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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Proclama de Sebastián Pagador inició la Rebelión del 10 de Febrero de 1781 - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
A pesar de no haber sido la cabeza de la insurgencia
Proclama de Sebastián Pagador inició la Rebelión del 10 de Febrero de 1781
10 feb 2011
Fuente: LA PATRIA
Después de cinco días sus aliados le quitaron la vida a palazos y cuchillazos
• Por: Alicia Navía Mier - Periodista
La proclama realizada por Sebastián Pagador fue el inicio de la Rebelión del 10 de Febrero de 1781 en la que participaron principalmente indios u originarios quienes después de cinco días le quitaron la vida al principal insurgente, al asaltar las cajas reales que estaban a su cargo.
De esta manera se recuerda la historia de la rebelión del 10 de Febrero en contra de los chapetones y autoridades que aprovechando su cargo cobraban impuestos a la gente del pueblo, que decidió levantarse tras escuchar las palabras del discurso emitido por el sargento Pagador un día antes de la revolución.
“Amigos, paisanos y compañeros: Estad ciertos que se intenta la más aleve traición contra nosotros por los chapetones (clase privilegiada de la Villa), esta noticia acaba de impartírseme por mi hija. En ninguna ocasión podremos mejor dar evidentes pruebas de nuestro honor y amor a la Patria, sino en ésta”, estas fueron las primera palabras de la proclama.
El edicto continuó, “No estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas, gustosos en defensa de la Patria y la libertad, convirtiendo toda la humildad y rendimiento que hemos tenido con los españoles europeos, en ira y furor y acabemos de una vez con esta maldita raza”.
Con estas palabras se inició la rebelión.
La proclama alteró el estado de ánimo de la población el 9 de febrero y al día siguiente ante el rumor de una invasión india a la villa, muchos soldados abandonaron el cuartel, apoyando a los insurgentes, el corregidor Ramón Urrutia trató de evitar esa situación, que parecía una deserción, según narra Ángel Torres Sejas en su libro Oruro en su Historia.
Al pasar las horas del 10 de Febrero, al parecer todo estaba en calma aunque en la casa de Jacinto Rodríguez (principal activista de la revolución) continuaba el movimiento de gente, quienes se trasladaban a minas cercanas en procura de hombres para cumplir con determinadas tareas.
De pronto, al atardecer, se escuchó el toque de cornetas y pututus, lo que motivó a las autoridades a consultar de qué se trataba, llegando a la conclusión de que eran juegos de niños.
Más tarde los sones de pututus y cornetas se hicieron más continuos por lo que las autoridades confirmaron los rumores de la invasión de los indios, criollos y mestizos a la Villa, motivo por el que se ordenó defenderse de los insurgentes.
De esta forma los insurgentes armados con dagas, cuchillos y otros, al son de las cornetas y pututus iniciaron la invasión contra la ciudad, profiriendo amenazas contra el corregidor Ramón de Urrutia y Las Casas.
El corregidor dispuso gente armada de origen hispano en cuatro bocacalles de la Plaza Mayor y en la del Regocijo, además de un patrullaje, llegando a establecer que no se trataba de una incursión sólo de indios, también de criollos y de la plebe.
Mientras tanto, gente de confianza de Jacinto Rodríguez como mineros, artesanos y gente del bajo pueblo se reunieron en el cerro próximo de Conchupata ante el toque de ululantes pututus y de forma sorpresiva la campana grande de la matriz empezó a tañer, a la par, las personas concentradas en el Faro del Conchupata proferían amenazas contra los chapetones.
Los rebeldes, recordando las muestras déspotas de los chapetones, aproximadamente a las 20:30 del 10 de Febrero, ingresaron a la Plaza Mayor, a la vez otros habitantes se plegaban al levantamiento como algunos efectivos del cuartel que, en lugar de preservar el orden, se plegaban a la rebelión como el capitán de apellido Menacho y el sargento Sebastián Pagador.
Mientras tanto, el teniente coronel Jacinto Rodríguez, jefe de los insurgentes llamados los cholos y criollos, dirigía las movilizaciones desconociendo al corregidor Urrutia, no obstante que trataron de apaciguar estos hechos puesto que antes de esta arremetida nunca se vio una alianza entre criollos, mestizos e indios.
“Muera el mal Gobierno”, “Ya le quitaron la cabeza a don Jacinto Rodríguez”, “Muerte a los chapetones”, eran las frases que emitían los rebeldes, lo que provocó que Urrutia huya a Cochabamba, mientras algunos españoles se hacían fuertes y buscaban refugio incluso en conventos que más adelante fueron también intervenidos y asaltados por los indios, que robaron joyas y otro tipo de riquezas.
Los revoltosos recibieron, de parte de los chapetones, descargas de sus armas de fuego dando muerte a muchas personas, lo que motivó a las mujeres a proveer de piedras a los rebeldes que se enfrentaban con cuchillos y palos.
De esta manera el odio contenido de los indios se fue acrecentando, lo que motivó a los pocos sacerdotes que quedaron a salir en procesión del Convento de la Merced, conocido actualmente como San Francisco, con el objetivo de aplacar los ánimos exaltados y retorne la tranquilidad pero no tuvo los resultados esperados y continuó a lucha.
Ante la huida del corregidor Urrutia, el 11 de febrero el poder estaba en las turbas exaltadas que amenazaban con más desmanes y, ante la falta de poder fue nombrado como corregidor Jacinto Rodríguez, también se nombraron a otras autoridades y Sebastián Pagador fue designado en el cargo de oficial de las Cajas Reales.
El martes 13 de febrero los indios o paisanos emprendieron la profanación de templos donde se encontraban escondidos algunos españoles, quienes al ser encontrados fueron asesinados a puñaladas, esta situación no podía ser controlada.
De esta manera los indios o naturales asaltaban las casas de los criollos y mestizos provocando que el acuerdo entre éstos se rompiera, lo que motivó el asalto a las Cajas Reales que estaban a cargo de Sebastián Pagador.
El jueves 15 de febrero en un incidente entre algunos indios y los encargados de proteger las Cajas Reales, los naturales privaron de la vida al gran insurgente Pagador, quien por defender lo que se le había encomendado rompió la cabeza a uno de los originarios, provocando la furia de sus compañeros.
Primeramente lo apresaron y condujeron ante el corregidor Rodríguez en procura de justicia y haciendo eco de las quejas, ordenó al capitán Menacho y al Alférez Basilio Andrade, conducir a Pagador a la cárcel para instaurarle un proceso, pero de camino hacia el recinto penitenciario, Sebastián Pagador recibió cuchilladas y pedradas que le causaron la muerte, sin que sus compañeros de subversión hicieran nada por evitar este hecho.
De esta manera, el que emitió la proclama fue victimado por sus aliados, sin haber sido el jefe de la rebelión pero que supo elevar los ánimos con su proclama el 9 de febrero de 1781 en procura de encontrar la libertad ante la invasión de los españoles.
Fuente: LA PATRIA
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