Por supuesto que existe una enorme diferencia en exponer buenos deseos y cumplir una exitosa gestión diplomática. En el primer caso de acuerdo al temperamento, la capacidad y la experiencia de los diplomáticos siempre estarán en la punta de los labios frases que pueden tener doble sentido o alusiones directas, las mismas que pueden tener otro cauce y diferentes apreciaciones si son parte de negociaciones serias, responsables y francas al más amplio nivel diplomático.
En el caso de las relaciones con el Gobierno de Chile se hicieron muchos anuncios –bilaterales– queriendo demostrar la buena predisposición de uno y otro lado, como sucedió durante toda la gestión de la gobernante Bachelet que admitió el tratamiento de una agenda de 13 puntos que fueron considerados globalmente y no específicamente, como el relacionado con el planteamiento boliviano de recuperar su acceso al mar, pero con soberanía.
Con el cambio de Gobierno en el Palacio de La Moneda el nuevo esquema no ha desconocido la vigencia de la agenda diplomática de 13 puntos con una variante anticipada que marca la posición del Gobierno de Sebastián Piñera que seguirá considerando la opción de diálogo pero con la imposibilidad de considerar una cesión de su territorio con soberanía para nuestra Nación.
No hace mucho se reabrió la opción de diálogo a nivel de representaciones diplomáticas, destacadas desde ambas cancillerías se produjo la reunión en la ciudad de La Paz y se adelantaros algunas posibilidades de negociar un mayor acercamiento económico y cultural entre ambos países pero se mantuvo en la congeladora el asunto candente de la salida al mar para Bolivia.
Nuestro mandatario en dos ocasiones, no muy distantes una de la otra, lanzó públicamente algunas apreciaciones que surtieron efectos contraproducentes en la diplomacia con Chile. El Mandatario boliviano habló de Atacama y dijo que “siempre fue de Bolivia y la recuperaremos”, la otra mencionó casi de manera conminatoria que Bolivia espera una definición sobre el tema marítimo por parte de Chile hasta el próximo 23 de marzo, Día del Mar Boliviano. En ambos casos las respuestas fueron inmediatas, por una parte el mandatario chileno recordó a su homólogo boliviano que Atacama es de Chile y lo seguirá siendo, luego el canciller de ese país respondió señalando que en materia diplomática “no se trabaja por fechas… sino por resultados”
Y ahí estamos con la esperanza de siempre para conocer una respuesta objetiva por parte de Chile sobre el tema marítimo el más importante para toda la bolivianidad y que evidentemente en marzo cobrará mayor resonancia cuando recordemos la usurpación de nuestro territorio y la valerosa defensa del Topater por parte de Eduardo Avaroa.
Sin embargo, de todos los argumentos y aprestos históricos lo importante será retomar la gestión diplomática de manera directa, responsablemente y dentro los límites que enmarcan las buenas relaciones, aunque éstas no hayan sido restablecidas –valga la redundancia– diplomáticamente.
En el capítulo IV de nuestra CPE sobre reivindicación política se establece en el artículo 267 que “el estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al Océano Pacífico y su espacio marítimo”, añadiendo en el parágrafo II que “la solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado Boliviano”, consiguientemente la gestión diplomática debería ser profundizada y agilitada por encima de los sólo buenos deseos.
Fuente: LA PATRIA
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