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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 El padre de los pobres de la Villa de Oruro - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Por: Javier Cárdenas Medina - Ingeniero, Investigador, miembro de la Sociedad de Historia y Geografía de Oruro
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Hacen 220 años, después de una prolongada enfermedad fallecía en 1791 en Buenos Aires, Juan de Dios Rodríguez de Herrera. Uno de los acusados de ser principal motor y caudillo de la rebelión del 10 de Febrero de 1781 en la Villa de Oruro, a entender de muchos, el personaje más representativo de la élite económica, social y política de la historia colonial orureña. Por la importancia que significó para la economía y desarrollo de la región nos permitiremos un breve estudio sobre Juan de Dios Rodríguez de Herrera.
Nace en la villa de San Felipe de Austria el año del Señor de 1735. Hijo de Don Melchor Rodríguez de Herrera, minero arequipeño y de Doña Isidora Paniagua. En la década de los treinta entre las peticiones de registros de mina, se encuentran las de su padre y de su abuelo, el Maestre de Campo Don Simón Rodríguez de Herrera:
PETICIÓN DE REGISTRO
Simón Rodríguez de Herrera y Melchor Rodríguez de Herrera, ante Francisco Suazo registra una mina de plata en el Cerro San Cristóbal en el paraje llamado Santa Ana y le puso el nombre de Señor de la Misericordia, nosotros por servir y aumentar los reales quintos de su Majestad pedimos una estaca y mina de sesenta varas con todo lo que le pertenece a la que pidió Juan de Dios Calatayud sea la parte del cerro arriba. (AHMO, año de 1733).
Juan de Dios Rodríguez tenía cuatro años de edad y su hermano Jacinto dos años cuando en la Villa de Oruro se descubrió la conspiración de 1739 de Juan Vélez de Córdova. Su padre el veinticuatro Melchor Rodríguez de Herrera participó en los interrogatorios a los que fue sometido Vélez de Córdova y conoció el contenido del revolucionario Manifiesto de Agravios. Atestiguó que Juan Vélez se declaró culpable y pidió perdón a la villa antes de ser llevado a sufrir la pena del garrote y finalmente ser baleado junto a Pachacnina y Miguel de Castro. (Cárdenas, 2010: 77). Martín de Ezpeleta, corregidor de la villa ingresa en sociedad con Melchor Rodríguez de Herrera. Años más tarde, por deudas se ve obligado a entregarle al padre de Juan de Dios una mina de cobre.
Al morir Melchor Rodríguez en 1764, les deja una deuda por azogue de lo cual aprovechan los oficiales reales para impedir la entrega de los bienes de los cuales Juan de Dios es albacea. Es así que se va consolidando la figura del minero, que tenía conocimientos y que si bien fue instruido por su padre junto a su hermano Jacinto, demostró otras capacidades y habilidades que lograron que se distinga de los otros mineros de la región. Ya en 1757 el descubrimiento de una veta importante en Antequera le concede la obtención de seis millones de pesos en cinco años, asimismo realiza otras inversiones con resultados halagadores, como la explotación en el cerro Pié de Gallo en el denominado Tambo de las Aspas, confluencia de cinco vetas. De 1764-1776 la suma de lo registrado se acercaba a los cuatro millones de pesos. Otras inversiones mineras fueron la de la construcción de socavones para desaguar diferentes minas. Juan de Dios Rodríguez tuvo el acierto de investigar y re-explotar minas que fueron abandonadas por otros. En 1764 registraba un 46% del total de plata. En 1776 era el 25%. Según la historiadora María Concepción Gaviria, cuatro años antes de la rebelión del 10 de Febrero de 1781 en un informe, el Contador del Tribunal de Cuentas de Buenos Aires, Juan Francisco Navarro afirmaba: “En el Asiento de Oruro, sólo hallarán un único minero que es Juan de Dios Rodríguez que funde de continuo”.
Compara Gaviria los registros con su hermano menor Jacinto y Juan de Dios en el período 1774-1775-1776 registraba 388.604 marcos un 28.5% del total y Jacinto 151 marcos un 0.01% del total.
