¡Albricias! Tenemos harta plata. -¿Y el hambre que ronda cerca? No importa. ¡Somos ricos! Eso parece decirnos el gobierno con la profusa propaganda que corre. Desde los canales y las radios nos golpea sin tregua: en muy poco tiempo el “hermano Evo” ahorró diez mil millones de dólares en el “chanchito” de las reservas internacionales. ¡Una gran fortuna!
- Y los otros, los neoliberales de la república (todos habían sido neoliberales), ¿en 185 años qué hicieron de nuestros recursos para no ahorrar sino la pigricia de 1.714 milloncitos? Si le preguntáramos a un conocido ex ministro de educación cochabambino, la respuesta probablemente sería: ¡Se la farrearon, pues, se la farrearon!
Bromas aparte, la cosa es seria. En el intrincado laberinto hay cosas que uno no alcanza a comprender. ¿Cómo es eso de tener la faltriquera llena y no poder comprar comestibles en la tienda de la esquina? Sospechamos que la misma incertidumbre sufre el ciudadano de a pie, sea éste de profesión masista o ciudadano clandestino de la república. El hambre -aparte de no esperar, como sabíamos- no discrimina ni es racista.
Cuando otro es el tema en las calles, lo del ahorro parece tirado de los cabellos. ¿A qué viene precisamente ahora? Alguien ha dicho de Morales que es un hombre que no da puntada sin hilo. En el supuesto de que fuera así, ¿a qué estaría apuntando con la ostentación del “chanchito”? ¿Querrá decirnos que con el contrapeso de los millones, la crisis afecta menos? ¿Que porque somos millonarios debemos soportarla estoicamente? ¿Nos quiere consolar, acaso? ¿Qué mensaje subliminal pretende enviarnos?
Con lógica del sentido común la gente se pregunta: El ahorro de que se ufana el Gobierno, ¿Sólo era para decir que lo tenemos? “La producción campesina está estancada… los productores de los valles y del altiplano no recibieron el apoyo estatal… persiste la aplicación de políticas agrarias neoliberales…” (E. Ormachea). Ya en 2007, con datos estadísticos, Naciones Unidas alertó al Gobierno sobre la preocupante crisis alimentaria por la baja producción. Otro informe similar se conoció en 2008 (J. Alvarado) ¿Y qué hizo el MAS? Siguió “farreando”; perdón, quise decir: Siguió tras la conquista del poder total.
El “chanchito” de marras y la pobreza imperante, agravada por la escasez de productos y el alza de precios, sin querer nos recuerdan aquella tétrica estampa del mendigo sentado en una silla de oro. “Derramaba harapos, pero orgulloso decía: ¡Miren qué rico soy! Es el símbolo trágico de la terrible paradoja histórica de Bolivia: País fabulosamente rico; atrasado y pobre hasta la solemnidad.
(*) Columnista independiente
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