El incremento del precio del azúcar, artículo considerado de primera y apremiante necesidad, dejó un sabor amargo para los bolivianos con preferencia las amas de casa que tienen que realizar largas filas para adquirir una arroba del producto considerado indispensable para cualquier dieta familiar.
Los anuncios de la distribución en distintas zonas y barrios de la ciudad a cargo de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) no se cumplen y la venta se realiza en sus tiendas, donde por lo general empiezan a despachar al medio día por no existir un aprovisionamiento oportuno, obligando a la población a cuidar su puesto desde horas de la madrugada, teniendo que soportan el frío y la lluvia en la fila.
Así el dulzón sabor del azúcar tiene un agrio precio, porque además se confirma a través de representantes de Emapa nacional que se realizó la adquisición de 450.000 quintales de azúcar el año 2010, hecho que se conoció la anterior semana tras el precintado de un depósito en la población de Patacamaya, donde existen 22.500 quintales de azúcar.
Esa compra realizada por Emapa a través de convenios con los industriales azucareros, pone al descubierto que el Gobierno no necesariamente vende este producto a precio de costo, sino que existe una gran variación, porque en octubre de 2010 el kilo de azúcar costaba 4.30 bolivianos y ahora se vende a 7.50 bolivianos, dejando una “utilidad” por kilo de 3.20 bolivianos, que representa una interesante porcentaje que favorecerá con seguridad a la comercializadora oficial de alimentos.
La compra masiva del azúcar de los cinco ingenios azucareros, en un lote de 450.000 quintales, provocó escases y eso se refleja ahora en la falta de aprovisionamiento que controla el propio Gobierno desde sus depósitos en distintas regiones del país, “para garantizar la eventualidad de la escasez”, necesariamente especulando con el precio.
La denuncia de una diputada de oposición también exige que se “fiscalice por qué Emapa compró 50.000 quintales de azúcar en noviembre (2010), los ocultó y pretende venderlos en febrero a un precio tres veces mayor”, afirmando que, “eso en las leyes bolivianas se llama agio y especulación”.
El caso está bajo jurisdicción de la Fiscalía de Patacamaya, que pertenece al departamento de La Paz, y con seguridad a partir de este lunes se podrá saber lo que realmente ocurre con Emapa, si son las propias autoridades quienes instruyen realizar compras para esperar que suba de precio el producto o por el contrario es un negocio de alguien que está logrando importantes ingresos a costa de la miseria, la lacerante pobreza y el hambre del pueblo.
El sabor agrio del precio del azúcar, con seguridad tampoco se podrá cambiar con el dulce de la miel como sugiere el presidente Evo Morales para enfrentar este periodo de escasez, porque la economía de los hogares bolivianos no alcanza para cubrir el costo que supone darse el lujo de endulzar con miel de abeja el té o café que muchas veces resulta ser el único alimento del día para miles de niños y sus familias en el país.
Lanzar algunas ideas sin pensar en el pueblo que es el mandante, es ridiculizar la propia pobreza de quienes luchan a diario por conseguir sus medios de subsistencia, en una desigual economía, donde hay pocos que están enriqueciéndose y acumulando más fortunas y la mayoría de bolivianos que clama por fuentes de trabajo y además exige soluciones concretas a la crisis económica y social del país.
Pensar en adquirir la suficiente cantidad de azúcar para todo el año, tampoco es la solución como propone un despistado senador, que vive feliz porque tiene una dieta que engorda su economía, mientras sus representados hacen malabares para cubrir los gastos que suponen la manutención de sus familias.
Las evasivas y los dislates, no siempre son las mejores expresiones que deberían tener los gobernantes, ellos tienen que volver a sus regiones y consultar como vive la gente, porque la embriaguez de poder no les permite ver lo que realmente ocurre y después se lamentan de las actitudes que asume la población, como ocurrió con el “rechazo al gasolinazo”, para recordarle al presidente Evo Morales que tienen que gobernar escuchando al pueblo y tiene la obligación de atender sus elementales necesidades.
Ojalá la escasez de azúcar no llegue a límites extremos acusando a los industriales azucareros de no producir lo suficiente para cubrir la demanda del país, cuando más bien es el propio Gobierno quien monopoliza a través de compras masivas del producto, esperando que suba de precio para poner a la venta y distribuir a la población, aplicando una medida tan criticada de un modelo “neoliberal” vigente con es la libre oferta y demanda.
(*) Periodista
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