Juan de Dios Rodríguez de Herrera, minero, azoguero, hacendado y aviador (habilitador) tenía registrado entre sus bienes: 4 minas ubicadas en Paria; 5 ingenios: en Sepulturas Guayguasi y Alantaña Chico, y en Paria Alantaña Grande. Centro productor y fundición de cobre en Yarvicolla y Corocoro; cuatro haciendas en Oruro: En la villa Telepalca, Guañapasto y Sillota y la de Pazña en Paria; cinco haciendas en Cochabamba: Yariviri, Cusimolino, Vinto, Colcha Tacorilna. Tres casas en Oruro, tres casas en Poopó, ocho petacas de joyas; esclavos y numerosos bienes muebles, alquilaba viviendas y otorgaba créditos a la burocracia. Juan de Dios tenía una larga lista de deudores y también el era deudor de azogue por lo que hipotecó varios bienes. Todo el detalle anterior figura entre los bienes incautados a Juan de Dios en el proceso por el 10 de Febrero de 1781. Tuvo con María Ortiz dos hijos: José Lucas y Manuel Fermín, este último se casó con María Vidal de cuya unión nacieron Ildefonso, Juana y María Rodríguez (AHMO).Juan de Dios fue capitán de infantería en 1760, para no estar de lleno en el ejercicio militar por sus faenas mineras solicita en 1763 pasar a capitán reformado. En 1764 es ascendido a Teniente Coronel y en 1770 Coronel. Su hermano Jacinto iba obteniendo todos los grados que su hermano iba dejando vacantes, llegando a Teniente Coronel en 1770.
Un interesante documento inédito que encontramos en nuestra tarea de investigación, nos presenta detalles sobre una de las petacas incautadas a Juan de Dios Rodríguez, legajo 43, año de 1789 del Archivo Histórico Municipal de Oruro: “En la villa de San Felipe el Real de Oruro en catorce días del mes de septiembre de mil setecientos ochentainueve años. El Señor Hipólito Vieytes, Subdelegado de Real Hacienda y Guerra y Alcalde Mayor de Minas y Registros de esta Villa y su jurisdicción. Se da el nombramiento por el Excelentísimo Señor Marqués de Loreto, Gobernador y Capitán General de estas Provincias y Río de la Plata el 16 de abril del presente año a favor de Don Diego Antonio del Portillo como Contador Interino de esta Real Caja, refrendado y mandado cumplir por el doctor Don Thomas Fernández Gonzales, Abogado de los Reales Consejos y del Ilustre Colegio de Madrid, Asesor Teniente y Gobernador Intendente de la Provincia de la Plata. Y en virtud del Auto de su obedecimiento para que se haga entrega a dicho ministro provisto bajo las correspondientes seguridades de los inventarios debidos de los caudales, especies y demás que se custodian en esta Real Tesorería, papeles y libros de su Contaduría, cuya entrega se ha practicado con presencia del ministro tesorero Don Joaquín Antonio Caamaño, el dicho Contador y de mi el presente escribano que doy fe a lo siguiente: Primeramente y habiéndose abierto una de las puertas interiores de la Contaduría se encontró en ella la Marquería de Plata correspondiente a Juan de Dios Rodríguez de Herrera, que existe en la Capital de Buenos Aires, la que se halla pignorada por los ingentes caudales que este individuo debe a la Real Hacienda por cuya partida se dio principio a este inventario en la forma a saber_ Una petaca de cuero y en ella una salvilla con nueve vasos: dos saumadores: una chocolatera con su tapa: ocho vasos: dos fuentes: una olla con su tapa: seis tenedores y dos cucharas: dos apartadores: una tapa de calentador: una candileja: un jarro: una olla grande: una chica: dos tazas: una tetera: una golilla de mesa: un cucharón: una olla sin tapa: dos mancerinas y dos mates con sobrepuestos de oro todo con un peso de setenta y seis marcos seis onzas incluso los citados sobrepuestos.
Trece láminas de una hechura de diferentes advocaciones que según los inventarios anteriores deben tener trescientos quince marcos y una onza de plata, a cuyo peso no era fácil diferir, por no poderse separar las láminas y cristales que tienen los marcos, por cuya razón se procedió al presente inventario con arreglo a los anteriores, formados a la recepción de los ministros Nicolás Ramos Panadero, Don Miguel Delgado y Don Thomas Antonio de Ayarza.
