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Domingo 27 de febrero de 2011

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Revista Dominical

Un aporte de hombres y mujeres de prensa

El secreto folklórico hoy convertido en una Obra Maestra

27 feb 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Mónica V. Aramayo Quinteros - Editora General LA PATRIA

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Oruro tiene entre sus mayores orgullos, sino es el principal, el Carnaval consagrado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (Unesco), como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, título que desde los 3.706 metros sobre el nivel del mar, con altura ostentan los orureños.

En el logro de esta consagración la labor de los periodistas representa una cuota muy particular, pues si bien la fiesta nació entre la “gente baja”, los redactores de los primeros diarios locales, hicieron noticia de aquellas primigenias demostraciones de fe y devoción a la Virgen del Socavón.

En el archivo histórico del matutino LA PATRIA, encontramos que el año 1920, un año después de la fundación de este diario, la descripción de la festividad se resume en un párrafo.

“Como es de costumbre en esta ciudad el día de hoy a horas 3 de la tarde harán su entrada a la capilla de la Virgen del Socavón las distintas tropas de danzantes organizadas por el bajo pueblo y en especial por la clase minera”, citaba LA PATRIA el 14 de febrero de 1920.

Luego probablemente como consecuencia de los feriados carnavaleros, detalles de la fiesta no fueron testimoniados.

El trabajo de hombres y mujeres de prensa a partir de los años 50 permitió una amplia difusión de aquel secreto folklórico devocional acuñado y custodiado celosamente por generaciones de la “gente baja” o “clase popular” como se denominaba a los originales protagonistas de la demostración.

La difusión a través de los medios de comunicación, desde los tímidos uno o dos párrafos insertados en páginas poco importantes de los diarios locales de entonces, con el pasar de los años y con el crecimiento de la fe y devoción en la población orureña, boliviana y mundial, esta fiesta llega a copar las primeras portadas de revistas especializadas en el contexto internacional, que junto a las cadenas de televisión desplazan centenares de corresponsales de prensa, fotógrafos y camarógrafos para recoger las vivencias, las mejores imágenes, expresiones de nuestra Obra Maestra, que desde esta altiplanicie, a 3.706 metros sobre el nivel se presenta al mundo con todo su esplendor.

En años recientes el registro que existe en la Asociación de Periodistas de Oruro (APO) y el Sindicato de Trabajadores de la Prensa de Oruro (STPO), revela la acreditación de más de 100 periodistas extranjeros que desde diferentes partes del planeta llegan hasta la “Alta Tierra de los Urus” para reflejar su magnificencia, lujo, color y ante todo la fe de un pueblo que decidió peregrinar bailando en devoción de la “Mamita del Socavón”

DIFUSIÓN

La publicación de ediciones especiales en diarios y revistas, las transmisiones de radio y cadenas televisivas, es y fue importante, reconociéndose entre los protagonistas desde los años 30 a 50 a periodistas como: Josermo Murillo Vacarreza, Ulises Peláez, Víctor Flores Barrientos, Omar Tórrez Reque, Augusto Beltrán Heredia, Néstor Taboada, Abraham Portillo, Elías Delgado Morales, Héctor Borda Leaño, Augusto Dávila Sanabria, José Luis Zabalaga, Jorge Lazzo Quinteros, Alfredo Luján, Mario Lizarazu, entre otros, además de escritores como Emeterio Villarroel, Víctor Vargas Reyes y José Víctor Zaconeta, años después Alberto Guerra Gutiérrez

El trabajo de los periodistas era apoyado por locutores como Abel Flores Mújica y Félix García Veizaga, que se encargaban de que sus oyentes “vean” el Carnaval a través de la radio.

Muchos periodistas llegaron a ser autoridades y desde el lugar que les tocó desempeñar defendían y aportaban para engrandecer el Carnaval orureño, es el caso de Jorge Lazzo Quinteros, primer director de Turismo dependiente del Ministerio de Cultura, quien años después ejerció las funciones de Oficial Mayor de Cultura del municipio de Oruro, Elías Delgado Morales, ex Director Municipal de Cultura; Enrique Miralles Bonnecarrere y Jorge Barrientos ex burgomaestres, Javier Echenique Álvarez como prefecto y recientemente Fabrizio Cazorla Murillo, que como oficial mayor de Cultura, aportó revelando información histórica que fortalece el engrandecimiento de nuestro “secreto folklórico”.

