¿Será conveniente incrementar los sueldos sin control?
08 feb 2011
Por: Mario García Sempértegui
En los últimos meses, más propiamente entre noviembre 2010 y enero 2011 los precios de muchos productos se han elevado descontroladamente, so pretexto de la inflación internacional que dicho sea de paso y por efecto de la globalización los precios deberían internacionalizarse y obviamente incrementarse los sueldos de manera tal que por lo menos se acerquen a nuestros vecinos, situación poco menos que imposible por una serie de factores económicos que sería conveniente estudiarlos en detalle y muy cuidadosamente; sin embargo, el propósito de este comentario no es ese, sino más bien hacer ver que no es tan conveniente el incremento desmesurado de sueldos y salarios de tal manera que se convierta en una situación caótica y sin control, máxime que desde fecha 4/2/11 el auto transporte urbano público incrementó sus tarifas en un 50% (minibuses) y 62.5% (microbuses).
Recordemos que por la desacertada política económica del Gobierno de la U.D.P. (1982- 85), donde se perdió el control y rumbo de la economía, justamente porque la Central Obrera Bolivia, al calor de más de 400 huelgas logró arrancar al gobierno de Hernán Siles Z. incrementos que sólo convirtieron más pobres a los pobres y más ricos a los ricos.
Desde que comenzó la espiral inflacionaria, los precios crecieron en 625 veces, a un promedio de 46 por ciento y la emisión monetaria lo hizo 388 veces, a un promedio mensual del 40%.
Debido al incremento desmesurado de los sueldos, se había desatado en el país el fenómeno conocido como hiperinflación, donde la capacidad adquisitiva del peso boliviano se desmoronaba día tras día y el Estado no cesaba de emitir billetes de alta denominación, e incluso cuando éstos eran papel sin valor real ni respaldo comenzaron a circular los Cheques de Gerencia.
Considerando que el tipo de cambio oficial promedio de 1983 fue de 246,70 pesos bolivianos ($b.) por dólar, en 1984 ese promedio trepó a 2.701,70 $b. por dólar; pero como quiera que los dólares eran escasos y solo el Banco Central de Bolivia podía venderlos, todos se veían obligados a comprar del mercado paralelo, donde en 1983 el cambio promedio estaba en 646,70 $b. hasta recalar en un promedio de 8.28.7,90 $b. por dólar estadounidense.
El malestar de la población era notorio, y el gobierno en su incapacidad para controlar la efervescencia social no atinaba sino a pretender solucionar el problema incrementando sueldos que al día siguiente no servían para nada; tal es así, que los sueldos se manejaban en sendos costales de dinero inorgánico y sin respaldo económico.
Tampoco se puede esconder el hecho de que con tanto dinero inservible, el pueblo no podía comprar casi nada, por otro fenómeno económico llamado PIB (Producto Interno Bruto) que cayó en 1.3 negativo, es decir que su crecimiento fue menor al de la gestión anterior (1983), y obviamente cayeron las exportaciones al igual que las importaciones, produciéndose al mismo tiempo una severa descapitalización de las empresas públicas y el incremento del déficit fiscal (13,8 % del PIB en 1984), así mismo el desempleo y la informalidad subieron hasta el 50% de la ocupación total nacional.
Al llegar a la conclusión del año 1984 la inflación llegó hasta el 2.177,20%.
Producto de ese incesante pedido de aumento de sueldos, la coalición gobernante no pudo capear la crisis que era verdaderamente grave, puesto que las cifras de la inflación llegaron en la gestión de 1985 al 23.500 por ciento (record mundial) y la devaluación de la moneda boliviana era tal que llegó a cotizarse en 1.050.000 $b. por dólar americano. Considerando todos estos parámetros, más conveniente sería no incrementar sueldos, sino más bien hace falta un control estricto de precios en la venta de bienes y servicios y para llegar a este extremo tendremos que pensar previamente y de manera seria en la abrogación del D.S. 21060 de 29/8/1985, que paradójicamente fue el instrumento que frenó la diabólica hiperinflación y obviamente no fue concebido por economistas bolivianos sino por un estadounidense, el economista Jeffrey Sachs, titulado de la famosa Universidad de Harvard.
Concluyo este artículo con la famosa frase: “La Economía es tan compleja que por lo mismo no solo tienen que estar economistas en su análisis y tratamiento de temas inherentes a esta índole”.
(*) Auditor, Administrador de Empresas, Máster en Ciencias
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.