Mucho se habla del poder que debería tener la región y aprovechar la estratégica ubicación geográfica, su riqueza minera, agrícola y ganadera, así como la grandeza de su gente, su cultura y el rico folclore que tiene Oruro, cualidades que mantiene vigente la frase acuñada hace muchos años, cuando afirman que el Poder de Bolivia está en los brazos de Oruro.
Esta región es altamente laboriosa y siempre ha contribuido al sostenimiento de la economía del país, comenzando sus penurias cuando se fundó la gubernamental Corporación Minera de Bolivia, tras la nacionalización de las minas el año 52, y fue centralizada la economía para dar impulso al desarrollo de otras regiones del país.
Ahora después de 230 años de la Revolución del 10 de Febrero de 1781, tenemos por primera vez un Presidente del Estado Plurinacional oriundo de Oruro y todos estamos esperanzados que sabrá actuar con justicia para impulsar proyectos regionales a fin de devolverle mínimamente algo de lo mucho que “invirtió” Oruro para el progreso y desarrollo de Bolivia.
Se viven aires de autonomía y Oruro podría volver a resurgir si se concretan sus proyectos que bien se podrán ejecutar con un adecuado y planificado desarrollo de la minería, puesto que el Ministerio de Minería no tiene ningún programa concreto para aprovechar lo que representa la generación de empleo en la minería chica y cooperativizada, lo que es más, ni siquiera para consolidar una gran minería.
La flaqueza que tiene el Gobierno en el desarrollo de una Política Minera, no es reciente, se arrastra desde la anterior gestión del presidente Evo Morales, porque no se pudo concretar mayores inversiones a las previstas y las que se encontraban en ejecución. La minería debe tener seguridad jurídica, respetarse sus concesiones y lo que es más, recibir un incentivo a la producción para llegar a su diversificación y pleno desarrollo tal como hacen países vecinos, donde invierten recursos que a la larga se convertirán en millones y millones de dólares para ejecutar proyectos sociales y tener una gran economía.
Con los recursos provenientes de la minería podremos desarrollar otros proyectos que constituyen un caro anhelo de los orureños, muchas veces declarados como “prioridad nacional”, como la ruta Oruro-Pisiga que permitirá habilitar el primer corredor bioceánico para unir el Pacífico y el Atlántico, pasando por Oruro, Cochabamba y Santa Cruz, que además servirá para establecer el nuevo corredor económico de Bolivia.
Ese proyecto está indisolublemente unido al Puerto Seco y la gran región de servicios podrá además ofertar su vinculación ferroviaria con el Sur del país llegando hasta Villazón para tener acceso directo a la Argentina, ingresar a los puertos chilenos de Arica, Iquique y Antofagasta, los peruanos de Ilo y Matarani y del Brasil, en un intercambio frecuente de productos, mercaderías y bienes.
Pensar en la integración marítima en la lógica de Oruro, será tener un acceso directo al Pacífico y el Atlántico, que además permitirá crecer y desarrollar el Poder Regional que tiene el departamento y no lo sabe aprovechar, puesto que se encuentra enclavado en la altiplanicie central, desde donde se administra, controla y moviliza la economía nacional.
Apoyar estos proyectos con la modernización tecnológica, será muy importante porque así Oruro podrá contar con el primer Parque Tecnológico de Bolivia para la producción de software que en otras palabras será transformar el conocimiento en programas y paquetes de avanzada automatización para alimentar el desarrollo de las Tecnologías de la Información y Comunicación.
En resumen, si realmente sabemos aprovechar el modelo de autonomías imperante en el país, Oruro podría recuperar su ajayu y tener el Poder Regional para desarrollar crecer y garantizar un futuro sustentable y sostenible para las nuevas generaciones, porque tiene todo lo que otras regiones ambicionan y lo único que falta es decisión, unidad y firmeza en las decisiones de progreso y desarrollo para que Oruro vuelva a ser la primera región del país.
Sin embargo, no hay que olvidar, que todo eso se puede conseguir con diálogo entre autoridades, porque ellas son las directas responsables de interpretar lo que la región quiere y lo que su población espera, siendo los interlocutores válidos para alcanzar ese cambio y transformación que garantice el futuro de nuestros hijos para asegurar que el Poder y la fortaleza de Bolivia está en los brazos de Oruro.
(*) Periodista
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