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Domingo 13 de febrero de 2011

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Revista Dominical

Eduardo Ibáñez, un orureño que pasea su arte por el mundo

13 feb 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Alicia Navía Mier - Periodista

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El artista orureño Eduardo Ibáñez Acevedo, pasea su arte por el mundo exponiendo sus obras pictóricas en museos de Europa, plasmando en ellas costumbres, tradiciones y temas sociales, creadas con pinceles conducidos por sus diestras manos.

Este artista por demás carismático, llegó a Oruro después de cinco años para visitar el que era su entorno, antes de ser desterrado por un gobierno militar en la época de los años 70.

Según cuenta lo primero que hace al llegar a Oruro es visitar el Instituto de Bellas Artes al que siente su segunda casa por haber aprendido en su seno, hace muchos años, las bases para elaborar sus obras que no pudo exponer en Oruro debido al destierro.

De esta etapa de su vida narra varias anécdotas a sus amigos, y lo que hace muchos años fue un momento de miedo y temor se torna ahora, en momentos de sonrisas.

Cuenta que fue aprehendido y llevado al instituto de canto denominado así en ese entonces a los ambientes de la Policía Departamental.

Durante los días del encierro, tenían un compañero al que apodaban el Caballo y cuando les dejaban salir al patio al promediar las 18:00 horas que era cuando sus familiares podían visitarles, convocaban a todos los demás compañeros manifestando a sus parientes que se encontraban en el hipódromo y no en un centro de detención.

Algo que no olvida es que en una oportunidad un capitán pretendió castigarle por leer un libro, el que dijo, era comunista, sin embargo, estaba leyendo un libro que brindaba información sobre cómo detener y atrapar a la clase obrera, algo que le causa bastante risa por la ignorancia del efectivo policial.

“Cuando ingresaron a mi domicilio para detenerme me robaron libros, novelas, libros de pintura pero no tocaron los libros de Carlos Marx y al final no entiendo como obtuvieron mis cuadros porque fueron rematados por las Fuerzas Armadas”, manifestó.

Asimismo, recuerda que cuando intervinieron su domicilio se llevaron un grabado que realizó para navidad en cuya parte posterior tenía un mensaje en quechua y un capitán gritaba que ese idioma eran claves de los comunistas, por lo que fue encerrado en un pequeño cuarto. En ese momento, uno de los policías le dijo que ellos estaban con él debido a las injusticias que también pasaban.

Ibáñez recuerda esta época porque fue la que marcó su vida y que provocó que actualmente se encuentre fuera del país, donde debe cuidarse debido a que sus nervios quedaron afectados y de por vida debe tomar un medicamento para estar tranquilo, en caso de no tomar esa tableta le entra una desesperación, como una secuela de la detención que sufrió durante la dictadura.

Otra anécdota que cuenta es que un agregado cultural de Francia cuando llegaba a Oruro, le gustaba visitar un lugar donde podía compartir ponches con otros artistas y cuando quería utilizar el baño consultaba a la propietaria donde se encontraba y la propietaria les brindaba un espacio donde tenía una latita detrás de una cortina, luego de ser utilizada la lata la señora tiraba el contenido a la calle, lo que era del agrado del agregado cultural.

Después de haber pasado por hechos negativos para su vida y por otros buenos, cuenta que llegó a Europa donde pinta cuadros y que su característica personal es que firma como Oruro.

“Había un tiempo en el que pensaban que yo me llamaba Oruro, pero les digo que es la ciudad donde he nacido y eso lo que me provoca que tenga más cariño a nuestra ciudad” En las exposiciones donde presenta sus cuadros firma como Oruro Bolivia, por lo que en el diccionario de la pintura noruega se encuentra con ese nombre.

Aun recuerda la vivencia de las minas, cuando las recorría armado sólo de sus lápices para plasmar su obra con la experiencia de conocer el país y sin ninguna influencia extranjera.

Ibáñez, no está de acuerdo con que se pinte, por ejemplo, la imagen de la Virgen del Socavón, algo que puede apreciar diariamente porque no se ve el arte y producción propia del artista, muy al contrario, de lo que se hace en Europa donde se hace filas para ingresar a los salones de exposiciones.

“Si me quedo sin pintar no puedo demostrar nuestra cultura, este es el movimiento cultural que lo que hago con un año de anticipación donde se recibe todo tipo de atenciones”, refiere.

Recuerda que conoció un boliviano que se vestía de piel roja y que no sabe como logró exponer sus cuadros pero decía que provenían de Suecia, desconociendo su lugar de origen porque él provenía de La Paz, exponiendo temas bolivianos, eso me molestó bastante manifiesta.

“Nuestro Oruro y Bolivia para mi siempre están delante, yo que vivo en Europa más de treinta años, no puedo dejar de ser boliviano y cada vez soy más orureño y estas mis pinturas son recibidas por la gente de mejor manera en el exterior”, asevera.

Parte de sus obras elaboradas en óleo y traídas desde Europa, fueron expuestas en el Salón del Instituto Superior de Bellas Artes, causando una grata impresión del público que tuvo la oportunidad de apreciarlas.

Estas vivencias de Eduardo Ibáñez Acevedo son narradas de manera espontánea, tratando de hacer entender a las personas lo importante que es ser orureño y boliviano, lo que debemos tomar en cuenta a cada instante de nuestra vida.

Ibáñez se va de Oruro, tras recorrer después de mucho tiempo sus calles y haber visitado lugares donde vivió y pasó momentos gratos a la espera de retornar pronto para exponer sus obras que las elabora con mucho amor a la tierra que le vio nacer y de la cual fue expulsado por pensar distinto.

Fuente: LA PATRIA
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