Hace años, en el almuerzo al que asistí después de una boda y, cuando has tomado asiento, comienzan las preguntas de rigor al comensal que se sienta a tu lado. No tienes ni idea de cómo piensa, ni a qué se dedica, o si se ha colado de gorrón. Claro, la primera suele referirse al parentesco con los contrayentes, dónde vive... y se llega a la pregunta de, ¿cuántos hijos tienes?, ante mi respuesta, su contestación inmediata. ¡Qué barbaridad! ¡Qué irresponsabilidad!
Dicen que la respuesta aguda es la que se te ocurre pasados los primeros momentos, y así fue. Sólo contesté que no soy un irresponsable y que actué según mi consciencia. La mejor respuesta se me ocurrió cuando volvía del restaurante a mi casa.
La que se merecía aquel hombre. El irresponsable eres tú, y más que irresponsable eres un cuco ya que tu pensión te la van a pagar mis hijos, pues sólo te has preocupado de una vida fácil, cómoda, sin complicaciones, y que otros, cuando te llegue la edad, te saquen las castañas del fuego. Pero, claro, este párrafo tan oportuno surgió cuando ya no había interlocutor.
Ahora, en la crisis que nos estrangula, pasados 10 ó 12 años de aquellos acontecimientos que he referido, no he oído a nadie lamentarse ni escribir que la crisis no existiría o talvez no fuera tan grave, ni las manoseadas pensiones estarían en las mentes si hubiese habido otras políticas con otra dedicación “democrática” que la de estrangular a la familia tradicional. Y da pena tener que poner tradicional para que nos entendamos. Naturalmente, entre estas medidas destructivas la principal es la IVE y el divorcio cada vez frecuente.
Todo ello ha dado lugar a que cada vez hay menos jóvenes que forman parte del tejido productivo. “Occidente pensó que podía vivir mejor, y en un tiempo se ha conseguido en el cacareado Estado del Bienestar, dejando de tener hijos y disfrutando de su riqueza, con aversión al esfuerzo y al sacrificio”. Refiere el Congreso de Madrid en Católicos y vida pública.
La avaricia, el materialismo, el hedonismo y tantas lacras del comportamiento humano han llevado a la actual crisis. Si rebobinamos hasta las décadas de los 70-80, notaríamos que la falta de generosidad de los matrimonios y los “adelantos “en las técnicas antinatalistas”, fueron incubando solapadamente la actual crisis. Pero nadie habla de ello, nadie comenta nada, las pensiones y la jubilación lo llenan todo.
(*) alfredohernandezsacristan@gmail.com
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