Warning: inet_pton(): Unrecognized address in /home/lapatri2/public_html/wp-content/plugins/wordfence/vendor/wordfence/wf-waf/src/lib/utils.php on line 28
Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Muerte a los chapetones y traición de los indios - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
“Los de Oruro” fueron juzgados y castigados con la indiferencia de su gente
• Por: Dehymar Antezana - Periodista
¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
Cada año que pasa tenemos la oportunidad de recordar a nuestros protomártires y sobre todo celebrar una fecha que es considerada, sólo por los orureños, como el primer grito Libertario de América, porque para la mayoría de los historiadores el 10 de Febrero de 1781, sólo fue un chispazo e intento revolucionario debido a la frustración posterior, porque los indios no dejaron consolidar este proceso, por el contrario lo traicionaron y entregaron a los héroes que ese día fueron proclamados.
Muchos de nosotros a veces desconocemos lo que realmente ocurrió en esa fecha y podemos percibir lo injusto de la justicia, que no ha cambiado en este tiempo.
Los hechos del 10 de Febrero de 1781 tienen como base ideológica y política el Manifiesto de Agravios de Juan Vélez de Córdova, documento de 1739 hecho público no solo en este territorio, sino que fue la base para la independencia de muchas naciones.
Según el historiador, Alfonso Gamarra Durana, en su libro Panorama del acontecer heroico en Oruro, la Revolución del 10 de Febrero de 1781 fue denominada como “una rebelión propia, autóctona, cuya causa y doctrina se puede pesquisar en las teorías filosóficas que aunaron a los insurgentes de febrero a la sola voz de un clarividente que, débil por su inexperiencia inmediata en la réplica política contra la monarquía, no pudo contener los excesos vandálicos”.
Los sucesos de la Revolución se hicieron evidentes el 9 de febrero, “por noticias crecientes de una invasión de la indiada a la Villa, los criollos se acuartelan por orden del corregidor español y de acuerdo a planes defensivos, de antiguo instaurados, para de allí salir a patrullar o, en caso necesario, combatir a los atacantes. El Capitán Menacho y su alférez Azurduy hacen circular el rumor de que han sido acuartelados para ser pasados a cuchillo por los españoles, los que a su vez creen que aquellos están en convivencia con la indiada.
Las mujeres de los acuartelados llevan armas cortantes a los milicianos, los que finalmente se revelan, provocados por las actitudes altaneras del corregidor Urrutia. El denominador común entre mestizos, criollos e indios de la Villa es el odio al europeo” (1).
LA RECONSTRUCCIÓN
Las autoridades que gobernaban esta parte del continente se encargaron de hacer la reconstrucción de los hechos a través de una investigación tras los sucesos de 1781, en el juicio que se instauró en Buenos Aires, a los denominados “Los de Oruro”. Las pruebas por así decirlo, emanaron de los testimonios de los testigos que ese día estuvieron en la Villa de Oruro, además de documentos y versiones de partes y contrapartes.
En el libro (Tomo II) de Fernando Cajías de La Vega, se hace una recopilación de los argumentos que se plantearon en ese juicio.
Actuaciones y alegatos de los abogados defensores Mutis y Barbel a favor de los acusados. Buenos Aires 1790 – 92.
“Los europeos se creían que la plebe y los cholos de Oruro, lejos de ayudarles contra el enemigo común, habían de aliarse más bien con éste y, por eso, los europeos se preparaban a la defensa con cautela y separación de los criollos, destinando por fuerte la causa que habitaban los mismos europeos en la misma Plaza del Regocijo.
Por lo mismo, procuraron que la Compañía de negros estuviese prevenida de armas, separada en el cuartel de las otras y al cargo solo de don Francisco Santelices, europeo que habría provocado irritar el ánimo de los criollos, no dejaron estos de traslucir aquellas desconfianzas de los europeos, llegando a oír y sentir las amenazas de muerte que les hacía Santelices, Bullaín, cajero de Urrutia, y otros europeos inconsiderados como estos.
La plebe y cholos se veían en el cuartel sin armas, cuando las tenían los negros esclavos del comando de Santelices; pues cada uno de estos tenía su cuchillo y rodela, veían los acuartelados que se mandaban a hacer cartuchos de pólvora y bala, que se remitían a la casa o fuerte de los europeos.
