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Los Rodríguez, protagonistas de la Revolución del 10 de Febrero de 1781
10 feb 2011
Fuente: LA PATRIA
Por: Deyvid Rocha Sánchez -Periodista
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Sin duda, la Revolución del 10 de Febrero de 1781 fue un acontecimiento histórico para Latinoamérica y especialmente para Oruro, hoy queremos brindar un homenaje a aquellos próceres, así como una buena información a nuestros lectores acerca de los principales protagonistas de esa gesta libertaria.
ANTECEDENTES
Hace 230 años, el sábado 10 de Febrero de 1781, centenares de criollos e indios juntaron sus fuerzas para ser actores de un levantamiento contra los españoles de la ex Villa Real de San Felipe de Austria, ahora Oruro, y protagonizaron el primer grito libertario de América Latina. De acuerdo a los datos del escritor Ángel Torres, la villa en ese entonces contaba con aproximadamente 5.000 habitantes.
El historiador boliviano Fernando Cajías menciona que hubo varias causas que provocaron el levantamiento, entre ellas, el desprecio de los europeos, quienes trataban a los criollos como “cholos de baja estirpe”, que fue uno de los factores que molestó a los pobladores de la villa, según señala el primer tomo del libro Oruro 1781: Sublevación de indios y rebelión criolla, escrito por Cajías.
Asimismo, el escritor orureño, Ángel Torres indica que otra molestia para los criollos era no poder ocupar cargos altos, tal como sucedía con los indios, que también estaban obligados a comprar productos que llegaban de España, aunque no sean de utilidad para ellos.
Se cuenta que entonces, los indios eran obligados a comprar artículos que prácticamente eran inútiles para ellos; los españoles les obligaban a comprar cuadernos, tinta e incluso plumas para escribir, pero los compradores no sabían ni leer ni escribir, a los campesinos también les obligaban a conseguir medias de seda, pero en el campo era insulsa su adquisición.
LOS RODRÍGUEZ
Poco a poco la molestia fue creciendo, así fue con las elecciones de alcaldes que estaban programadas para el 1 de enero de 1781, donde rivalizaron el partido europeo del corregidor Manuel Urrutia y el partido criollo liderado por Jacinto Rodríguez, ganando el primer frente.
Las noticias de las revueltas de Tomás Katari en Chayanta y Túpac Amaru en el Cusco, la proliferación de pasquines que ensalzaban el levantamiento tupacamarista y las sublevaciones indígenas en otras poblaciones orureñas (Paria, Caracollo, Condo, entre otras) completaron el cuadro de tensiones en Oruro.
Ya como corregidor, Urrutia formó cinco compañías de milicianos, argumentando que la Villa de San Felipe necesitaba mayor protección para contener cualquier invasión extranjera o levantamiento indígena.
La determinación de Urrutia aumentó la rabia contenida en los aventurados mestizos y criollos, que estaban agrupados y liderados por europeos, a lo que se sumó la determinación del corregidor de despojar de sus armas a los criollos para distribuirlas entre europeos y negros.
Los Rodríguez, entre ellos Jacinto y Juan de Dios, eran dueños de minas e ingenios, por este motivo eran demasiado influyentes en la zona.
El primero de los hermanos, Juan de Dios tenía un reclamo, porque consideraba que era merecedor del nombramiento de capitán; el Virrey escuchó su reclamo y le dio el título de capitán del Regimiento de Milicias San Felipe El Real, al igual que Jacinto, su hermano.
Los nombramientos de los Rodríguez parecieron pequeños, y por el temor de que los españoles asuman el intento de asesinarlos, la noche del 9 de febrero de 1781 los milicianos organizaron la revuelta.
De acuerdo a las líneas escritas por Cajías, se conoce que las mujeres, entre las que se encontraba la hija de Sebastián Pagador, que en ese entonces ostentaba el cargo de Sargento, cercaron el cuartel para advertir a los milicianos que sus vidas corrían peligro si permanecían en el lugar.
Toda la noche del 9 de febrero, la conmoción se prolongó y al amanecer del 10 de Febrero, los milicianos que habían sido advertidos por el peligro que corrían sus vidas, abandonaron el cuartel.
Esa tarde del inolvidable sábado 10 de Febrero de 1781, la muchedumbre se reunió en la colina del Conchupata, donde empleados, mineros, trabajadores, artesanos, campesinos e indios que vivían en la Villa se preparaban para la batalla.
“A eso de las siete de la noche de ese día se escuchó el ruido de cornetas y pututus y enseguida la multitud bajó hacia la plaza Mayor, la que hoy es la Plaza 10 de Febrero; como no encontraron resistencia se dirigieron hacia la plaza del Regocijo (hoy Manuel de Castro y Padilla), contigua a la principal”, es lo que indica el historiador Ángel Torres.
Jacinto Rodríguez, que fue uno de los precursores para la rebelión, era hermano de Juan de Dios, que también indujo a la plebe de la villa de Oruro a participar en la revuelta.
Ante la amenaza de una revolución, la defensa fue organizada por los europeos, que rodearon la plaza del Regocijo para evitar que la turba ingresara a la misma, pero la furia que irradiaban los ojos de los indios provocó el temor entre los europeos, que huyeron del lugar y se refugiaron en “El Fuerte”, una casa de propiedad de Diego Torres, que estaba alquilada a comerciantes españoles como José Endeiza.
Las iglesias también fueron refugio para los españoles, que aparte de “El Fuerte”, encontraron amparo en esos lugares, según dice Cajías.
Los milicianos que se habían quedado en la plaza del Regocijo cambiaron de bando y se sumaron a los rebeldes y, entre todos, atacaron El Fuerte e incluso los templos católicos.
Fueron tiros de escopeta, los que trataron de defender a como dé lugar a los españoles, pero no pudieron diseminar a los rebeldes que respondían con piedras y ondas, a lo que algunos españoles se resignaron y se rindieron, incluso algunos lo hicieron con las manos en alto.
Ya con la toma del “Fuerte”, algunos atacantes ingresaron y se apropiaron de varios objetos, algunos de valor como joyas de plata y oro, durante la rebelión que duró hasta el amanecer.
Así terminó la revuelta que, para la historia, unificó las fuerzas de criollos, mestizos e indígenas, en defensa de la Villa de Oruro.
Jacinto Rodríguez, después del 10 de febrero fue nombrado corregidor de la Villa; permaneció 18 meses en ese deber y después fue procesado por más de 70 cargos, por lo que fue encerrado en Buenos Aires, en la propiedad que llevó el nombre de “Cárcel de Oruro”. Murió en junio de 1793, tras una larga enfermedad.
Fuente: LA PATRIA
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