Otra lámina de Nuestra Señora del Carmen y otros santos con su marco de plata que deben tener treinta y tres marcos siete onzas= dos cuadros de madera forrados con plata el uno del Triunfo del Señor San Joseph, y el otro de Nuestra Señora de Copacabana, y el otro de San Juan de Dios y sus pobres que tienen cuarenta y siete marcos. Una pileta de plata forrada en madera con seis nichos y los cinco de ellos ocupados con algunas efigies de bulto que deben tener doce marcos= cinco láminas de marco negro con sobrepuestos de plata que deben tener ocho marcos= dos láminas grandes con sus marcos de plata sobre madera y el intermedio de grana con las advocaciones del Señor San Joseph y Nuestra Señora de las Mercedes, que deben tener sesenta y dos marcos. Nueve láminas negras que contienen varios filósofos con sus chanelas de plata, que deben tener catorce marcos seis y media onzas. Un nicho de madera con su marco de plata, y dentro una imagen vestida de Nuestra Señora de los Dolores con seis mantas y seis candilejas de treinta y cinco marcos siete onzas= Una cruz de Carey con su Cristo de Pasta y sus cuatro cantoneras de plata, de peso de seis onzas= Otra cruz de madera con su Cristo y algunas otras insignias de plata de peso de tres onzas= seis espejos grandes con sus lunas de vara y cuarta y marcos de madera forrados en plata, sus coronaciones macizas que tienen cuatrocientos ochenta y ocho marcos cinco y media onzas= dos espejos de a tres cuartas con sus marcos forrados en plata de ciento tres marcos= dos dichos de a vara las lunas con sus marcos asimismo forrados con plata, en madera sus coronaciones macizas, de noventa y cinco marcos seis onzas= dos escritorios forrados en terciopelo carmesí con sus chapas, coronaciones, abrazaderas y cantoneras de plata de ciento treinta y seis marcos seis y media onzas= una araña grande de plata de ciento once marcos y media onza= una lámina grande de –nuestra Señora de Belén de ciento setenta y tres marcos incluso la guarnición, mariolas y candilejas de pié= una pileta de plata con su crucifijo y ocho bultitos de lo mismo con peso de veinte y tres marcos= doce piezas de plata de sesenta marcos= una silla de montar guarnecida en plata con galápago de terciopelo carmesí, estribos tucumanos con sus cantoneras de lo mismo de ocho marcos= una salvilla en vara informe de tres marcos y tres onzas= Con lo que por ser más de las doce del día se suspendió la presente diligencia, quedando concluida por lo que corresponde la citada marquería y alhajas el enunciado Juan de Dios Rodríguez por no haberse encontrado más. Juan Hipólito Vieytes-Joaquín Antonio Caamaño- -Diego Antonio del Portillo- Juan Joseph del Rivero Escribano de su Majestad”.
En la Villa de Oruro en veinte y siete días del mes de febrero de mil ochocientos tres años, el Señor Don Ramón Moscoso y Señor Subdelegado de Real Hacienda y Guerra de ella habiendo regresado el albacea Don Santiago de Albarracín y Cuevas y apersonándose a su juzgado procedió a entregarle las fincas que en esta dicha villa son pertenecientes a los testamentarios que estaban a su cargo y que eran los siguientes en lo que respecta a las fincas de Juan de Dios Rodríguez de Herrera: “la casa principal de Don Juan de Dios Rodríguez compuesta de un primer patio y sus viviendas incluía la cuadra; ésta y el dormitorio con un tumbadillo y un causel de madera, una alacena grande pintada con mermellón y filetes de oro: dos ventanas con los marcos dorados y enrejado de alambra con más otra ventanita de la misma calidad; en una de las otras viviendas su zaguán con puerta de calle postigo; cuatro puertas de las viviendas arriba mencionadas sin llaves: el segundo patio con solo cinco viviendas con puertas y todas las demás de altos y bajos destruidas: su corral y cuatro tiendas a la calle con sus puertas y llaves corrientes de a dos manos y la una que hace de esquina con puerta de doblar: más una de las salas del primer patio con tabique de madera de la cual se pasa a otro patiecito que dicen servía de jardín, y éste tiene un corredorcito al círculo y cinco viviendas altas sobre todas las tiendas con su corredor, comedor y puertas todo viejo: en la cocina un escaparate viejo y dos piezas de madera para poner barriles”. “Otra casa de Don Juan de Dios Rodríguez en el barrio de la viñatería con tres tiendas y una sala con su cuadrita y cuatro cuartos, corral y pozo en el patio. Una tienda en la plaza mayor con su altillo y balcón con cinco huecos a la plazuela del Regocijo. Con lo cual se concluyó por no haber más fincas pertenecientes a Juan de Dios Rodríguez de Herrera”. (AHMO).
