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Domingo 20 de febrero de 2011

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Cultural El Duende

EL MUSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

La que pide justicia

20 feb 2011

Fuente: LA PATRIA

Bailar es anterior a toda civilización. Toda cultura crea sus danzas. El baile vulgar se estiliza y es espectáculo. La música bailable se torna arte propio.

¿Necesita el ser humano la belleza? ¿Qué es lo bello? Por rápida que sea una reflexión sobre estas preguntas, nos conduce a descubrir que, además del hambre y el sueño, tenemos necesidades hondas, postergadas por otras más superficiales. Los ensayos de movimiento de un niño que baila sin saber qué es el baile muestran la raíz de la danza, anterior a todo razonamiento.

La música nace del canto, que tiene los mismos principios del baile, o sea elegir los gestos (musculares o sonoros) para sacar de sí mismo un contenido interior que pugna por salir. Eso lo sabe un salvaje, que canta o baila sin leyes ni estudios. La música danzante del disco adjunto es muy elaborada y casi no parece relacionarse con esos impulsos primarios, por eso es aconsejable escucharla sin detenerse en los autores, los intérpretes, ni siquiera su propósito, entonces podremos reconocer en el cuerpo el gesto que acompañaría esa música si no hubiera tanto miedo de expresarnos con él. Una vez escuchado de esta manera, sin ánimo crítico, sólo entonces vale la pena comparar a Schubert con Tchaikovsky, o a un director con otro.

El baile nace de la interioridad del ser, lo representa con tal fuerza que podemos creer en la sinceridad del que baila porque bailando no se puede mentir. Otras artes permiten mejor el fingimiento. Quizá por eso no se mezclan bien con el baile, salvo la música. Pero hay un obstáculo mayor: la inutilidad de la palabra, gran productora de mentiras. De la danza nunca se puede hablar con justicia y verdad completas. Por eso las historias del arte no se ocupan jamás de la danza y pocas veces de la música. Como si fueran parientes pobres.

El lenguaje oral o escrito no puede sino aproximarse a la música o a la danza, sin alcanzar nunca a traducirlas por completo. Esta divergencia se ha hecho mayor con los siglos. Es probable que la antigua Grecia y las culturas orientales hayan producido una conciencia estética capaz de hermanar el goce de la tragedia, el canto, la música y las artes visuales como la pintura y la escultura. Pero Europa no ha conservado esa unidad. Por eso la danza queda casi escondida y es mirada como un arte menor, poco digno de ser objeto de la crítica y, mucho menos, de la reflexión filosófica.

Napoleón Cabrera en: El Músico.

Revista Noticias 984. Argentina.

Fuente: LA PATRIA
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