COD-Oruro: “El cambio es proceso de hambre y miseria”
16 feb 2011
Por: Armando Mariaca V.
En la historia de la humanidad, las promesas políticas emitidas por quienes tenían poder político, económico y social, han logrado resultados positivos cuando se han cumplido y han llenado las expectativas de quienes fueron favorecidos por las mismas; pero, todo aquello que en sus resultados fue negativo, resultó ser un baldón para quienes han recibido apoyo, aplausos y confianza de una comunidad, de un pueblo y los han perdido.
La Central Obrera Departamental de Oruro, en un buen tiempo consciente y responsable de su apoyo al MAS, el partido del Presidente Morales, ha lanzado una frase que es contundente contra el régimen que apoyó durante mucho tiempo: “El cambio es proceso de hambre y miseria”. La historia señala que un Gobierno no siempre puede tener éxito en sus intentos de conducir debida, eficiente y responsablemente la administración del Estado y todo propósito, por diferentes causas, puede fracasar; pero, lo ocurrido en los últimos cinco años (2006 a 2010) de gobierno del MAS es –hay que reconocerlo– obra de quienes, integrantes de este partido han cometido errores y, lo más grave, no han sabido reconocerlos en su momento y menos enmendarlos, conforme a la realidad que en el día a día mostraba todo el país.
¿Cuántas promesas ha tenido la comunidad boliviana en cinco años de gobierno? ¿Cuánto pudo hacerse y no se hizo tan sólo por pasar el tiempo en la simple labor de consolidar el poder partidario? Evaluar lo hecho y, más grave, lo no hecho, demandaría mucho tiempo y, además, no implicaría beneficio alguno para el país, porque los yerros cometidos tienen sus consecuencias y ellas son sufridas hoy por todo el pueblo. Lo lamentable sigue siendo que el régimen no reconoce –o no quiere hacerlo– que se equivocó y que no tuvo una política económica ni menos social y mucho menos política; en resumen, no tuvo ni tiene la humildad necesaria para entender los equívocos en que incurrió y que hoy dan lugar al rechazo de los pueblos.
La urgencia de cambios –“slogan” sostenido por muchos gobiernos constitucionales y dictatoriales– determinó precipitaciones, hechos que no han sido sometidos a ningún examen ni menos a que se haga conciencia de los remedios posibles. Los resultados, no sólo se los vive hoy sino que se los sufre y, además, son semillero para ser soportados aún por muchos años y, para simple ejemplo, valga el simple dicho: “Dinero que no lo ganas y no acrecientas su poder, lo malgastas y te causa pesares y angustias”. Hoy, vivimos esa realidad, tiempos de auge financiero debido a los altos precios internacionales del petróleo, el gas, los minerales y otros productos que ingresan al mercado mundial. Un tiempo de auge que en Bolivia no es producto del trabajo, la eficiencia, la eficacia ni la responsabilidad que, hay que reconocerlo, no hubo; es dinero que es fruto de una sociedad consumista que paga sin importar cuánto.
Las lecciones recibidas en Oruro en días pasados, tendrían que servir de reflexión para el Presidente, su entorno y su partido; deben ser mensaje para comprender que los pueblos aceptan a un régimen cuando éste cumple con ellos y los rechaza cuando se obró discrecionalmente en el manejo de la cosa pública. Bolivia, desde siempre tuvo que soportar a regímenes populistas, demagogos y hasta totalitarios; pero con el rechazo incubado permanentemente en su vocación por las libertades y el derecho a conseguir mejores condiciones de vida, aunque no siempre plasmadas en realidad.
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