La influencia de Juan de Dios en los sucesos de 1781 la podemos observar en las elecciones del primero de enero. Según Fernando Cajías, la noche anterior y el día de la votación visita al corregidor Urrutia sobre la conformación del futuro ayuntamiento. Al perder el dominio político en el cabildo después de muchos años se retira a Paria, lugar que desde meses anteriores estaba convulsionada y simpatizaba con el movimiento catarista. El cura de Laimes recordaba haber oído al cura de Sora Sora, Isidoro Velasco decir a Juan de Dios sobre la carta dada por Túpac Amaru el 4 de noviembre pasado: “mandémosla a los indios para que vean los designios de Túpac Amaru no son contra los criollos sino contra los europeos”. A lo que Juan de Dios respondió: “Aún no es tiempo”. Su respuesta hace presumir un cálculo político para tomar decisiones posteriores ante la grave situación. Cuando ingresó Juan de Dios Rodríguez el 15 de febrero a la Villa de Oruro, según el Alcalde Gurruchaga: “hospedó a los indios de Challapata en su casa, inmediatamente hizo llamar al presbítero Echevarría, dueño de la hacienda de Urmiri, a quien le obligó a ceder sus estancias”. Juan de Dios cedió unas tierras en los términos de Challapata, diciéndoles a los indios que hacía esto para que no pasasen a la villa. El propio Juan de Dios le dijo al tesorero Parrilla: “es menester engañarlos de ese modo”. El diario fabuloso del vicario Menéndez corrobora que la oportuna acción de Juan de Dios evitó la invasión violenta de los naturales de Challapata. Su presencia en Oruro respondía a la petición de su hermano Jacinto y la villa para detener los saqueos y violencia de los naturales. Busca al cacique Lope Chungara consiguiendo que naturales no vayan a la villa. La misiva que enviaba Jacinto no podía ser más dramática: “Don Salvador Parrilla te escribe a lo que me remito, cuando vengas ya me hallarás muerto; por Dios te pido me recojas al chico y te hagas cargo de él”. A Nicolás Iriarte y a otros, Jacinto respondió que “para expulsar a los indios esperaba a su hermano Juan de Dios por temor a que lo matasen en el camino”. En el proceso la defensa reconoció que fue cierto, pero más que temor lo esperó porque con la ayuda de Juan de Dios (que valía por un ejército) había más seguridad de expulsarlos.
Dicen que cuando fue detenido para ser llevado a Buenos Aires, los vecinos de la villa se agolparon en gran número entristecidos por la suerte de Juan de Dios al que llegaron a denominar “el padre de los pobres”. No todos sus bienes fueron anotados y muere sin hacer testamento, “despojado de sus bienes, desnudo y ultrajado”; la villa de Oruro en lo que le quedaba de vida colonial no pudo nunca reemplazar la figura del orureño Juan de Dios Rodríguez de Herrera.
FUENTES: Archivo Histórico Municipal de Oruro (AHMO).
BIBLIOGRAFÍA: Oruro 1781: Sublevación de Indios y Rebelión Criolla. Fernando Cajías de la Vega. 2004.
De la Conspiración al Manifiesto de Agravios 1739: Villa de Oruro. Javier Cárdenas Medina. 2010.
Historia de una Crisis: La minería en Oruro a fines del período colonial. María Concepción Gavira Márquez. 2005.
Fuente: LA PATRIA
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