La Gesta Libertaria del 10 de Febrero de 1781 encabezada por un puñado de valientes patriotas como Sebastián Pagador, Jacinto Rodríguez, Manuel Herrera y otros muchos marcó en el contexto de las revoluciones del continente un ejemplo para la reivindicación de los derechos y libertades de mucha gente sojuzgada por el imperio y la dominación foránea.
Un párrafo de un relato histórico refiere que: “La idea libertaria surgió de manera espontánea en Oruro, porque no se necesita estudiar tratados ni a enciclopedistas para percibir que la libertad no existe en un determinado territorio o que se vive avergonzado por la opresión. El hombre siente de por si cuando está sojuzgado. No necesita doctores que inflamen al pueblo con su verbo. En Oruro este se levantó inesperadamente, en proporciones colosales y sin medir consecuencias”.
Ésa es una muestra muy clara de la voluntad popular cuando decide defender sus derechos y lo hace con sobrada valentía, pero además con espíritu rebelde para imponer la fuerza de ideales y de acciones en procura de libertad y de mejores condiciones de vida. En el caso de Oruro no hubo posibilidad de frenar hace 230 años ese ímpetu que se recuerda ahora como ejemplo de una epopeya trascendental que se mantiene indeleble en la historia de Oruro.
Pero hay significativos dones que adornan a los orureños en general, su férrea voluntad para avanzar, pese a las restricciones que se le imponen, incesantes trabajadores, más para el beneficio colectivo que para si mismo, una prueba de su noble desprendimiento, aún en las peores condiciones y entre las más dramáticas contradicciones, cuando no se atienden sus justas aspiraciones.
No es tiempo de remarcar pesimismo, pero es ocasión de reconocer que los orureños, hombres y mujeres, parecen predestinados a la resignación y el conformismo, situación aprovechada por quienes prometen mucho y cumplen poco, esos políticos que aprovechan cualquier coyuntura con afanes de orden proselitista, dejando en los anaqueles de la burocracia estatal los planes que se delinean para el desarrollo de la región en una burla constante a nuestras justas aspiraciones.
Es propicia la ocasión para reavivar el espíritu de rebeldía y valentía de los orureños revolucionarios, para retomar la línea y la conducta de los patriotas, empezando por unir nuestras fuerzas y exigir lo que en derecho le corresponde a esta tierra dadivosa y sin embargo, olvidada y postergada por la apatía de sus mandantes, sus autoridades, sus parlamentarios y sus dirigentes.
Debemos inducir al cambio, es urgente, es imperioso, es necesario, justo ahora que debemos decidir también por la vigencia de una autonomía que nos libere de la dependencia del agobiante centralismo de Estado. Es tiempo de unirnos para avanzar, dejando a un lado las pequeñeces de la política sectaria y pensando todos en Oruro, como la casa única de una gran familia.
A propósito de nuestro nuevo aniversario vale la pena una arenga de rebeldía que dice: “Despierta Oruro, pueblo mío, Sacude tu molicie. No pidas, arrebata; no implores, impón tus condiciones; vuelve a ser el pueblo indómito que fuiste, sobrio, altivo como el titán de los andes ante quien se humilló el león”.
Fuente: LA PATRIA
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