Crecen por instantes las sospechas y se comunican hasta las mujeres e ínfima plebe, levantan el grito, dan sus quejas al corregidor, determinantemente como Santelices y Bullaín; pero el tal corregidor nada ejecuta…
Qué mala política la de Urrutia, cuando es constante, según las prevenciones y ejemplares que trae el citado, vizconde de Puerto, que si los pueblos se quejan aunque sea el jefe o la Comandancia, debe éste mudarse y hasta las guarniciones enteras deben desalojarse, siempre que hayan dado lugar a resentimientos en los paisanos; porque de otra forma se expone, según el mismo vizconde expresa, aún tumulto, pero nada de esto pensó ni ejecutó Urrutia, sino que siguió a Santelices y Bullaín y sin darles armas a los milicianos acuartelados”.
FRAY
También se tomó en cuenta para la reconstrucción de los hechos del 10 de febrero de 1781, el documento escrito por Fray Joseph de Echavarría, denominado: “Relación verdadera de los lastimosos sucesos ocurridos en la Villa de Oruro con motivo de haber, los mestizos y cholos de ella, procedido inicuamente a quitar la vida a los españoles europeos que la habitaban”. (Escrita en contraposición del diario falso, que formó sugerido de su malicia, un parcial de los amotinados en año de 1781).
“Sebastián Pagador había sido muchos años sirviente en las minas de los Rodríguez y en la actual estación por las tardes con su patrón, Don Jacinto en la mina y entre las buchadas de coca y chicha que tomaban, salió el expresado Don Jacinto, con el adefesio de que el corregidor lo quería ahorcar, en primer lugar a él, en segundo lugar a sus dos hermanos y últimamente a Don Manuel Herrera y demás patricios honrados que había en la Villa. Con esto, irritado el expresado Pagador, le facilitó el asesinato, que después ejecutaron…”.
“Hallábase éste, a la sazón, divirtiéndose con dos eclesiásticos: el uno era el doctor Don Manuel Amézaga, cura de Challacollo, y el otro, Fray Lazo, de la orden de San Agustín. Alborotáronse todos los con la noticia de que este bribón les trajo y suplicó a los dos eclesiásticos, dicho (comerciante Casimiro) Delgado, para que fuesen a avisar esta fatalidad que amenazaba a los acuartelados. Estos eclesiásticos, sin la menor reflexión y acuerdo, dando crédito a la iniquidad tramada por (Nicolás) Herrera, pasaron inmediatamente a dicho cuartel, llamaron al capitán Menacho y a otros que le acompañaban y les dieron noticia de lo que sabían, previniéndoles que guardasen”.
“Con esto y a la voz de traición, que ya el expresado Herrera había esparcido por las principales calles de la Villa, confirmaron de verdadera, la nueva que trajo la hija de Pagador, porque acudían en tropas crecidas a dicho cuartel, las madres, hijas y hermanas de los soldados, unas llevando armas para que se defendiesen y otras dando voces y pidiendo con lágrimas dejasen el cuartel”.
PROCLAMA DE SEBASTIÁN PAGADOR
Todo momento caldeado tuvo siempre a sus héroes proclamados por su gente, quienes aprovechando el fragor de los sucesos, consolidaron esa confianza con discursos y proclamas, como fue hecha por uno de ellos, Sebastián Pagador:
“AMIGOS, PAISANOS Y COMPAÑEROS: Estad ciertos de que se intenta la más alevosa traición contra nosotros por los chapetones; esta noticia acaba de impartírseme por mi hija; en ninguna ocasión podremos dar evidentes pruebas de honor y amor por a la Patria, sino en esta. No estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas en defensa de la Patria, convirtiendo toda la humanidad y rendimiento con que hasta aquí hemos sufrido la traición de los chapetones, en ira y furor, para despedazarlos y acabar, si es posible, con esta maldita raza”.
