La marcha de protesta convocada por la Central Obrera Departamental (COD) orureña para el mismísimo 10 de Febrero, tuvo una respuesta importante de sectores que expresaron con franqueza su disconformidad con la política gubernamental en la actual época de crisis que nos toca vivir.
Que el momento y las circunstancias hayan sido oportunas o no, eso dejémoslo al tiempo y a la historia, y veamos el presente.
Es que la situación actual no es para menos. El “gazolinazo”, si bien fue abrogado en el papel, se quedó latente en la realidad con la subida de precios, alza de tarifas del transporte y carencia de productos (azúcar, especialmente). Por ende, era un tanto difícil mostrar una cara de felicidad y alegría, como pretendía un joven diputado del MAS.
Hubo gente que criticó la marcha de protesta, es cierto, pero en el fondo la gran mayoría ha debido estar de acuerdo aunque no lo expresara abiertamente, porque sólo así se puede llamar la atención de los gobernantes (nos lo enseñó el presidente en sus tiempos de dirigente de las seis federaciones del trópico).
¿POCOS O MUCHOS?
Si bien el vocero gubernamental Iván Canelas minimizó, como ya es costumbre, la marcha calificándola de trasnochada y el diputado Marcelo Elío hizo lo mismo afirmando que era un reducido grupo de trotskistas, huelga reconocer que este “insignificante” grupo, prácticamente puso en fuga a su excelencia y su sequito.
Pudieron ser muy pocos, pero llamaron la atención de toda la prensa nacional y aún internacional. No pasaron desapercibidos.
Pudieron ser muchos, y lo fueron conciencialmente, porque miles de bolivianos y bolivianas en los demás departamentos se sintieron representados por la marcha.
Pudieron ser pocos, pero conscientes y críticos, en representación de miles y miles en todas las latitudes de la República, que ya han empezado a decepcionarse de un cambio que todavía no colma las expectativas.
Entonces la protesta, el reclamo y el desahogo hacen ver que algo no funciona bien en el Estado Plurinacional.
“Vox populi, vox Dei” reza el dicho, y bien podemos parafrasear que la voz del pueblo es la conciencia del Estado. Luego, escuchar la voz de nuestra consciencia debería hacemos cambiar de actitud, pero a veces nos incomoda y para acabar con la incomodidad, o nos tapamos los oídos o simplemente nos retiramos del lugar o minimizamos aquella voz tapando el sol con un dedo.
TODOS TENEMOS UN PASADO
La actitud del señor Solares fue satanizada a rajatabla por allegados al Gobierno, descalificándolo por un supuesto pasado nefasto en un pasaje dictatorial de hace 30 años.
Acá cabe notar que todos tenemos diferentes pasados. ¿Acaso Walker San Miguel no estuvo en el gobierno de Goni? ¿Acaso el ex ministro Quintana no fue parte, cuando joven, del gobierno de Banzer?, eso se lo dijo antes de morir don Fernando Kieffer, recordándole que trabajó junto a él.
¿Acaso mucha gente de la cúpula gubernamental no proviene de tiendas políticas liberales o neoliberales? ¿Acaso todos los bolivianos no fuimos una vez niños, luego adolescentes y finalmente adultos?
Por cierto que al paso de aquellos años y etapas cambiamos en diferentes formas, producto del matrimonio, de la profesión, del contexto geográfico en el que vivimos y producto de la política, ciertamente.
Todo esto es normal en la vida dinámica de un ser humano.
El ser humano tiene derecho a la reivindicación, al arrepentimiento y al cambio de actitud. Por cierto esto se acepta en quienes han recalado en el MAS. Pero no se lo acepta en quienes están en la vereda del frente, haciéndonos notar algún error y menos se agradece que don Jaime Solares haya sido uno (entre muchos dirigentes) de los activos combatientes en aquel octubre negro que logró la salida de Goni.
Si Solares tuvo aquel pasado que afirman los del Gobierno, tiene derecho al cambio como lo tenemos todos, luego aquello de ninguna manera descalifica o deslegitima la marcha que protagonizó y las futuras movilizaciones que vaya a hacer, las cuales serán agradecidas a futuro, cuando realmente logremos vivir bien.
(*) Comunicador Social
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