La ilícita actividad del contrabando data de mucho tiempo es una endemia peligrosa que ya se considera una epidemia, pues el daño que ocasiona es realmente demoledor en la salud económica del país, dañando los sistemas industriales y comerciales y afectando severamente el de orden tributario.
Mucho se habla de combatir el contrabando pero son mínimos los resultados obtenidos en una lucha desigual entre pocos efectivos anticontrabando del grupo COA, frente a una bien organizada “banda” de contrabandistas que posee todos los elementos para burlar la escasa vigilancia en la extensa zona fronteriza que nos acerca a varios países donde –por lo menos en algunos– los comerciantes inescrupulosos hacen gran negocio con nuestros productos naturales, caso del gas, diesel, gasolina y también azúcar, harina y otros alimentos de primera necesidad.
El contrabando es un mal endémico del país que hace daño directo a los sistemas productivos, la industria boliviana, el comercio legalmente establecido y golpea con rigor al Servicio de Impuestos Nacionales SIN que deja de percibir millonarios ingresos por la abierta y descarada evasión impositiva que produce la creciente actividad de la informalidad.
Es una cadena de duros eslabones difíciles de cortar si no se adoptan medidas concretas que no sean minimizadas por algunas presiones políticas a través de algunos “grupos sociales” que se enriquecen con el contrabando a gran escala, sin contribuir al Erario Nacional al contrario restándole importantes ingresos.
Se han dictado algunas medidas para combatir la endemia, sin embargo el remedio no causará efecto en tanto no se opere y se liquide la raíz del mal que entre algunas debilidades muestra claramente la ineficiencia del organismo que combate el comercio ilícito, desde la Aduana Nacional, con su unidad de acción que es el COA y que resulta fuera del esquema represor por la carencia de medios y la vigencia de bajos salarios fácilmente vulnerables ante jugosos sobornos que disponen los contrabandistas, como parte de sus operaciones.
Un recuento de operativos aduaneros de los últimos días mostró incautaciones de variada mercadería introducida al país, desde la costosa línea blanca pasando por los equipos electrónicos y televisores, incluyendo un lote importante de ropa usada y variedad de telas… pero nada de garrafas de gas, bidones de gasolina o diesel, ni un solo biberón con carburantes, tampoco harina, ni azúcar en camino de nuestro territorio hacia localidades fronterizas , donde abiertamente se ofertan nuestros productos, inclusive con grandes avisos de promoción.
Algo está ocurriendo en este tráfago de la Aduana que es burlada y rebasada por contrabandistas de entrada y salida, en ambos casos con irreparables daños a la economía nacional de manera general, pero con efectos directos en detrimento del presupuesto nacional por la evasión tributaria y de la industria y el comercio por la desleal competencia de costos, efecto natural si unos pagan y cumplen deberes y obligaciones, mientras los otros ilegales e informales eluden responsabilidades y acrecientan sus utilidades para aumentar más eslabones a la cadena de la ilegalidad mal endémico nacional que debería ser erradicado drásticamente.
Fuente: LA PATRIA
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