Miercoles 23 de febrero de 2011
ver hoy
Ya no se habla de famoso experimento que en Suiza hicieron aquellos científicos con aquel artefacto que adquiría unas velocidades enormes y era capaz de crear materia a partir de una simple mota de polvo. Se estropeó, lo arreglaron y ahí ha quedado todo.
La ciencia, cuando quiere crear, sólo crea el ridículo cuando se aparta de la verdad, la verdad que conduce al único camino y llega a la Vida.
Sin pretender escribir un sermón, que no es lo mío, sólo intento proclamar que las las equivocaciones, si son personales pueden quedar en el anonimato; si son públicas, como su nombre indica, son públicos ridículos.
No entro ni salgo si el origen del mundo lo originó una explosión. Nadie sabe como ocurrió: son tiempos de Dios. Todo son conjeturas. Lo que sí es cierto es que estamos. Que nacemos, no cabe duda de nuestra aparición en este mundo.
Sólo hay un Creador, no puede haber varios creadores. Caeríamos en el politeísmo ridículo en esta época. Nadie piensa en un dios del amor, -aunque algunos le den un culto soterrado- pero si es cierto que todos podemos ser cocreadores con nuestro trabajo, con nuestra dedicación que es fruto de nuestras potencias intelectuales si las sabemos aplicar con rectitud.