“Hay que comprender que el Carnaval no ha sido siempre así de magnífico. Otra cosa es que las nuevas generaciones, han visto o, por decir han nacido a ver un hecho grandioso y seguramente para ellos, los de la nueva generación, el Carnaval de Oruro es esto, como han visto siempre y como lo siguen admirando”, manifestaba Don Enrique Miralles Bonnecarrere el año 1991 durante un Foro Debate sobre el Carnaval, organizado por la Asociación Minerva de Oruro.

Esta personalidad orureña, tras una acuciosa revisión de antecedentes históricos, verificó que en las primeras décadas del siglo pasado, hubo un alcalde, José Aldunate y su sucesor Constancio Rengel, quienes prohibieron el ingreso de los grupos de danzarines a la Plaza 10 de Febrero, por considerar indigno su paso por la plaza de armas siendo “unos bailes populares”.

Desde los años 60 la labor de prensa fue relevante pues por la difusión de este acontecimiento magnífico, las autoridades nacionales comenzaron a reconocerlo a partir de la declaratoria de “Sede Oficial del Carnaval Folklórico de Bolivia” 1965. El mismo año los periodistas propiciaron para Oruro reconocimiento como la Capital del Folklore de Bolivia, En el documento de trámite para esa declaratoria se encuentran las firmas de periodistas como: Elías Delgado Morales, Néstor Taboada, Abraham Portillo, Josermo Murillo, Omar Tórrez Reque y Augusto Beltrán Heredia, quienes tras cinco años de gestión lograron la declaratoria esperada.

PRESAGIO

Como presagiando lo que pasaría casi 20 años después, Don Enrique Miralles en 1991 escribió: “La semilla plantada por los periodistas, tal como hemos visto, ha tenido sus frutos, ha germinado. Hoy, los periodistas están imbuidos, en su mayoría de la necesidad de preservar nuestras riquezas materiales y espirituales. En este marco, es el Carnaval de Oruro, que cada vez es más defendido, con argumentaciones sólidas, frente a las pretensiones de distorsión a que el imaginario popular pretende desviar”.

En señal de alerta decía: “Muchas veces se ha querido introducir elementos foráneos en el Carnaval. La figura de artistas extranjeros de moda, por ejemplo. La música ha pretendido ser distorsionada. El paso de algunos conjuntos pretende ser modernizado. Pero si bien en el aspecto folklórico se acepta lo moderno como elemento coadyuvante, caso los tejidos de tela. Se aceptan también la moda en cierta manera. Siendo los periodistas los encargados de alertar para la defensa pura de la riqueza folklórica.

El visionario y notable orureño, advertía que el Carnaval ya se había convertido en un “monstruo” y por tanto, se debían cambiar sus estructuras administrativas, de manera que el beneficio sea para Oruro y no sólo para algunos grupos privilegiados.

Don Enrique Miralles fue acérrimo defensor del respeto a la denominación de la fiesta como Carnaval de Oruro y no antruejo de los Andes u otras denominaciones que distorsionaban su valía.

“Los periodistas de los medios de comunicación social, tienen en sus manos, la rectificación de la serie de errores que se cometen en muchos de los aspectos inherentes al Carnaval”, sabia frase de Don Enrique Miralles, que merece reflexión entre las generaciones actuales de los hombres y mujeres de la prensa, que siendo responsables de transmitir la información a la población, ahora no sólo de Oruro, ni de Bolivia sino del mundo entero, no tienen derecho a equivocarse, para fortalecer el engrandecimiento de nuestra fiesta, sin atentatorias distorsiones, pues se trata ante todo de apoyar la preservación de la fe y devoción de un pueblo hacia la principal protagonista como es nuestra Patrona, la Virgen del Socavón.

Otro destacado periodistas que desde el diario Presencia describía con especial estilo el Carnaval de Oruro, es Augusto Dávila quien sostenía que la fiesta era para vivirla, comprender su significado, su intención y había que beber su sabiduría, compartiendo su arrogante y agresiva belleza, pero también el periodista debía confundirse en su humildad, su ingenuidad que termina por florecer.

Fuente: LA PATRIA
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