Pero, qué dijo Juan Alberto Mejía, abogado de la Real Audiencia en su confesión de 1784:
“El origen de dicha sublevación fue una aprehensión que formó la plebe de Oruro de que los españoles europeos que allí había y vivían en la casa de Don Diego Flores, parte de ellos, en la que reunieron sus caudales y personas, los habían de matar, no fiándose de dicha plebe, temerosos de ser entregados por ella a los indios, que ya hacía algún tiempo estaban alterados en las provincias inmediatas y Oruro prevenida para en el caso de algún acometimiento, con arreglamento de algunas Compañías, y demás providencias conducentes a la defensa; cuya aprehensión parece que fundó la plebe en ciertas expresiones relativas a este mismo concepto, con que hubieron de explicarse los europeos don Francisco Santelices y don José Caballero, sobre las que oyó hablar el confesante a don Ventura Ayarza, también europeo manifestando al corregidor don Ramón de Urrutia (en cuya casa se hallaba el mismo que confiesa y la que trataba con frecuencia sirviéndole muchas veces de asesor confidencial) estas terminantes palabras.
- Es preciso, señor Corregidor, que cuando haya invasión de indios, vayan los cholos por delante y quitar las armas de fuego a los que las tengan porque no habremos de pelear con dos enemigos.
Que las otras especies de Santelices y Caballero las oyó entre otras personas a Clemente Menacho, el que le aseguró al confesante haberlas proferido los mismos citados, habiendo entendido también el confesante de Nicolás Iriarte, en cuya casa vivía, que había ido a dar cuenta al mismo Corregidor para que hiciera alguna satisfacción sobre dichas especies a las gentes acuarteladas, que se le había quejado a Iriarte como oficial de una de las Compañías”.
Sumaria del 21 de febrero de 1781, declaración de Clemente Menacho:
“Se levantó una voz general esa noche cual fue decirse que los europeos habían maquinado quitar la vida a todos los criollos por suponer que ellos se podían hacer al bando de los indios de manera que las mujeres y deudos de los soldados que se hallaban acuartelados se alborotaron y les llevaron cuchillos, algunas armas de fuego y piedras para la defensa”.
Mientras que el testimonio de Manuel Herrera señalaba: “A vista de esto (la negativa de Herrera) regresando a la Plaza advertí que la Primera Compañía de negros al cargo de Santelices y otra que guardaba la esquina de la Matriz, habían avanzado a la gente tumultuada que estaba cerca de las Cajas Reales; igualmente; vi que estaba ardiendo ya la casa de Endeyza, Blanco y otros europeos que se habían acogido en ella, con sus caudales en cantidad de 150.000 a 200.000 pesos a la cual habían puesto fuego aquella Compañía que se había puesto de resguardo en aquel sitio y no pudiendo ya entrar a la Plaza, oyendo entre la gritería las voces de “mata chapetones” y el fuego que hacían Endeyza y los demás que se hallaban en la precitada casa, me mantuve a caballo dando vueltas por fuera de la Villa para ver si entraban indios creyendo que al amanecer se serenase aquel tumulto que me persuadí fuese solo objeto de robar los muchos caudales que se hallaban en casa de Endeyza; pero observando ser que ya era el tumulto general e igualmente el saqueo y el robo y que solo dirigían a quitar las vidas a los chapetones, oyendo la gritería mezclada con los lamentos, escogí el mejor partido de salir fugitivo a Cochabamba”.
Los pocos españoles que se encontraban en la casa situada en la Plaza del Regocijo fueron muertos por los orureños, consolidando sólo por ese día el grito revolucionario del 10 de Febrero. Los europeos muertos fueron:
José de Endeyza, Juan Blanco Cruz, Miguel Salinas, Francisco Palazuelos, Juan Pedro Jiménez, Joseph Casas, Pedro Lagrava, Ventura Ayarza, Vicente Larral y Ramón del Llano. Los cuatro primeros de la lista eran ricos comerciantes, sobre todo Endeyza. Este era uno de los principales comerciantes que cubría la ruta de Oruro – Potosí y Buenos Aires.
Blanco era un comerciante radicado en Salta.
Según la versión de varios historiadores, después de ese día la revolución que debía extenderse hasta Cochabamba no se la hizo, porque los españoles retornaron a Oruro y con la traición de los indios hacia sus héroes, se frustró que el movimiento siga creciendo, pero lo que no pudieron hacer es que esa “llama” que germinó ese día, deje de seguir alumbrando el camino de la independencia que más tarde tendría su término en Bolivia, con la Fundación de la República, el 6 de Agosto de 1825.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.