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Domingo 06 de febrero de 2011

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Cultural El Duende

Alfonso Gamarra Durana

El padecimiento ocular de Nietzsche

06 feb 2011

Fuente: LA PATRIA

Historia de la medicina

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Tercera y última parte

Ese sentimiento de soledad le condujo a aceptar la fatalidad, a conformarse con el destino. La miopía maligna fue un componente esencial de su vida y de su filosofía existencial. La vida de Nietzsche fue solitaria y trágica, y por lo tanto martirizada por sus inacabables pensamientos. Desde los 32 años vivió prácticamente solo, y acompañado solamente de su piano y la música que amaba. Su final en la alienación mental envolvió su obra en una contradictoria convicción: había penetrado tan profundamente en el misterio del ser que perdió por ello el entendimiento. Aunque sus amigos lo notaron “extraño” y muy reservado en 1886, no se sabe con evidencias si se iniciaban los síntomas que lo llevaron a su deterioro cognitivo. También se puso negligente con su cuidado personal y no parecía importarle la apariencia de su domicilio. Había perdido su apostura y su expresión fluida, sus acciones se enlentecieron.

El padecimiento ocular y los accesos dolorosos acompañantes fueron tomados por él como graves lesiones de su vitalidad, y por otra parte como provocadores y acicate de su producción intelectual. En un ensayo sobre el tono vegetativo en la miopía y la hiperopía, el profesor J. Fuchs ha destacado los cambios de carácter de muchos enfermos de grado avanzado. Desde la edad juvenil se muestran activos, críticos, agresivos, interesados en todo, buenos alumnos y lectores empedernidos. Muchos son amenos y agraciados en sus modales. Esto vale para los miopes extremos. Con Nietzsche se cumplen esos datos claves, con su estilo de practicar una filosofía agresiva, donde es indicio sorprendente su dicción. Le llama la atención una correlación anatómico–fisiológica entre el cerebro y los gravemente afectados de miopía. Existe un aumento del tamaño del globo ocular, el espacio de los humores acuoso y vítreo se incrementa y se halla frecuentemente mayor capacidad en los ventrículos del cerebro.

La suposición de que el brillante desempeño filosófico podría estar unido a una especial estructura cerebral, presentó en 1931 el historiador de la cultura Egon Friedell, quien tuvo esta concepción al observar las características de Immanuel Kant y la forma de su cabeza del tipo hidrocefálico. En Nietzsche existía una elevada estimulación al centro de la agresión en la cara anterior del tercer ventrículo, y él mismo parecía vislumbrar esta relación anatómica puesto que afirmaba “Yo soy agresivo por instinto”. No parece haber dudas sobre un agrandamiento del ventrículo en los miopes avanzados y la aceptación de unos cambios reactivos en los centros nerviosos vecinos. Aquí es necesario buscar un enlace psicobiológico en estos enfermos oculares y, además, la ligazón especial con el espíritu del intelectual. En este sentido está la simpaticotonía, ya muchas veces comprobada, de los miopes, que ocasiona, por su lado, hiperdinamia y actitudes cerriles e insultantes. El hallazgo de estas relaciones puede arrojar finalmente nuevas luces a las propiedades de cuerpo y alma de Nietzsche, que todavía son fenómenos difíciles de penetrar. En diciembre de 1888, solía hablar solo y bailar sicalípticamente. En sus cartas de octubre de 1888 a enero de 1889 se descubrió un claro delirio megalomaníaco, firmó sus misivas como “Fénix” y “Anticristo”, y envió correos irreverentes al Kaiser y a otras autoridades.

Su colapso sucedió el 3 de enero de 1889 cuando, al ver un caballo que era maltratado, se abalanzó llorando sobre el cuello del animal con ánimo de protegerlo. A los pocos días fue trasladado a un asilo mental en Basilea. El examen neurológico de ingreso a este asilo lo mostró grandilocuente, desorientado, con anisocoria con la pupila derecha mayor que la izquierda pero reactivas a la luz. No presentaba temblores y no había alteraciones motoras. Presentaba conductas extrañas como mantenerse aplaudiendo un lapso largo, hiperoralidad e hiperfagia.

En su etapa en Jena presentó ataques de ira, golpeando a algunos compañeros de asilo, confundió a su cuidador con Bismarck y presentó severos desajustes conductuales y coprofagia. Desde un principio el diagnóstico fue una parálisis general luética, planteado incluso por autoridades médicas como Binswanger. En el siglo XIX no existía prácticamente el diagnóstico diferencial de una demencia, y formular este diagnóstico era asumido como una sentencia de muerte, ya que no había tratamiento. Sus médicos se han mantenido en la incertidumbre cuando se trataba de afirmar que Nietzsche hubiera tenido alguna vez relaciones sexuales, y son dudosos los informes de que habría contraído la infección en 1865. En cuanto a una infección sifilítica primaria, no existieron antecedentes clínicos sólidos. El principal argumento en contra de una parálisis general es que la enfermedad de Nietzsche duró al menos 12 años, lo que sobrepasa en demasía la sobrevida esperada de cuatro a cinco años. La alteración pupilar descrita estaba presente desde la infancia; tampoco presentó la signología típica, con temblor facial y de la lengua al protruirla fuera de la boca, signo considerado en esa época como patognomónico.

Orth y Trimble(6) revisaron en el año 2006 los expedientes médicos de Nietzsche y plantearon una demencia frontotemporal por la presencia de cambios de personalidad, con iracundia e hiperfagia, que también estuvieron presentes en Nietzsche, o de conducta, con alteraciones del comportamiento (apatía o desinhibición) o del lenguaje (disnomia, laconismo), aun cuando no existiera compromiso importante de la memoria.

Durante su último año activo, 1888, escribió siete libros: La caída de Wagner, Nietzsche contra Wagner, El anticristo, Ditirambos para Dionisio, La voluntad del poder, Ecce Homo, y El crepúsculo de los ídolos. Es aceptable la opinión de que un enfermo con parálisis general no puede ser fecundo en la creación(7), pero, por el contrario, podría ser prolífico padeciendo una demencia frontotemporal en que se ha descrito la aparición de una creatividad excesiva en sus primeras etapas.

REFERENCIAS

(1) Friedell, Egon: Kulturgeschichte der Neuzeit. C.H.Beck, Munich 1931.

(2) Fuchs, J.: Münch. Med. Wschr. 120 (1978) No. 18.

(3) Hollwich, F.: Fortschr.Med.90 (1972).

(4) Lange–Eichbaum, W.: Genie, Irrsinn und Ruhm.

Reinhardt, Munich 1967.

(5) Chamberlain L.: Nietzsche en Turin. Editorial Gedi-sa, Barcelona, 1998.

(6) Orth M, Trimble M.: Friedrich Nietzsche’s mental illness-general paresis. ActaPsychiatr.Scand. 2006; 116: 439-45.

(7) Safranski R.: Nietzsche: Biografía de un pensamiento. Tusquets Editores, Barcelona. 2000.

Alfonso Gamarra Durana. Académico de la Lengua. Socio del Instituto Médico “Sucre”.

Fuente: LA PATRIA
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