Tras una revisión de la historia de Oruro constatamos que es un pueblo de gente luchadora y laboriosa, que consiguió “a pulso” todo lo que tiene, y si seguimos la premisa de “servir antes que servirse de la tierra a la que nos debemos”, tendríamos que pensar en cuál sería el mejor regalo para brindarle.
Analizando los hechos de ayer, observando el revuelo que se armó en la Plaza Principal, 10 de Febrero, por la llegada de nuestro presidente Evo Morales, uno se pone a pensar y esta vez, en la efemérides orureña ¿qué regalos habrá traído?, ¿serán más promesas o proyectos que realmente se puedan concretar? O quizás él piensa que su sola presencia ya es un regalo para la tierra que le vio nacer.
Sin embargo, Oruro se merece más que visitas protocolares o promesas de un futuro mejor y próspero, más que proyectos que quedan en papeles. Por lo que esta tierra ha aportado a Bolivia merece que se le otorgue la posibilidad de crecer, de prosperar, de desarrollarse, de mejorar su oportunidad de nacer a la vida autonómica con un plan sólido y sostenible a largo plazo.
Después de las glorias que Oruro le dio a Bolivia, antes y después de la República. Luego de haber puesto al servicio de la Patria grande su fuerza de trabajo y sus riquezas, para que ésta crezca venturosa, no es justo que aún siga esperando por un camino que significaría su desarrollo y un enorme beneficio, después de más de 70 años que año tras año ve con pena que ese sueño se va como agua entre los dedos.
Tampoco es justo que las promesas de los gobernantes sean más grandes y más anchas que la misma realidad, nos ofrecieron tener el segundo aeropuerto internacional más grande de Bolivia, promesa que además de haber sido reiterada en otros departamentos, es muy difícil que pueda ser cumplida, porque un capricho hizo que se quisiera emplazar semejante proyecto en una zona que presenta muchísimos obstáculos, los cuales, si es que se superan, llevarán mucho tiempo hacerlo.
Nos ofrecieron un moderno hospital materno – infantil, un hospital de tercer nivel, ya que como Oruro queda en medio de muchos destinos, es un referente para que se atienda la salud de numerosas personas.
Los orureños, si bien son gente aguerrida, también son de dar oportunidades antes de juzgar y condenar a alguien, por eso se le dio la oportunidad a varios gobernantes de ayudar a esta bendita tierra a desarrollarse, a crecer, a mejorar su calidad de vida, pero la paciencia tiene límites y llegará el día en que dejemos de conformarnos con promesas, visitas protocolares y “chucherías” que simplemente distraigan la atención por un momento.
Cuando a los orureños se les termine la paciencia seguramente, con el ejemplo de la rebelión del 10 de Febrero de 1781, se levantarán para exigir lo que por derecho les corresponde, entonces los gobernantes tendrán que cambiar las promesas por hechos, las visitas por trabajo y las “chucherías” por proyectos realizables y dignos del aplauso.
(*) Directora a.i. de LA PATRIA
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