas amargas (un 50% de las aguas de nuestros ríos, de aguas vivas, captadas y ahora trancadas en un 100%, para beneficio de ellos, por costa en la Caleta Junín poquito debajo de Pisagua, a mitad de Arica e Iquique, o sea así: 50% de “n” metros cúbicos de agua pura por “n” metros cuadrados de litoral de la caleta Junín, para salir al mar y de una cinta de 25 metros de ancho, para conectarla hasta la frontera boliviana, a través de carreteras, una vía férrea y dos tubos para salmuera y cereales; esto sin interrumpir, ni cortar la continuidad de los terrenos del antiguo Tarapacá. Ese litoral y sus aguas amargas que fueron usurpadas, ahora comprado por trueque, será doblemente nuestro.
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