Edgar Patana, más allá de las bromas que le hacen conjugando su apellido, alcalde de la pujante ciudad de El Alto, ocupa el último lugar de la preferencia ciudadana, según las encuestas publicadas; esta tendencia tiende a bajar más cada mes.
No parece mejorar la calidad de vida de esa altiva población, combativa, mayoritariamente aymara y migrante de la ciudad de los 4.000 metros sobre el nivel del mar. No se conocen planes de desarrollo de largo alcance. Como declaró un alteño, no sólo de canchas de césped sintético vive el hombre.
La peor parte les toca a los artistas, según la información divulgada. Primero fue la presión para desalojar de su sede a los músicos de la ya afamada Orquesta de El Alto. Este grupo fue creado y alentado por la esposa de un ex alcalde, artista ella misma, Luz Bolivia de Paredes, que consiguió los instrumentos y los profesores.
Recuerdo la hermosa jornada cuando llevé el gran Rubén Darío Arana, junto con los chicos de Urubichá para visitar a los primeros violinistas. Ellos los animaron a tocar juntos. De pronto, casi como un milagro, los iniciales chirridos se unieron a la perfección de los cruceños y gozamos un precioso y breve concierto.
De ahí en más, el director Freddy Céspedes mostró en templos y teatros la capacidad de sus pupilos. Marlene Mercado y otros laureados fueron los maestros.
¿Asistió alguna vez Patana a esas presentaciones? ¿Le interesó conocer el significado de salvar una viola del incendio político del 2003? ¿Comprenderá cómo ayuda la música a embellecer espíritus de jóvenes en situaciones de riesgo? ¿Defenderá el presupuesto para que la orquesta no pase más dificultades? ¿La acompaña, como vimos a otras autoridades en San Ignacio de Moxos, en Concepción?
El titular de la Escuela de Actores denunció la falta de pago y de condiciones para realizar su trabajo. Más allá de la nominación internacional a un actor revelación, ¿qué hace Patana y sus ayudantes para favorecer el fortalecimiento del teatro alteño? ¿Conocerá la huella del “Ojo Morado”? ¿Le interesará saber que Freddy Chipana ha recorrido el mundo con el elenco del Teatro de los Andes? ¿Cuál es el presupuesto aprobado para abrir salas de exposición de artes plásticas?
¿Cómo ayuda el municipio alteño al Museo Antonio Paredes Candia? ¿Cuántos ítems existen, cuál es el presupuesto para mantener las obras donadas por ese patricio paceño, cómo se contrata a archivistas, a bibliotecarios, a curadores de la colección de cuadros? ¿Algún concejal propuso apoyar a las iniciativas de la sociedad civil, casi siempre juvenil, como Marka Tambo?
Cada fin de semana hay un preste que corta alguna vía alteña, muchas veces las principales; cada noche uno puede pasar por la infinidad de cantinas abiertas y tropezarse con los muchos borrachos; cada barrio puede esconder uno o más prostíbulos.
Sin parques, sin árboles en las aceras, sin espacios para el arte universal, los jóvenes alteños quedarán rezagados de ese futuro que ansía el slogan de la ciudad. Quedan pocas esperanzas, menos y menos cuando Patana revela sus áreas de interés, tan lejos de la estética y la creación.
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